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Puigdemont se someterá a una cuestión de confianza en septiembre

El 'president' gana varios meses de tiempo y traslada toda la presión sobre su futuro a la CUP

Carles Puigdemont llega al Parlamento catalán.Foto: atlas | Vídeo: Massimiliano Minocri

El veto de la CUP a los Presupuestos de la Generalitat tendrá repercusiones el próximo mes de septiembre. El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha anunciado este martes que se someterá entonces a una cuestión de confianza tras dar por hecho que el bloqueo de los anticapitalistas supone el fin del pacto de estabilidad que daba vida al Gobierno de Junts pel Sí. Con esa decisión, tomada el pasado lunes en una reunión en la sede de Convergència, Puigdemont gana varios meses de tiempo y traslada toda la presión sobre su futuro a la CUP, que tendrá que decidir si liquida al Gobierno que lidera el proceso independentista. 

El anuncio de Puigdemont ha sido el culmen al debate sobre las enmiendas a la totalidad a los Presupuestos. La votación ha reflejado la derrota de Junts pel Sí: sus 62 diputados han perdido ante los 72 de todos los grupos de la oposición, incluida la CUP. Ha sido entonces cuando el grupo que apoya al Ejecutivo ha pedido un receso de media hora. Puigdemont ha reunido a su Gobierno y al grupo parlamentario en una sala de la cámara y les ha avanzado lo que iba a trasladar poco minutos después. Desde el exterior se han escuchado dos tandas de aplausos. Pero a la salida, un diputado le decía sorprendido a otro: “¡Pero se va a suicidar! ¡Se va a suicidar!”.

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En la cámara, Puigdemont ha cargado las tintas contra la formación asamblearia, ha confesado “tristeza y decepción” por su comportamiento, ha admitido que no cuenta “con la mayoría necesaria” para llevar a cabo su programa político y ha concluido que “no tengo ningún interés en alargar injustificadamente el mandato. Yo quiero hacer la independencia”.

Lo siguiente ha sido el anuncio de la cuestión de confianza, que ha argumentado por el interés de evitar suspicacias que generaría un adelanto electoral. Con la ley catalana en la mano, el presidente no podría disolver la cámara hasta el 4 de agosto y después tendría que esperar entre 40 y 60 días para fijar la convocatoria electoral. Con su propuesta, los comicios se retrasarían unas semanas más.

Pero no es baladí. Convergència ya habrá superado y consolidado el congreso fundacional que celebrará en julio y el ambiente independentista volverá a estar caldeado tras la celebración de la Diada, factor que puede beneficiar a las formaciones independentistas. Y un elemento más: por esas fechas la CUP, a la que las presiones internas y externas acaban dividiendo, tendrá que decidir si sus votos, más visibles que nunca, sirven para poner fin al Gobierno que ha hecho de la hoja de ruta independentista el principal eje de su programa de Gobierno. Votar en ese sentido podría tener negativas repercusiones en las urnas.

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El presidente de la Generalitat tomó la determinación de plantear la cuestión de confianza en una reunión con pocos asistentes celebrada el lunes en la sede de Convergència, cuando ya todos daban por asegurado el veto de la CUP, pese a que se mantenían los puentes de diálogo. Ya Artur Mas, ante las reticencias de la CUP a investirle presidente, propuso a finales del año pasado que si era presidente se sometería a una cuestión de confianza para que evaluasen su labor de gobierno. Los anticapitalistas rechazaron todas las propuestas que dieran el Gobierno a Mas.

En la Generalitat eran conscientes desde hace dos semanas que el escenario de futuro era incierto. Finalmente Puigdemont ha preferido romper la alianza antes que sufrir otra humillación de sus socios —no superar la ley más importante que pasa por una cámara legislativa cada año— y mantenerla. Convergència no estaba dispuesta a volver a repetir un capítulo como el de enero, que acabó con Mas.

La CUP no se siente responsable de la situación de debilidad en la que ha dejado al Ejecutivo autonómico. E incluso, a través de su cuenta de Twitter, dos de sus diputados han abierto la puerta a salvar la cabeza de Puigdemont. “Cuestión de confianza. Si del desencuentro podía salir algo bueno, es esto. Renovar el acuerdo en base a una hoja de ruta compartida”, ha dicho Albert Botran. “Confianza toda Carles Puigdemont, hoy y en 4 meses. Por la independencia, vamos”, se ha sumado Mireia Boya. Su respuesta al órdago del presidente de la Generalitat ha contrastado con la argumentación política que ha hecho Eulàlia Reguant para defender la enmienda a la totalidad de los anticapitalistas, en la que ha sostenido que Junts pel Sí y la CUP “son dos proyectos políticos diferentes” y “no fuimos juntos a las elecciones”.

Tras conocer el veto, el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ha pedido a Junts pel Sí que “se baje del monte” y abandone la alianza con la CUP

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