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Rufián abandona un acto que pedía el catalán como única lengua oficial

Una mesa redonda de la Universidad Catalana de Verano recupera las tesis del grupo Koiné

Cristian Segura
Gabriel Rufián y Eduardo Reyes, en Prada de Conflent.
Gabriel Rufián y Eduardo Reyes, en Prada de Conflent.UCE

Una Cataluña independiente debería relegar la lengua castellana en el sistema educativo y los medios de educación, y en ningún caso convertirla en oficial. Este fue el mensaje repetido por los participantes en una mesa redonda de la Universidad Catalana de Verano (UCE, en sus siglas en catalán) que se ha celebrado estos días en Prada de Conflent (Francia). La beligerancia de estas posiciones molestó incluso a los diputados Gabriel Rufián (ERC) y Eduardo Reyes (JxSí), que según el diario digital El Nacional abandonaron la sala.

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“No hemos de tener miedo a los castellanohablantes como si fueran extraterrestres”, dijo este lunes Carme Junyent, profesora de lingüística en la Universidad de Barcelona (UB). Fue una de las ponentes más escépticas sobre la necesidad de reconocer lenguas oficiales. Recordó que actualmente hay unas 2.000 lenguas oficiales en el mundo, cuando hace pocas décadas no había más de 70. Esta oficialidad no ha mejorado el uso de los idiomas minoritarios; es una cuestión de postureo democrático, argumentó.

La subsistencia del catalán pasa por acabar con el bilingüismo, según Junyent: “El bilingüismo ha de ser una realidad que tiene que desaparecer. El paso previo a la muerte de una lengua es la bilingüización de una sociedad”. Además de Junyent, el catedrático de la UB Josep Murgades fue muy crítico con la utilidad de la oficialidad de los idiomas, y puso como ejemplo a Andorra, donde el catalán es lengua oficial y su uso, según Murgades, es muy débil. “En este estatuto de la hipotética república catalana, yo haría este redactado: "Primer punto: la lengua de Cataluña es el catalán'. Punto", dijo Murgades.

Murgades reconoció que su posición puede generar polémica: "Desde el colonialismo lingüístico español suscitará eso que van repitiendo, entre otras atrocidades, que este país siempre ha sido bilingüe y que incluso Guifré el Pilós podía posiblemente hablar castellano. Esto es falso, como tantas falacias que se inventa el colonialismo español. La lengua del país en los últimos mil años es la catalana”.

Murgades recomendó la no oficialidad de ningún idioma como estrategia para potenciar el catalán: “Dejadme ser cínico, del franquismo también se puede aprender. Había aquel funcionario del franquismo, tan inteligente, tan cínico, tan malnacido, que decía: 'Aquí no se prohíbe nada, aquí se autoriza'. Este señor por lo menos había leído a Maquiavelo, cosa que no han hecho muchos de nuestros políticos catalanes tan patriotas. Esto es una posible política a seguir; aquí no prohibimos, no hacemos lo que han aplicado ellos a nosotros, pero la lengua del país es esta”.

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Junyent insistió que la política lingüística, la protección del catalán mediante medidas políticas, es un fracaso: “Tenemos casi 40 años de experiencia, no vamos engañados. Si nos fiamos de los políticos, sabemos hacia dónde vamos. Todos estos años de política lingüística nos han traído una caída sostenida de las cifras [de uso del catalán]”. Es decir, según Junyent, el catalán está en peores condiciones que hace 40 años. Junyent añadió que incluso “si tú quiere morirte, y quieres morirte en catalán, lo tienes muy difícil. Su tu quieres que tus hijos tengan su educación en catalán, lo tienes muy difícil”.

Límites a los medios españoles

Entre el resto de ponentes, Gabriel Bibiloni, profesor de filología de la Universidad de las Islas Baleares, aseguró que “el catalán tiene que ser la única lengua oficial del nuevo Estado. También el occitano, en el Valle de Arán o en Cataluña. El catalán tiene que ser la lengua de todas las administraciones y de todos los servidores públicos”. Bibiloni precisó que una hipotética Cataluña independiente ha de poner límites a los medios de comunicación en español: “Es necesaria una desconexión de los medios de comunicación españoles, y especialmente de las televisiones. Es verdad que es muy difícil poner fronteras a los medios de comunicación. Pero los Estados diseñan unas políticas de televisión, y nuestro estado también debería construir un sistema nacional de televisión terrestre en el que lengua normal de estos canales sea el catalán”.

Bernat Joan, exsecretario de política lingüística de la Generalitat, propuso una multioficialidad. Joan defendió que el inglés sea también oficial: “Algún reconocimiento oficial del inglés daría una pátina de pluralidad e universalidad y de democracia a la futura república catalana”. Joan advirtió que la única oficialidad del catalán suscitaría una oposición mayoritaria en la Unión Europea, como ha sucedido con las repúblicas bálticas que han renunciado a reconocer oficialmente al ruso pese a su uso por parte de buena parte de su población. A raíz de una pregunta del público que proponía reconocer el esperanto como lengua oficial en la Cataluña independiente, y rechazar el inglés por ser “un idioma que se nos impone de manera imperial”, Joan apuntó que la oficialidad del inglés es un acierto porque “la mejor manera de ir contra el impero es estando dentro de él”.

La conferencia en la UCE se desarrolló con el manifiesto Koiné bien presente. Este manifiesto, presentado este año y suscrito por unos 300 académicos y personalidades de la cultura catalana, propone acabar con el bilingüismo para conseguir la subsistencia del catalán. El diario digital El Nacional ha informado que los diputados Rufián (ERC) y Reyes (Junts Pel Sí) abandonaron la conferencia molestos por la posición beligerante de los ponentes contra el castellano. Rufián y Reyes son miembros de Súmate, plataforma de castellanohablantes independentistas. Junyent afirmó que la política lingüística que defiende Súmate sería la sentencia de muerte del catalán.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario Avui en Berlín y posteriormente en Pekín. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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