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Condenada la Generalitat por acusar a unos padres de maltrato y retirarles a sus hijos

Atención a la Infancia confundió unas lesiones cerebrales derivadas del parto con una agresión voluntaria

Marc Rovira

Una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) obliga a la Generalitat a indemnizar con 300.000 euros a unos padres que fueron apartados de sus hijos durante más de dos años tras ser acusados falsamente de maltratadores. La sentencia reprocha la actuación del departamento de Bienestar y Familia que, pese a disponer de informes médicos que atestiguaban la inexistencia de los maltratos, mantuvo a los padres apartados de la custodia de los dos niños durante 25 meses. La Generalitat ha confirmado que acata la resolución y que no recurrirá.

El origen del caso se remonta al 28 de diciembre de 2009. Antonio y Vanesa, vecinos de Altafulla (Tarragonès) y por aquel entonces padres primerizos de un niño que apenas contaba con un mes de vida, acudieron al médico preocupados por el pequeño. Tras una primera exploración donde se le observaron señales de contusiones en el cráneo y un deterioro neurológico acusado, el bebé fue trasladado a urgencias del Hospital Sant Pau de Barcelona. Una vez allí se le diagnosticó una hemorragia cerebral junto con un hematoma subdural y una fractura transversa del hueso frontal izquierdo. El estado del pequeño era grave.

Un informe redactado por un facultativo del hospital refirió que las lesiones eran compatibles con una situación de maltrato. En concreto, alertó de lo que médicamente se conoce como "síndrome del niño zarandeado", un cuadro de daños cerebrales que son consecuencia del reiterado golpeo del cerebro inmaduro contra las paredes internas del cráneo. En dicho informe médico, la referencia a las sospechas de maltrato aparece incluso subrayada con vistoso énfasis. La Dirección General de Atención a la Infancia reaccionó de inmediato y, en 24 horas, retiró la custodia del bebé a los padres pese a que estos insistían en qué en ningún momento habían golpeado al chiquillo.

Los padres iniciaron entonces un largo camino de reclamaciones judiciales y administrativas para reclamar que les devolvieran al pequeño. Incluso se dirigieron al Síndic de Greuges y a la Casa Real. Entre tanto, Vanesa volvió a quedar embarazada y parió otro niño. En septiembre de 2010, a las pocas horas del parto, Atención a la Infancia se presentó en la Clínica Monegal de Tarragona, donde estaba ingresada la madre, y se llevó al neonato alegando que corría riesgo de desamparo.

Diversos informes médicos y psicológicos aportados por el abogado de los padres, Francisco Zapater, insistían en poner en duda el maltrato y referían que las lesiones craneales eran consecuencia de un parto especialmente complicado y prolongado que había dejado secuelas en los huesos de la cabeza del bebé. Incluso la médica forense del juzgado de El Vendrell, Natalia Bodelón, redactó una valoración donde indicaba que "la ausencia de imágenes de golpe y contragolpe", así como la inexistencia de otras lesiones de carácter difuso, "descartarían un probable origen traumático".

El informe de la forense del juzgado lleva fecha de 24 de noviembre de 2010 pero los padres aún tardarían más de un año en recuperar a sus hijos y el asunto no se ha resuelto definitivamente hasta casi seis años después.

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La sentencia, avanzada por el Diari de Tarragona, pone de relieve que la Administración "ignoró las sucesivas pruebas médicas y psicológicas concluyentes acerca de la inexistencia del maltrato" y justifica la condena en el hecho de que este proceder causó "un daño moral en los padres y en los hijos".

El abogado de la familia, Francisco Zapater, lamenta que los pequeños quedaran internos en un centro de acogida durante varios meses, más de dos años en el caso del mayor, y que los padres solo pudieran visitarles "una hora a la semana".

La reclamación inicial pedía una indemnización de un millón de euros a la Generalitat pero, a pesar de que haya quedado reducida a una tercera parte, el letrado mantiene que "en este caso el dinero es lo de menos porque el daño no se puede reparar". "¿Quién les devuelve a estos padres todos los abrazos que no han podido dar a sus niños?".

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