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Un mosso mata a su mujer y se suicida en Sant Feliu de Llobregat

El agente prestaba servicio en Ciutat Vella, llevaba un mes de baja psicológica y cometió los hechos con el arma reglamentaria

Imagen del domicilio del mosso d'esquadra en Sant Feliu de Llobregat que asesinó a su mujer. A.GarciaFoto: atlas
Alfonso L. Congostrina

Elisa se ha despertado hoy sobresaltada. La jubilada lleva decenas de años viviendo en la calle Joan Maragall de Sant Feliu de Llobregat (Baix Llobregat). Habían pasado varios minutos de las 7.30, todavía vestía con pijama y bata cuando el silencio de una calle casi peatonal se rompió por los gritos de unas niñas en un balcón “Va a matar a mi madre”. La anciana salió a la calle. “Vi a la hija de Cristina junto con su prima, luego... escuche cuatro disparos”, recordaba aterrorizada. Miguel Ángel, un mosso d'esquadra de 45 años, fue el autor de los tiros. Llevaba dos años ennoviado con Cristina, de 37. La mató y, luego, se suicidó.

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El vecino del 117 acababa de llegar a casa después de una jornada laboral como vigilante de seguridad. Eran las siete de la mañana cuando escuchó como discutían Cristina y Miguel Ángel. “Mentiroso”, se oía. El mosso ya no vivía allí “se estaban separando”, aseguraba una amiga de la víctima. Miguel Ángel estaba destinado en la comisaría de Ciutat Vella de Barcelona pero llevaba casi un mes de baja psicológica.

Minutos antes de que comenzara la discusión, la hermana de Cristina —que vive también en el 115 de la misma calle— había llevado a su hija a la casa donde tuvo lugar el tiroteo. La sobrina y la hija de Cristina van cada día juntas al mismo colegio, las Mercedarias.

El agente empujó a las dos menores hacia el balcón y las encerró. Las niñas gritaron pidiendo ayuda. En décimas de segundo Miguel Ángel disparó tres tiros sobre Cristina. Los vecinos aseguraban ayer que se escuchó un breve silencio y una cuarta detonación. Tras acabar con la vida de su exnovia, Miguel Ángel se suicidó disparándose en la cabeza. Las menores permanecieron abrazadas y en silencio en una esquina del balcón.

Los vecinos salieron a la calle y una patrulla de la policía local llegó al lugar. Un vecino colocó una escalera de mano para intentar bajar a las niñas. La evacuación no era segura.

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Al cabo de unos minutos llegaron las ambulancias del Sistema de Emergencias Médicas (SEM) y los Mossos d’Esquadra. Los cadáveres de Cristina y Miguel Ángel estaban en el suelo de la vivienda. Las niñas fueron evacuadas por el interior de la casa y un equipo de atención psicológica se ocupó de ellas. El ex marido de Cristina —y padre de la menor— se hizo cargo de la custodia de la niña. Comenzó entonces una investigación que está bajo secreto de sumario. 

El arma reglamentaria

La pistola con la que Miguel Ángel mató, supuestamente, a Cristina es la misma arma con el que llevaba diez años trabajando. Un médico le firmó la baja por motivos psicológicos hace un mes. Los policías tienen un arma asignada que pueden guardar en la comisaría o llevarse a su domicilio. Aun así, si el agente esta de baja más de un mes es obligatorio que la pistola quede depositada en los armeros correspondientes. Miguel Ángel llevaba de baja desde Semana Santa, más o menos el mismo periodo de tiempo que había acabado su relación con Cristina. Una amiga de la víctima aseguraba ayer que el mosso “no aceptaba” la nueva situación. 

Pese a que la causa de la baja era un motivo psicológico, el policía no había entregado el arma, ya que el protocolo no distingue entre baja física o psicológica.Los Mossos no han querido dar explicaciones y una portavoz del mismo se limitó a asegurar: “Se ha abierto una investigación interna”.

Cristina tenía un bar, el Atipat. Lo traspasó a unos empresarios asiáticos en abril de 2014. A diez metros del bar donde trabajó varios años está el Ayuntamiento, el lugar desde donde el alcalde Jordi San José ha decretado dos días de luto.

Miguel Ángel nació en Granada y llevaba una década como mosso .Antes había sido profesor de matemáticas y piloto de aviones comerciales. Había estado destinado en varios equipos de la comisaría. Algunos compañeros aseguraban: “Era un tipo raro”.

 

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