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PATRIMONIO

Las 17 monjas de Valdemoro

El Convento de las Clarisas de Franciscanas es declarado Bien de Interés Cultural en su 400 aniversario

Vista aérea del Convento de las Clarisas Franciscanas de Valdemoro.
Vista aérea del Convento de las Clarisas Franciscanas de Valdemoro.

El convento de las Clarisas Franciscanas de Valdemoro, a media hora de Madrid, va a festejar su 400 aniversario con su declaración como Bien de Interés Cultural. Sobre el dintel de la fachada orientada al norte, aparece una imagen de Santa Clara flanqueada por dos pétreos escudos nobiliarios: el del linaje de la Casa de la Cerda, herederos de Alfonso X, y el blasón del ducado de Lerma. Un honor hacia el primer duque de Lerma, Francisco de Sandoval y Rojas, señor de Valdemoro, valido de Felipe III e impulsor de este cenobio femenino de clausura inaugurado en 1616.

El duque de Lerma, poderosísimo favorito del pío monarca, ideó el convento para trasladar allí a las mujeres de su linaje que decidieran profesar votos,según se explica en una detallada exposición que relata la historia del monasterio. El duque tuvo la idea porque el monasterio de las Descalzas Reales se hallaba ocupado casi al completo por religiosas directamente emparentadas con la realeza, dejando sin hueco a las hijas de la nobleza.

El convento de Valdemoro ocupa hoy una extensión de unas cuatro hectáreas en pleno casco histórico del pueblo. Posee el mismo estilo del que dotara a sus edificios el arquitecto Juan Gómez de Mora, autor de la Casa de la Villa y la cárcel de la Corte madrileñas. Fue obra de su alarife Pedro de Lizargárate y su tracista, fray Alberto de la Madre de Dios. Presenta fachadas con hiladas de ladrillo con aparejo toledano que alternan con cajones de mampuesto adensado, típicas del siglo XVII. Posee varios cuerpos edificados y engarzados, rematados con una espadaña, más claustro, fuentes y jardincillos; muestra asimismo un espacioso huerto con más de 200 árboles. Y en su copioso archivo conventual —“en trance de digitalización”, explica María Jesús López Portero, doctora en Historia Moderna y responsable del Archivo Municipal— duerme buena parte de la vida civil y económica de la cerealera villa de Valdemoro.

El convento, que alberga distintas obras de arte pictórico e imaginero, sufrió durante la invasión francesa en 1808 y la Guerra Civil (1936-1939). En esta última, el frente de batalla se desplegó por las inmediaciones de Valdemoro y un proyectil de obús cayó sobre la cubierta del templo destruyendo parcialmente la iglesia, si bien el retablo, permaneció intacto. El convento fue restaurado en 1941 y una segunda vez en los años setenta. Hoy es considerado como uno de los que presenta mejor estado de conservación de la Comunidad.

A finales del siglo XX, el envejecimiento de las religiosas —quedaban cuatro monjas— llevó a las autoridades eclesiásticas a trasladar hasta Valdemoro a otra comunidad de clarisas franciscanas que moraba en Soria. El monasterio femenino es habitado hoy por 17 monjas de clausura; la apertura al público de nuevas áreas del convento requiere autorización papal, según fuentes municipales.

La personalidad de Valdemoro viene subrayada asimismo por albergar un cuadro de Francisco de Goya, en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, y por ser, desde 1853, la “capital” de la Guardia Civil, que mantiene allí su escuela de Guardias Jóvenes. El pueblo fue morada del escritor Pedro Antonio de Alarcón y de la familia del periodista Mariano José de Larra.

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