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Primavera Sound: Primer baño de multitudes

Suede se llevaron la palma en una jornada en la que también destacaron Sr Chinarro y Goat

Brett Anderson, vocalista de Suede, durante su actuación ayer por la noche.
Brett Anderson, vocalista de Suede, durante su actuación ayer por la noche.Albert Garcia

La ya tradicional jornada de bienvenida del Primavera Sound, gratuita, congregó a una multitud en el Parc del Fórum, principalmente atraída por Suede, que ejercían de cabezas de cartel. Y en cuanto a multitudes los británicos cumplieron, ya que ante sus ojos se extendió una alfombra inmensa de público al que, eso sí, les costó remover. Y es que no se sabe si Brett Anderson iba demasiado excitado, puede que emocionado por la magnitud de la estampa o es el público estaba demasiado renuente a entrar en el concierto. El caso es que con un repertorio que no jugó a una carta definida, mezclando temas recientes con clásicos, ni tan siquiera la concatenación de piezas como Trash, Animal Nitrate y We Are The Pigs logró conmocionar más allá de a quienes ya lo estaban antes de iniciarse la actuación.

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Pero sin duda a Anderson no se le puede recriminar que no lo pusiese todo encima del escenario, subiéndose a los monitores como marca el estilo de la casa, haciendo el molinete con el micro, saludando en castellano al respetable y abriéndose la camisa como un gitano el día de la boda de su hija. Y así fue avanzando un concierto cuyo fuego escénico en cuanto a entrega apenas prendió entre la multitud. Eso sí, en So Young y Beautiful Ones la alfombra se llenó de pantallas que miraban el escenario por el público. ¿Nuevas formas de implicación y empatía?

Pero la jornada había comenzado antes, con esa estimulante mezcla e público atraído por la gratuidad, que hacía coincidir a un señor que bailaba twist con un grupo de tecno pop de raigambre ochentera como El Último Vecino y a una latinoamericana que con sus hijos danzado a su alrededor sacaba fotos como una profesional. A todo esto, varios dibujantes inmortalizaban las escenas de primera hora de la tarde haciendo dibujos, una suerte de fotos manuscritas, que luego colgarían en las redes proporcionadas por el festival bajo el epígrafe Primavera Graphic Sound. A todo esto, en el escenario, el vocalista de El Último Vecino parecía sugerir que el tiempo no pasa o bien que es circular, ya que además de su sonido, que evocaba por momentos al Aviador Dro más pop, el de Programa en espiral o Selector de frecuencias, vale, sí, también a Joy Division, que parece una referencia más seria, vestía con un estilo aún más ochentero: pantalones de pinza y camisa de rayas bien metidita bajo éstos. Sólo una generosa cadena plateada de negrazo finolis disonaba en aquel vestuario propio de la movida, indicándonos que sí, que ya corre el siglo XXI.

Más tarde se llevó el protagonismo Antonio Luque, el Sr Chinarro, que hizo un concierto espléndido que comenzó lento, como el chup chup de un guiso y luego de pellizcar como un gazpacho fuerte de vinagre acabó lento también con la maravillosa El progreso, cuya letra dice algo tan bonito como “yo creeré en el progreso cuando vengas a darme un beso”. Sí, cualquiera otro hace una rima así y el público le corre a gorrazos, aunque poco más tarde, en la misma pieza, cite al Perec de Las cosas. Pero Luque tiene algo indescifrable que le faculta para bailar en el alambre. Y encima con todo el sentido. Quizás sea su pinta, el único barbudo que no remite a un moderno sino quizás a Holofernes, quizás su actitud seca no por ello exenta de retranca y, sobre todo, le avalan sus maravillosas canciones acunadas en lo cotidiano. La selección que ofreció fue impecable, con varios temas de su último disco y piezas anteriores como Babieca, Los ángeles o Una llamada a la acción. A todo esto el personal guiri había dejado paso al nacional, rey de la pista hasta que comenzó la actuación de Goat, una estimulante y colorista mezcla de música africana, rock cartesiano y psicodelia explicitada con un vestuario recién importado de Dakar y caretas de brujo animista. Ah, ¡y son suecos! Échale guindas a la globalización. Es el Primavera Sound, y pese a que era la fiesta de inauguración, la vista y los oídos no podían descansar. No todos los días pasa el mundo ante las narices.

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