_
_
_
_
_

Una exasesora de la Fundación Arpegio asegura que no existía ningún control

Elisa de La Nuez llegó a la conclusión de que el acceso a los contratos se realizaba a través de contactos personales o políticos

Esther Sánchez

Elisa de la Nuez, asesora de la Fundación Arpegio de mayo a diciembre de 2008, ha indicado en su comparecencia de hoy ante la Comisión sobre la Corrupción de la Asamblea de Madrid, que en dicha institución “no había criterios profesionales ni controles para decidir que se hiciera una cosa u otra”. "Me parece perfectamente posible que se pudiera desviar dinero", concretó debido a las características de la empresa. Tampoco contaban con procedimientos de selección de proyectos y no se conocía la razón por la que se pagaba un importe u otro. Todo ello a pesar de que la Fundación tenía un presupuesto en 2007 de entre siete u ocho millones, que le había transferido la empresa pública Arpegio", ha dicho.

De la Nuez fue contratada por la Fundación Arpegio cuando era su máximo responsable la consejera de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio Beatriz Elorriaga, que fue quien la llamó y que “estaba preocupada” por la gestión de la fundación. Su misión era establecer unos sistemas de control en la contratación y en los procedimientos internos para mejorar la ejecución de proyectos y su seguimiento, porque había cambiado la legislación que hasta ese momento era bastante laxa con el control de las fundaciones.

Una de las preocupaciones de Elorriaga era que se firmaban “muchos convenios y no parecía que se hiciera un seguimiento del cumplimiento de sus objetivos”. Porque esa salida de dinero público a otra entidad, se realizaba de una forma que parecía “te doy el dinero y ya está”.

Entre otras iniciativas, planteó limitar la capacidad para adjudicar gasto de la directora general de la Fundación, Carmen Plata, una persona que, en su opinión, “no tomaba decisiones, no pintaba nada”. “Yo creo que el que decidía era el señor Granados (por Francisco Granados, ahora en prisión por la trama Púnica) y su entorno”, especificó. También indicó que se oía hablar de la “jefa” y que ella interpretó que se referían a Esperanza Aguirre, pero no tiene ninguna prueba de ellos. “Son conclusiones que saco yo”. En varias ocasiones repitió que ella no vio nunca ni a Granados ni a Aguirre. Tampoco habló nunca con la sucesora de Elorriaga en la consejería, Ana Isabel Mariño.

De La Nuez ha asegurado que entregó un plan de trabajo a Elorriaga, que cree que no se aplicó porque cesó y fue sustituida por Ana Isabel Mariño. Entonces se quedó “un poco en tierra de nadie”. Ha relatado que a partir de ese momento le “dieron largas”. Piensa que la nueva consejera no tenía tanto interés en hacer un funcionamiento más profesional. En cuanto a la directora general “me veía como una especie de espía de la consejería”.

A la pregunta de los diputados de la razón por la que se creó la Fundación, De la Nuez indicó que lo desconocía. “Tenía un objeto muy amplio, lo mismo servía para un roto que para un descosido”, ha remarcado. Sobre los diversos proyectos que llevó a cabo la fundación, solo ha dicho recordar la construcción de un órgano en una iglesia por unos 266.000 euros, “porque ese no era su cometido”.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_