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Prat y Cabado tramaron negocios aprovechándose de la sanidad pública

El expresidente del ICS y el antiguo sindicalista proyectaron un gran hospital en Rumania

Oriol Güell

Josep Prat, principal imputado del caso Innova, y Luis Cabado, que amasó una fortuna gracias a sus cargos institucionales, aprovecharon su posición para planear juntos negocios privados a costa de la sanidad pública. Así lo ponen de manifiesto una veintena de correos electrónicos a los que ha tenido acceso EL PAÍS, que revelan cómo ambos trataron de participar en la construcción de un gran hospital en Rumania aprovechándose de la posición de Prat como presidente del Instituto Catalán de la Salud (ICS). Este último, además, asesoró a Cabado para que lograra más ingresos del ICS en contra de los intereses de la propia entidad.

Los correos que Cabado mandaba desde su cuenta en la fundación Fudinca —de la que es presidente vitalicio y que ingresa cerca de 400.000 euros anuales de fondos públicos—, muestran como el exsecretario del sindicato Satse utiliza este cargo para introducirse en todo tipo de negocios relacionados con la sanidad pública. Y cómo Prat es uno de sus aliados para lograrlo.

El 11 mayo de 2011, por ejemplo, una funcionaria del ICS remitió a Oliverus, empresa propietaria de la sede del sindicato Satse en la calle Pelai, un correo electrónico instando a la sociedad a firmar un nuevo contrato de alquiler. Oliverus fue la sociedad que Cabado utilizó para quedarse a escondidas de todo el mundo con las oficinas de Satse, sindicato que dirigió durante casi dos décadas, gracias a las ayudas que la Generalitat da a las fuerzas sindicales, según reveló este diario la semana pasada. El ICS, sometido a duros recortes, quería rebajar las rentas mensuales que pagaba por el inmueble. La funcionaria que firma el correo, sin saber quién está detrás de Oliverus, propone una reunión el 19 de mayo para agilizar los trámites.

 Un día después de recibir el correo, Cabado se lo reenvía a Prat y añade varias frases reveladoras: “Te remito carta que ha enviado el ICS a Oliverus para firmar contrato de los pisos de Pelai, creo que es con la reducción del 40% [...] Me aconsejaste que esperara, pero han enviado esta carta [...] El gerente del ICS no tiene ni idea [de] de quién es el propietario...”.

Tres semanas después, la funcionaria insiste: “No podemos demorar la firma del contrato”, avisa, y cita a la empresa a una reunión convocada para el 8 de junio. Cabado, de nuevo, recurre a Prat pidiéndole ayuda: “Me han dado fecha límite el 8 de junio [...] Como nos vemos el día 6 ya me dirás qué debo hacer”.

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Un portavoz del ICS asegura que “en el mes de mayo de 2011 se firmó el último contrato [entre el ICS y Oliverus], en el que se realizó una rebaja del 42% respecto al que se estaba pagando en el mes anterior”, por lo que las gestiones hechas por Cabado ante Prat no tuvieron éxito. Este importante descuento confirma lo afirmado por una fuente conocedora del caso a este diario hace una semana: “Durante años, y hasta los recortes, la Generalitat no controló demasiado el importe de los alquileres, lo que permitió a Cabado cobrar durante mucho tiempo unas rentas por encima del precio de mercado”.

Cabado y Prat también participaron en el proyecto para construir un gran hospital en Rumania. El plan estaba dirigido por una empresa de Estados Unidos (MIC & Associates) en colaboración con otra española (Fase 3 Consulting). Cabado, explican los directivos de ambas sociedades, fue el hombre que les “abrió las puertas del ICS gracias a su relación con Prat”.

Según los correos y cartas intercambiados entre los participantes en el proyecto, Prat recibió a los inversores en la sede del ICS. “Me sentí impresionado al reunirme con un alto cargo como él en la gran sede del ICS en Barcelona”, explica Stefan Minovici, dueño de MIC. “Esa reunión nos permitió mostrar músculo ante los estadounidenses”, admite un directivo de Fase 3.

Minovici remitió a Prat una carta escrita en inglés el 4 de febrero de 2012 agradeciendo “el honor” de haberse “reunido personalmente con usted y su distinguido equipo”. La carta anima a una entidad que Minovici denomina “Grupo Catalán de Salud” a “desarrollar un nuevo modelo catalán de medicina en Rumania” y le invita a visitar Rumania para observar sobre el terreno las oportunidades de negocio. Según ambas empresas, este viaje se realizó pocas semanas después y en él participó Cabado, pero no Prat.

El papel de Cabado y Prat en el proyecto, según la carta y otros documentos, era convertirse en el socio sanitario que aportara la experiencia de un “modelo que ya se ha llevado a cabo en España”, en palabras de Minovici. La cuestión, sin embargo, es que el ICS es un ente dependiente de la Generalitat que en ningún caso puede involucrarse en un proyecto de estas características fuera de Cataluña. El nombre “Grupo Catalán de la Salud” parece ser algo así como una marca comercial que, si el proyecto hubiera salido adelante, habría sido un negocio enteramente privado para sus promotores.

El proyecto, sin embargo, fracasó, en buena parte por las malas relaciones entre MIC & Associates y Fase 3, que se intercambian duros reproches. Sobre el papel de Cabado y Prat, Minovici afirma que “jamás fui informado de que hubiera algún conflicto de intereses por la participación del ICS, Prat o Cabado”.

Investigacion@elpais.es

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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