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El conflicto laboral en el metro alarga el tiempo de espera en las estaciones

Los maquinistas apuran los tiempos de salida de los convoyes en cada estación

Dani Cordero
El metro de Barcelona.
El metro de Barcelona.ALBERT GARCIA

El conflicto que enfrenta a la dirección de Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) y a la plantilla del metro está teniendo efectos sobre los usuarios incluso los días en que los sindicatos no convocan paros o entre las horas en las que no está prevista la protesta. Desde que las negociaciones se enquistaron, los maquinistas están llevando a cabo un “escrupuloso” cumplimiento del código de circulación —según ellos mismos—, lo que está llevando a que el tiempo medio de espera en los andenes se estén alargando más de lo que es habitual. Representantes de los trabajadores evitan hablar de huelga de celo y la compañía se limita a comentar que, efectivamente, en las últimas semanas se ha producido “una pérdida de la oferta de transporte de entre un 8% y un 11% según la línea”.

TMB afirma que hay multitud de quejas de usuarios por la injustificada lentitud del servicio en determinadas zonas, que puede suponer 30 o 40 segundos más de lo que es habitual. De promedio el desfase es de en torno al 10%. El líder de UGT en Metro, Carlos González, señala que la plantilla está “cumpliendo escrupulosamente el ordenamiento interno de circulación, cuando antes no se hacía”. Se refiere al hecho de que los maquinistas de los trenes esperan a que el reloj que hay en la entrada al túnel en cada estación, junto al semáforo, se ponga a cero antes de dar la señal de salida, cerrar las puertas y reiniciar la marcha. Ese reloj intenta que las distancias entre trenes no sea ni excesivamente corta (por seguridad) ni larga (por optimización de la línea).

Si no fuera por fuerza mayor, no hacer caso del reloj podría ser motivo de expediente para un maquinista. Por ello lo cumplen a rajatabla pero apurándolo para generar igualmente retrasos en el paso de trenes. Al final de la jornada cada tren acaba pasando menos veces de lo habitual por cada estación.

Otra de las medidas que utilizan para mostrar su disconformidad pasa por conducir los trenes a una velocidad inferior a la que es habitual. Esa, sin embargo, solo se puede aplicar en la línea 4 porque en el resto de líneas la conducción es semiautomática y los maquinistas solo se encargan del control del embarque de pasajeros y la salida. Y una tercera es la de ir al servicio al final de la línea y demorar más de la cuenta la salida. González explica, sin embargo, que no se está utilizando porque podría suponer sanciones para los maquinistas. “Si quisiéramos boicotear el servicio eso sería lo más extremo”, dice González.

Las medidas de presión de los trabajadores continúan a la par que esta semana se han reemprendido las conversaciones para pactar el convenio. El martes pasado se puso al frente de las negociaciones una inspectora de Trabajo como presidenta de la mesa de negociación. Si no hay avances que convenzan a los representantes de los empleados, los sindicatos tienen el mandato de la asamblea de trabajadores de realizar nuevos paros el próximo día 25 de abril y otro el 27 o el 28, todavía por decidir. Desde el inicio del conflicto se han convocado y celebrado tres huelgas de 24 horas y dos paros parciales.

Este lunes por la mañana, antes de las 7.00, hora en la que comenzaba la huelga, estas medidas ya se estaban aplicando, por lo menos en la L1, lo que ha provocado retrasos considerables. El metro esperaba hasta un minuto desde que se abrían las puertas hasta que retomaba la marcha.

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Sobre la firma

Dani Cordero
Dani Cordero es redactor de economía en EL PAÍS, responsable del área de industria y automoción. Licenciado en Periodismo por la Universitat Ramon Llull, ha trabajado para distintos medios de comunicación como Expansión, El Mundo y Ara, entre otros, siempre desde Barcelona.

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