_
_
_
_
_
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Puerta giratoria salafista

Cataluña, con una población musulmana de 400.000 personas, es la comunidad autónoma con un riesgo más manifiesto de radicalización islamista

Las interconexiones del jihadismo en Cataluña tienen sus núcleos de irradiación en algo más de cincuenta mezquitas salafistas. Es la puerta giratoria del viejo fanatismo fundamentalista y teocrático puesto al día en Internet, con un puñado de voluntarios dispuestos a tomar las armas en Siria a favor del Estado Islámico y luego regresar a casa para dar prueba extrema de jihadismo. Se sirven de las redes para propagar su intolerancia y coartar a los musulmanes que estarían dispuestos a respetar el sistema legal del país de acogida e integrarse en nuestros modos de vida.

Un especialista como Gilles Keppel habla ya de la tercera generación jihadista. Cita un caso prototípico. Hace unos meses se supo de un ingeniero sirio educado en Francia, casado con una antigua izquierdista española que ahora lleva el rostro debidamente velado por una nicab, y con derecho al pasaporte Schengen. Su nombre es Abou Mussab al-Souri. Ha ubicado en la web 1.600 páginas en árabe, invocando a la lucha islamista más radical y violenta. Procede de los Hermanos Musulmanes. Mientras que todos los servicios de seguridad estaban tras la pista de Bin Laden, Abou Mussab al-Souri tuvo tiempo para propagar su llamamiento a una resistencia islamista de base ante la Europa tolerante. De esa acción paralela provienen —difundidos en la web— los más recientes ataques jihadistas en Europa. Es un nuevo modus operandi, distinto de Al Quaida. Otra puerta giratoria. Es la tercera generación del jihadismo.

Más información
Todos los artículos del autor

En Cataluña y especialmente en Barcelona, en el perímetro de la izquierda radical-populista actual los temas de seguridad, consustanciales con la convivencia y la defensa de la ciudadanía, generalmente son considerados como una forma u otra de fascismo. Ese fue el psicodrama que beatificó a los sin papeles. En ese panorama, el riesgo del jihadismo no se quiere reconocer aunque por suerte la actuación preventiva de los Mossos d'Esquadra y de los servicios de inteligencia han atajado numerosos peligros potenciales que la sociedad desconoce. Vemos registros y detenciones que solo son la parte sobresaliente de un iceberg. Por supuesto, otros tantos operativos resolutivos no son noticia por el silencio debido a otras estrategias en acción.

Es asombroso que el feminismo radical y la ideología de género sean tan combativos con las formas de vida más estables de nuestra sociedad y callen tanto ante el sojuzgamiento de la mujer en el Islam, en ocasiones en zonas de Cataluña cuyo umbral de asimilación está desbordado y donde los imanes preconizan la negación de los valores mínimos comunes a una sociedad y a un Estado de derecho. Tal vez esa sea una variable de la ideología anti-sistema. Del mismo modo que la propiedad es considerada un sistema coactivo, el jihadismo —según la tesis antisistema— sería el resultado imparable de una opresión del capitalismo occidental en las tierras del Islam. Las excepciones a esta argumentación no importan, ni el caso de la riqueza saudita ni el hecho de que los cientos de millones de chinos que han superado la pobreza antes no se hubiesen dedicado al terrorismo.

Según los datos más fiables Cataluña, con una población musulmana de 400.000 personas, es la comunidad autónoma con un riesgo más manifiesto de radicalización islamista, especialmente en el área metropolitana de Barcelona. El número de centros de culto también es el más elevado, el 20% de toda España. El riesgo se expande hacia Levante. De este modo, el porcentaje de voluntarios para enrolarse en el ejército del nuevo califato del Estado Islámico también es el mayor. Y esos jihadistas, como está comprobado, algún día regresan para seguir de una u otra forma con sus postulados violentos.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Hace ya unos años, el presidente de la asociación cultural árabe Atlas, el marroquí Omar Charach, advirtió de que los imanes se hicieron con dinero público gracias a las subvenciones y lo utilizaron para inculcar el jihadismo. Uno se pregunta con qué criterio se adjudicaron y se adjudican las subvenciones. ¿Apaciguamiento, futura adhesión a la Cataluña independiente, afán candoroso de integración? Destacados expertos en terrorismo jihadista consideran que Barcelona pudiera ser un objetivo de esa tercera generación, la de los lobos solitarios, dispuestos al ataque terrorista suicida y a la autoinmolación, como ha ocurrido recientemente en París y Bruselas. Es el objetivo jihadista: fragilizar las sociedades abiertas, alterar los usos de la tolerancia, imponer el gran califato.

Valentí Puig es escritor

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_