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MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Estreno salvado

La OBC, con Clark Rundell al frente, sale airosa de la ‘Misa’ de Bernstein tras la inopinada enfermedad de su director Kazushi Ono

Kazushi Ono no pudo dirigir el estreno en Barcelona de la Misa de Leonard Bernstein, su gran apuesta para cerrar este fin de semana la temporada de la OBC por todo lo alto. Una súbita enfermedad le obligó a suspender el ensayo del martes y guardar reposo. Con el titular fuera de combate, cabían dos opciones, cancelar o encontrar un sustituto. Para dirigir Beethoven o Mahler sobran candidatos, pero sacar adelante esta monumental y poco programada partitura, en la que intervienen 280 instrumentistas y cantantes, los riesgos se multiplican. El director Clark Rundell aceptó el reto y salvó el estreno de forma admirable.

Hay demasiadas cosas en juego en esta partitura, por los enormes efectivos que requiere y por su híbrida identidad, una combinación, no siempre acertada, de técnicas y géneros como el jazz y el rock con la música clásica. Rundell apenas ha tenido dos días para llevar a buen puerto semejante aventura musical, y lo ha hecho con pericia, flexibilidad y sentido teatral.

'Misa', de Leonard Bernstein

Misa, de Leonard Bernstein

William Dazeley, Bernat Rosés. Coros Madrigal, Lieder Càmera, Cor de Teatre, Coro Infantil Amics de la Unió. OBC. Clark Rundell, director.

Auditori de Barcelona, 29 de mayo de 2016

La teatralidad de esta curiosa Misa, cuyo celebrante enloquece ante la pérdida de fe de los congregados, está en la música y en su estructura, concebida como "pieza de teatro para cantantes, actores y bailarines" y creada por encargo de Jacqueline Kennedy para inaugurar en 1971 el Kennedy Center de Washington. Se mueve a caballo entre el oratorio escénico, la ópera, el concierto y el musical americano, y rompe moldes, pero no siempre con acierto.

Hay escenas muy entretenidas -las que están más cerca del musical-, ecos mahlerianos y buenas melodías, pero también episodios cansinos a lo largo de una celebración, estructurada en 17 partes, que dura 110 minutos. El mérito de Rundell ha sido coordinar bien los esfuerzos, dar seguridad y sacar un notable rendimiento de la colosal plantilla, que incluye partes pregrabadas. Si añadimos que la versión ha tenido fuerza teatral y episodios de gran lirismo, hay que felicitar a Rundell por su extraordinaria labor.

El barítono William Dazeley fue un celebrante sumamente eficaz, con recursos vocales muy variados y, a pesar de los nervios, el niño Bernat Rosés sacó con nota un cometido solista nada fácil. Con garra y ductilidad la masa coral, integrada por los coros Madrigal y Lieder Càmera, Cor de Teatre y el coro infantil Amics de la Unió- y con buen sonido la OBC y la eficaz banda de rock y jazz formada por jóvenes músicos y profesores de la Escola Superior de Música de Catalunya (ESMUC).

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