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Próxima estación: gimnasio

La vuelta del verano dispara las matrículas en centros deportivos. La calistenia, los centros especializados o las propuestas ‘low cost’ inician la que ya se conoce como operación otoño

Gimnasio Viva en el barrio de Embajadores.
Gimnasio Viva en el barrio de Embajadores.CARLOS ROSILLO

Si durante las vacaciones la rutina deportiva se esfuma y los excesos se minimizan, con el retorno del verano llega el arrepentimiento y se busca recuperar el tono muscular. “La vida saludable es una tendencia y cada vez más gente se preocupa no ya solo por su físico sino por su salud. Y ahí es clave realizar algún tipo de ejercicio”, apunta el entrenador personal Jorge Prado. Las cifras lo corroboran: la práctica deportiva cotidiana ha aumentado en España un 9,2% desde 2010. Las matrículas de gimnasios también: mientras en verano se reducen a la mitad, en septiembre crecen en torno a un 30%.

“Las tendencias actuales se mueven en torno a entrenamientos rápidos, orientados al ejercicio funcional”, añade Prado. Se refiere a que el público no quiere ya mover una carga sin más ni pasarse horas y horas en el gimnasio: “La gente siempre dice que no tiene tiempo, buscan algo rápido, eficaz y eficiente para su cuerpo”, añade Prado. Justamente eso buscan cuando deciden practicar deporte, pero de diferentes maneras. Así se puede ver a chicos y chicas luciendo cuerpazo en un parque mientras hacen dominadas; jóvenes y no tanto apuntados a un centro enorme donde cada uno está en su máquina y deportistas cotidianos que valoran un servicio personalizado o premium. La calistenia —la práctica de ejercicios en parques urbanos—; los centros low cost o los gimnasios especializados son los modelos preferidos para meterse de lleno en la operación otoño.

Un jovemn se ejercita en el parque de El Retiro.
Un jovemn se ejercita en el parque de El Retiro.Santi Burgos

El parque es tuyo, úsalo

Quien lleve mucho sin ir a su parque puede que lo encuentre cambiado. Ya no solo se corre y se patina, como solía hacerse, sino que aparece gente entrenando con cuerdas o gomas; grupos haciendo yoga, kung fu, boxeo o taichí. Incluso podría sorprender el electro latino que pone banda sonora al grupo de chicos que hace dominadas en un columpio. La calistenia, o la tendencia a tomar los parques, comenzó con la crisis y se quedó. Internet ha facilitado que los gustos compartidos se den cita vía Facebook, Whatsapp o Google Maps. Incluso se construyen parques específicos para realizar rutina de gimnasio a cielo abierto.

Georg tiene 23 años y desde que llegó a Madrid, se abonó al gimnasio de El Retiro: “Es un buen complemento deportivo, al aire libre uno se motiva más y se centra en sí mismo”. De entrenamientos como el suyo sabe Carlos Camacho, de Dfnixion, que empezó en 2013 el “experimento” de sacar al exterior “un entrenamiento militar que recuerda a la gimnasia del cole”. En el parque propone saltar, correr y hacer abdominales “en grupos de menos de 20 personas”. “Cuando te paras te tumbas en el césped y respiras… es una pasada”.

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La fiebre del parque la protagoniza el street workout, que se trabaja al aire libre con barras y que bebe de la calistenia. Se ha convertido en algo tan viral que las clases se publicitan en Wallapop. Javi Espinosa tiene allí su anuncio. “Entrenas sin complejos ni horarios, centrado en el músculo más que en la resistencia”, cuenta. Hay 35 clubes registrados, según la Asociación Española de Street Workout, y solo en la Comunidad de Madrid, 10 parques específicos. Y aunque aún no es oficial, ni olímpico, se compite. El título mundial lo ostenta el madrileño Pablo Sánchez. “Se evoluciona muy rápido, es gratis y al aire libre”, apunta Raúl Aldaravi, de la asociación.

También en el parque, pero bajando el ritmo, otras disciplinas buscan cielo abierto. No solo la tercera edad, que pedalea en sus máquinas, también los amantes del yoga. La parte trasera de la Casa de Vacas o el Palacio de Cristal del Retiro se colorea con mats para practicar en el césped. “El parque es vida, salud, alegría, diversidad, creatividad… compartir aficiones, encontrar paz”, cuenta una de las profesoras, “es la conexión con la tierra”. Pero, además, tiene un punto de libertad que va más allá de lo obvio y comparten todos los que ocupan el parque. “La gente llega con su perro o con su hijo… Es también democracia, igualdad: todo el mundo puede hacer deporte sin importar los recursos”.

Mucho esfuerzo, pocos euros

Si un gimnasio es el reflejo del barrio en el que se ubica, el Vivagym de Embajadores sería el ejemplo perfecto. En una gigantesca nave de techos altos y de unos 2.400 metros cuadrados conviven las parejas adolescentes que hacen abdominales; la mujer árabe que corre en la cinta; el rastafari que salta a la comba; el hombre talludito en la bici estática o los esculturales y fibrosos africanos levantando pesas. “Cada gimnasio tiene un público diferente, y en este caso se ve la mezcla de culturas propia de Lavapiés”, dice el director del club, Antonio Prieto. También se explica por un precio al alcance muchos bolsillos: 23,90 euros al mes.

La cadena de gimnasios low cost Vivagym tiene otros tres gimnasios en la Comunidad (Las Tablas, Fuenlabrada y Móstoles) , pero no es la única. En la Comunidad también triunfan otras como McFit, Basic Fit, Body Factory, DreamFit, Smart Gym, AltaFit, Fitness19, entre otras. Son el equivalente en cuestión de músculo y salud cardiovascular a la ropa de Inditex o los muebles de Ikea: calidad razonable a precios muy, muy competitivos.

Aunque estos espacios han surgido al calor de los rigores de la crisis, parece que se consolidan como una de las opciones favoritas de los españoles en general y de los madrileños en particular: cuatro de cada diez gimnasios low cost españoles se encuentran en la Comunidad, según el Cuarto Informe de Gimnasios Low Cost España 2016 elaborado por la consultoría Valgo. Un sector que además creció un 17,5% en 2015. Eso sí, son un poco menos low cost que antes: los precios subieron un 10% de media.

¿Cuál es el truco? “Tratamos de ser más eficientes en el gasto, teniendo menos personal y prescindiendo de servicios como el de toallas”, dice Prieto, “se trata, además, de lograr un gran número de socios”. En este Vivagym Embajadores hay entre 4.000 y 6.000 abonados: muchos pocos hacen un mucho.

Y las personas que se apuntan al gym son, por lo general, muy volátiles. “Falta constancia: la gente viene y no logra lo que quiere en tres meses, así que se frustra y lo deja. Hay una alta rotación clientes”, explica el director. Y los meses más calientes son los que vienen con acompañados de sentimientos de culpa por los excesos cometidos o los que empiezan cargados de nuevos propósitos: después de la Navidad, de la Semana Santa o del verano. Es decir, ahora mismo.

Aquí se ofrecen, además de sala de fitness y cardio, multitud de actividades dirigidas. La tecnología, las máquinas, el ambiente, las televisiones... todo busca cierta calidad, por eso el director prefiere la acepción low price (precio bajo) frente a low cost (debido a las connotaciones negativas del manido término). Es cierto que se aprecia un ambiente confortable y limpio —que se asemeja un poco a un centro comercial—, sin embargo, quien quiera trabajar su cuerpo tiene que hacerlo bastante por libre. Por eso algunos expertos alertan de lesiones que conlleva entrenar sin control. “En un gimnasio de estas características los monitores no pueden estar encima de todos los clientes, pero se puede contratar un entrenador personal que sirva de guía en el entrenamiento, para evitar problemas y llegar a mejores resultados”, concluye el director.

Gimnasio The Core en la calle Doctor Castelo.
Gimnasio The Core en la calle Doctor Castelo.Carlos Rosillo

A todo lujo en la elíptica

Rafa, de 40 años, acude a diario al gimnasio. Nunca lleva bolsa con la ropa o la toalla: “Están en la taquilla; me las lavan en el gym”, cuenta. Es socio preferente de una cadena de centros de gama alta. Como O2 Wellness o Metropolitan, con todo tipo de comodidades y cuotas, que oscilan entre los 70 y los 150 euros al mes. Ante el auge de los centros low cost y el entrenamiento callejero, los gimnasios de precio medio han perdido clientela. Por eso muchos centros optan o bien por ofrecer servicios exclusivos o bien por centrarse en un entrenamiento diferente.

“Nuestro concepto se llama Fit 45 y consiste en clases de 45 minutos orientadas al entrenamiento funcional”, resume Jorge Prado la dinámica que trajo de Australia “y que en Los Ángeles pega muy fuerte”, apunta. Con esa técnica acaba de inaugurar The Core Sport Club (70 euros al mes), donde los entrenamientos son personalizados y los grupos no superan las diez personas, “con dos monitores por clase y damos el servicio de toallas”, apunta Prado. También tiene una pista indoor, “la más grande de Madrid”, bien para correr, bien para practicar ejercicios.

En Singular Box (cien euros al mes) están especializados en el crossfit (especie de entrenamiento militar aplicado a la rutina del gym) mientras que B3B es un centro solo para mujeres y donde solo se practica boxeo, bicicleta y ballet. “Los clientes son más exigentes, quieren algo personalizado y diferente”, añade Prado.

Entrenamiento público

  • Un 53,5% de los españoles practicó deporte en 2015 según el Consejo Superior de Deportes. Lo que supone un incremento del 9,2% sobre la encuesta anterior.
  • De los 4.300 gimnasios que hay en España, 1.300 de ellos son públicos. En Madrid hay 68 municipales.
  • El abono mensual cuesta 29,50 euros, frente a los 35 que costaba antes de que la alcaldesa Carmena bajara las tarifas para "promover la práctica de la actividad física".
  • Este mes salen las plazas municipales de enseñanzas deportivas con una oferta de 180.000 plazas en 105 modalidades deportivas.

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