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Pop, claqué y arte para niños

Los juguetes de Torres García se despiden del Espacio Fundación Telefónica

En la semana que comienzan las clases aún hay posibilidades de disfrutar con los pequeños de las actividades estivales que colean y que se simultanean con otras que inician temporada.

Teatro para bebés en la sala Nave 73, con la obra Calcetines, un espectáculo de claqué, Brothers in Jazz, de Lucas Tadeo, en la Sala SanPol y El pollo Pepe, de Teatro de la Luna, en la sala Tarambana, se suman a la cartelera infantil que se despereza.

El primero es un espectáculo sin palabras que mezcla colores, formas, sonidos, movimiento y ritmo para conectar, mediante elementos básicos, con las primeras percepciones de los bebés. Se puede ver los próximos tres sábados (11:30).

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Brothers in Jazz (sábado, 20:00), recomendada para todos los públicos, reúne en escena a un treintena de bailarines y músicos a ritmos de claqué y hip hop.

Por su parte, la pequeña Sala Tarambana inicia temporada con una de las últimas creaciones de Teatro de la Luna, El pollo Pepe, un cuento de Nick Denchfield, que la compañía madrileña ha llevado a escena con títeres que recrean las ilustraciones del libro.

El festival de música DCODE (sábado, Campus de la Universidad Complutense) abarca 18 horas de conciertos y reúne a 26 artistas como Bunbury, Love of Lesbian o Carla Morrison, entre otros. El grupo asturiano Petit Pop, especializado en pop para niños, abre el Escenario Complutense (11:30) en un guiño del festival a los asistentes que quieran acudir con los hijos (los menores de 10 años no pagan), para lo que también se ha previsto el espacio Dcode Kids, con actividades complementarias.

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Son los últimos días (hasta el domingo) para visitar la colección Aladdin Toys , que forman parte de la exposición Joaquín Torres García, un moderno en la Arcadia que tras pasar por el Moma neoyorquino se exhibe en el Espacio Fundación Telefónica. El artista uruguayo, de una gran versatilidad en disciplinas como la escultura, pintura, los frescos o los collages fue una persona fascinada por la infancia como concepto filosófico. Su propuesta de retornar a una infancia de la humanidad y de las formas se concretó en la producción de juguetes desmontables en madera pintada, bajo la marca Aladdin Toys de la que salió los caballitos-balancín, aún vigentes.

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