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Obras en tiempo real para tiempos convulsos

El centro Arts Santa Mònica de Barcelona apuesta por el arte eléctrico y digital

'The Pirate Cinema', de Nicolas Maigret.
'The Pirate Cinema', de Nicolas Maigret.

Una larga fila de metrónomos acoge con su inquietante cacofonía el visitante de la exposición Real Time. Arte en tiempo real, abierta en el centro Arts Santa Mònica de Barcelona, hasta el 10 de abril. La obra The Rhythm of the City de Mar Canet y Varvara Guljajeva se nutre de los datos de tráfico de las principales redes sociales, los geolocaliza en diez metrópolis y los traslada al tradicional medidor de tiempo, reproduciendo de ese modo el ritmo de la vida digital de estas ciudades. “Nos inspiramos en un estudio de los años 70 sobre la relación entre la dimensión de una ciudad y la rapidez de sus transeúntes”, indica la pareja de artistas hispano-lituana, cuya presencia internacional se está multiplicando a la misma velocidad que caracteriza la vida contemporánea.

Precisamente de rapidez, conexión permanente y capacidad de reaccionar de forma inmediata, trata la muestra comisariada por Pau Waelder, que reúne obras de trece artistas sobre el concepto de tiempo real.

Se nutren de información permanentemente actualizada también Ecotone de Thierry Fournier, que genera un paisaje infinito a partir de la captura de tuits que expresan un deseo y las dos obras de Martin Callanan: una va enumerando los vuelos que despegan de todos los aeropuertos del mundo y la otra, gracias a un software creado por el artista, reúne las portadas de centenares de periódicos de los seis continentes en una progresión sin fin.

Literatura electrónica

Narrativa hipertextual, poesía cinética, interlocutores virtuales, ficción interactiva, historias generadas informáticamente, performances literarias, escritura colaborativa a través de Internet, novelas en forma de e-mails y por supuesto blogs de todo tipo. Los inéditos formatos literarios surgidos de las nuevas tecnologías abren un fascinante abanico de posibilidades a lectores y autores. Lo demuestra La palabra pixelada, una exposición comisariada por Laura Borràs y Giovanna di Rosario, que ofrece una aproximación histórica a estos formatos a través de medio centenar de obras, casi todas disponibles en la web www.eliterature.org. Considerado el gran numero de proyectos, que en su mayoría requieren interacción y cierto tiempo de atención, las comisarias han elaborado diversos recorridos que enlazan las piezas con líneas de color, parecidas a las de los aeropuertos. La muestra, que arranca con la contaminaciones entre digital y analógico de las obras de Borges y Apollinaire, despliega la evolución de la literatura electrónica desde la tiranía del código, que da título a una obra de Eugenio Tisselli y los mosaicos de imágenes poéticas infinitamente recombinables de Jason Nelson, hasta las aplicaciones más actuales para pantallas táctiles, que reclaman nuevas prácticas de lectura.

El alud de datos y estadísticas que se generan en la red, permiten a Rafael Lozano-Hemmer crear un reloj que marca la hora utilizando parámetros como las especies animales que se extinguen cada día o las defunciones por tabaco en Estados Unidos. En cambio Carlo Zanni usa los datos para crear un vídeo de acción ambientado en Egipto, en homenaje a la película de culto Los tres días del cóndor, que se genera cada vez que se proyecta. “Las imágenes se editan en tiempo real en función de una serie de datos sobre Egipto, como la corrupción o la proporción de mujeres en política”, explica Zanni, que también expone un libro, traducido a 111 idiomas, redactado junto con Google Scribe, una herramienta ya en desuso. “Yo sólo escribí las palabras iniciales que aparecen en negrita, todo lo demás fue generándose solo y sorprendentemente trata de forma coherente temas candentes como corrupción y consumismo”, indica.

Junto con el centro de producción Hangar, Santa Mónica ha producido Capture, una instalación de Gregory Chatonsky basada en un software que genera constantemente archivos digitales vinculados a una banda de rock inexistente. El grupo se hace real a partir de tal avalancha de música, vídeos, imágenes y merchandising, producida a tal ritmo que resulta imposible seguir toda su producción. La muestra, que se cierra con los relojes de Katie Peterson que marcan la hora de los planetas del sistema solar, se inauguró con la performance de Clara Boj y Diego Díaz, Las calles habladas. Los artistas, conocidos por sus proyectos híbridos que combinan espacios virtuales y físicos, realizaron una deriva situacionista digital por el Raval, retransmitiendo a través de unos megáfonos la información de la zona extraída de Internet. “Hemos creado una aplicación para teléfonos inteligentes, que cualquiera puede descargar gratuitamente para llevar a cabo su propia exploración urbana”, explica Díaz.

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