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Terrazas

Aquí no hay playa, pero sí azoteas

La gran propuesta para el verano son un clásico de la capital: terrazas y azoteas en las que uno se puede refrescar con una copa

Vistas desde la terraza, con piscina, del Hotel Emperador.
Vistas desde la terraza, con piscina, del Hotel Emperador.

Aunque Alaska y Mario celebraran aquí su boda y a pesar de toda la mitología que se puede construir durante el medio siglo que lleva abierta, dejarse ver por la terraza del Hotel Emperador (Gran Vía, 53; entrada, 38 euros entre semana y 48 los fines de semana) sigue siendo un must del estío capitalino. Farándula, vistas espectaculares y la piscina con mayor altitud y longitud del centro (10 metros de ancho por 15 de largo, y hasta tres de profundidad). “Somos el único hotel con una tan grande”, defienden sus responsables.

La propuesta acuática de Gymage (calle de la Luna, 2; entrada 12 euros, 17 el fin de semana) es de dimensiones más modestas, pero no merma su capacidad inspiradora. Pocos chiringuitos urbanos te sacan de la ciudad y te trasladan, aunque sea un rato, a un ambiente ibicenco: mobiliario blanco (hamacas, tumbonas, sofás) sobre césped artificial, y música chill out. Abren hasta pasada la madrugada, y es posible comer a cualquier hora del día o de la noche.

Saliendo de la urbe se puede disfrutar de jazz junto al embalse de Los Arroyos. Es la propuesta de El Náutico (calle Treinta y Uno, final, Navalquejigo). De estilo levantino, ofrece hasta 12 platos de arroces, desde negros con chipirones y cebolletas hasta fideuás marineras o melosos con camarones y almejas. Las noches del fin de semana tienen menú degustación por 29 euros y conciertos en directo.

En la azotea del Hotel Mauro Santo Domingo (calle de San Bernardo, 1) la única manera de disfrutar de su piscina sin ser huésped es… ¡sin tocar el agua! “Hemos instalado una plataforma que se eleva y ejerce de solárium por el día para convertirse en suelo acristalado al atardecer, momento en que se convierte en Sunset Lookers [un mirador para disfrutar de la puesta de sol]”, cuentan desde el establecimiento. “Está abierto a todo el que quiera venir a ver atardecer y tomarse algo tranquilamente”, añaden.

También inspirados por el atardecer, en La casa de tócame Roque (avenida de Madrid, 22, Valdemorillo) proponen sus Sunset Dinners: cenas durante las que se pueden contemplar espectaculares puestas de sol con la sierra de fondo. El precio (entre 15 y 24 euros) incluye un salmorejo fresquito al llegar, para apaciguar la canícula, así como un par de estilosas gafas de sol para cada comensal.

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