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Denunciados en un año 791 clientes de prostitutas en la colonia Marconi

Un total de 120 mujeres han sido multadas por ir desnudas en la vía pública

Una prostituta habla con un cliente en el polígono Marconi delante de un coche camuflado de la Policía Nacional.
Una prostituta habla con un cliente en el polígono Marconi delante de un coche camuflado de la Policía Nacional.álvaro garcía
F. Javier Barroso

La Policía Nacional ha tramitado 791 denuncias contra clientes de prostitutas en la colonia Marconi (Villaverde) desde la entrada en vigor de la Ley de Seguridad Ciudadana, la conocida como ley mordaza, el 1 de julio de 2015. Los agentes de la Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras también han multado a 120 mujeres en este periodo por estar desnudas en la calle, según fuentes policiales. Responsables de esta brigada calculan que en el polígono industrial pueden ejercer la prostitución unas 400 mujeres, en su mayoría de origen rumano y nigeriano. En los meses de verano ha bajado la afluencia de mujeres y de clientes. Las tardes y las noches son los tramos horarios en los que se produce mayor afluencia de personas.

La colonia Marconi, situada junto al polígono industrial de Villaverde, ha sufrido desde hace años los problemas de la prostitución. De poco han servido las medidas impuestas hace tiempo por el Ayuntamiento, como la ya derogada de restringir la circulación a partir de las diez de la noche. La entrada en vigor de la Ley de Seguridad Ciudadana dio un nuevo instrumento a la policía para frenar la prostitución. “Sabemos que no podemos acabar con ello, porque no es un tema policial sino mucho más amplio como servicios sociales”, reconoce el comisario jefe de la Unidad contra Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales (Ucrif) de Madrid, Jesús María Gómez Martín.

Los agentes de Extranjería patrullan en coches camuflados y a varias horas del día y de la noche, además de los fines de semana. Se centran en especial en el llamado polígono del Gato, en las proximidades de la avenida Real de Pinto y más alejado de las viviendas. Allí las mujeres están repartidas por nacionalidades. Durante las primeras horas, los policías suelen denunciar a las prostitutas que están sin ropa en la calle (con el pecho descubierto o sin tanga). Les imponen 100 euros por exhibicionismo (50 en caso de que paguen en periodo voluntario).

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La dinámica de los agentes consiste en patrullar por las calles sin levantar sospechas. Basta con un conductor se pare y se ponga a hablar con una mujer de forma que obstaculice la vía pública. O que lo haga en un lugar frecuentado por menores. La multa va de los 601 euros a los 30.000. Eso sí, la Delegación del Gobierno en Madrid siempre suele imponer el mínimo. Por desobediencia o no querer identificarse, los agentes de la Ucrif han impuesto con la ley mordaza 141 sanciones.

Los tres artículos que amparan las multas

El grueso de las denuncias impuestas por la Policía Nacional se basa en el artículo 36.11 de la Ley de Seguridad Ciudadana 4/2015. Este considera falta grave que la solicitud o aceptación por el demandante de servicios sexuales retribuidos en zonas de tránsito público en las proximidades de lugares destinados a su uso por menores (centros escolares, parques infantiles o de ocio) o supongan un riesgo para la seguridad vial.

Otro apartado para sancionar a clientes es el artículo 36.6 de la ley, que recoge la desobediencia o la resistencia a la autoridad o la negativa a identificarse ante los agentes.

Las prostitutas son denunciadas por el artículo 37.5 (falta leve) cuando “ejecutan actos de exhibición obscena” —ir desnudas— o inciten a realizar actos contrarios a la libertad sexual.

Los policías paran al conductor y le piden su documentación. Un funcionario se pone a hablar con la mujer y le dice que, si es víctima de trata de personas, ellos les pueden sacar de la organización. “Todas nos dicen que están de manera voluntaria y que nadie les obliga a ejercer la prostitución”, afirma un agente de la Ucrif. Mientras, otros agentes tramitan la denuncia, que la remiten a la Delegación del Gobierno.

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Lo que reconocen los agentes que no existe un perfil tipo de los clientes. Los hay jóvenes, mayores y de todas las clases sociales. Así, no es raro ver coches utilitarios destartalados que se mezclan con flamantes turismos de lujo recién estrenados. “Vienen de todas las partes de Madrid y de las provincias limítrofes, pero abundan sobre todo de Toledo”, relata un mando policial. El precio de los servicios oscila entre los 15 y los 20 euros, según sea completo o no. “Cuando a veces cacheamos a las mujeres, vemos que llevan las carteras llenas de dinero. Algunas nos dicen que pueden sacar hasta 400 euros al día”, afirma una agente de Extranjería. De ahí, que muchas mujeres no quieran ejercer en clubes, donde tienen que repartir sus ganancias con el dueño del establecimiento.

“La situación ha cambiado mucho. Hace siete u ocho años, había muchas más mujeres. Lo que también nos hemos dado cuenta es que ellas van y vienen. A veces las vemos en clubes y otras en la calle”, añade un oficial. “En general son mujeres muy jóvenes, de entre 18 y 20 años. Eso sí, no hay ninguna menor”, añade el mando policial.

Mercado de palés

Las mujeres están las 24 horas del día, haga frío o calor, llueva o luzca un sol de justicia. La zona se ha convertido en un auténtico estercolero, donde abundan los preservativos usados y los papeles tirados en los márgenes de las calles. Las prostitutas se sitúan separadas varios metros para dejarse distancia y que los clientes puedan verlas. En invierno, existe hasta un mercado de palés. Algunos se dedican a suministrar estas maderas que las usan para hacer fogatas y luchar contra el frío.

Según reconoce la policía, las excusas que ponen los clientes para no ser sancionados son de todo tipo. Aseguran que les estaban preguntando por la dirección de una calle o por la estación del metro. “¿Pero como te va a decir nada si no sabe ni decir hola en español?”, bromea un agente de la Ucrif. Otros afirman que es su novia o un familiar. “Muchos nos dicen que les vamos a arruinar la vida o que les va a costar el divorcio. De poco les sirve, la denuncia se la llevan”, concluye el oficial de policía.

“La ‘ley mordaza’ nos ha favorecido, y mucho”

La presidenta de la asociación de vecinos de la colonia Marconi (unos 3.000 residentes), Mabel Díaz, reconoce que la Ley de Seguridad Ciudadana ha permitido acabar con el problema de prostitución en las cercanías de sus viviendas. “La ley mordaza nos ha favorecido, y mucho. Las prostitutas ya no están al lado de nuestras viviendas como ocurría antes, que las teníamos nada salir”, afirma Díaz.

Las mujeres se han desplazado a otra parte del barrio, al llamado polígono del Gato, en la zona sur de Villaverde. “Estamos contentos porque ya solo queda algo residual. Nuestra calidad de vida ha mejorado. La colonia es como un pueblo donde nos conocemos todos. Hay muy buen ambiente”, añade la presidenta.

Díaz también lanza una pregunta a los responsables del Ayuntamiento de Madrid: “¿Cómo es posible que otras ciudades, como Barcelona, Valencia o Alcalá, tengan una ordenanza que regula el uso cívico de la calle y Madrid todavía esté sin ella?”.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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