Cena en el museo
El museo Thyssen une a sus propuestas culturales una gastronómica en sus terrazas
Si algo bueno tiene el verano es que transforma Madrid: el rigor del calor cambia el ritmo; los guiños playeros toman la ciudad y algunos sitios se transforman. Es lo que ocurre en el museo Thyssen (Prado, 8), que a sus propuestas culturales unen una gastronómica en sus terrazas. Sobrevolando el paseo del Prado aparece El Mirador (en torno a 50 euros por persona), un lugar tranquilo, con unas vistas impresionantes del barrio de Los Jerónimos y un toque elegante. Su cuidada carta no es muy extensa: una decena de entrantes, cuatro platos de carne (cochinillo, mollejas, solomillo de buey o hamburguesa de pato) y otros tantos de pescado (bacalao, atún rojo, suquet de rape y tacos de merluza). “Mejor concentrarnos en unos platos muy cuidados que en una propuesta inabarcable”, cuentan desde la cocina, responsabilidad de Antiguo Convento Catering.
Nada más arrancar, el carpaccio de langostinos y carabineros con aceite de erizos corrobora la atención que ponen a cada propuesta. Además de la buena cocina, posee una extensísima carta de vinos con muchas denominaciones de origen; precios variados (botellas desde 20 euros hasta 90 e incluso alguna rareza que vale más) y una amplia oferta de champán.
El Mirador solo abre dos meses (hasta el 3 de septiembre) y solo por la noche: de martes a sábado (de 20.30 a 1.30). El resto de días se puede visitar Las Terrazas, en el patio de entrada (abiertas lunes de 12.00 a 16.00; de martes a sábado de 12.00 a 1.30; domingos de 12.00 a 19.00). Inspiradas en un club de playa, alivian el calor bien con un picoteo (hamburguesas, tartar o ensaladas; desde 25 euros por persona) o bien con alguno de sus cócteles. Pero sin duda, el mejor lugar para tomar una copa es arriba, en El Mirador, donde tras la cena y escuchando el tintineo de los hielos, los comensales se pueden quedar admirando el verano madrileño.
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