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La Sagrera, escéptica ante las 3.000 plazas de hotel del plan turístico

Los comerciantes lo apoyan y algunas asociaciones de vecinos dudan que lleguen turistas

Carlos Orquín
Vista del entorno de la futura estación del AVE de La Sagrera.
Vista del entorno de la futura estación del AVE de La Sagrera.C. Ribas

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, quiere centrifugar el turismo a la periferia. El Plan Especial Urbanístico de Alojamientos Turísticos (PEUAT) presentado a finales de febrero no prevé reducir el número de hoteles, pero los envía a los barrios. La Sagrera es una de las zonas que tiene previsto un crecimiento mayor, de hasta 3.000 camas de hotel, junto con La Marina del Prat Vermell y el 22@. Si se asigna una media de 100 plazas por establecimiento, en cuatro años podrían abrir hasta 30 hoteles en un área de 78.497 metros cuadrados. En las zonas del entorno del futuro intercambiador de AVE, Rodalies y metro, la sensación es de contraste entre entusiasmo, e incredulidad: “¿Vendrán tantos turistas al barrio?

“Donde llega el tren llegan los chorizos”. José Barbero, presidente de la asociación de vecinos de La Sagrera, prefiere quedarse con la acepción positiva de la palabra —que por un lado alude al embutido y por otro a ladrón—. El presidente de la entidad cuenta que vivió con desconfianza los mensajes que Colau, lanzaba cuando estaba en campaña electoral a favor de la limitación del turismo. “Yo esperaba que explicara su plan y lo ha hecho” dice Barbero. El líder vecinal cree que los hoteles podrían dar impulso a una de las zonas con rentas más bajas de la ciudad. “Aquí entiendo que hacen falta [las 3.000 plazas hoteleras] por la estación. Cuando esté hecha, serán pocas”, sentencia.

En la misma línea se posiciona Pròsper Puig, presidente de Eix Comercial de Sant Andreu, que piensa en euros cuando oye hablar de hoteles: “Si el crecimiento se hace ordenadamente y bien, estamos a favor. Vivimos de nuestros vecinos y estamos por debajo de la media en renta per cápita. Si vienen turistas puede ser bueno”. Puig matiza, eso sí, que lo que esperan es “turismo de calidad” y no el low cost que tantas quejas provocó en los barrios del centro en 2014. Algunas zonas de Ciutat Vella i Eixample tienen más turistas que vecinos, según los estudios del equipo de Gobierno municipal. Colau es consciente de que el asunto del turismo se convirtió en un elemento clave para llegar a la alcaldía y por eso busca el equilibrio entre frenar el modelo de masificación actual pero no alarmar a los operadores privados que quieren invertir. La medida, que debe ser ratificada por el pleno, sí prevé la congelación de pisos turísticos, los alojamientos donde normalmente acude el tipo de turismo que se quiere combatir y que más temen los vecinos.

“¿Quién va a querer abrir un hotel en la periferia?”, se pregunta Montse Tarrès, de la asociación de Sant Andreu Palomar. Tarrès se posiciona en el bando de los escépticos y no cree que la apertura de la estación del AVE —la última previsión es para 2020— pueda convertir esos barrios en un polo de atracción turística. “Mientras sigan teniendo cientos de hoteles al lado de los monumentos, no van a venir aquí”, explica. Ella es partidaria de una reducción drástica del turismo en la ciudad, cree que el Ayuntamiento no se atreve a prohibir hoteles y le pasa el problema a los barrios.

Carles Mercader, de la asociación Sant Andreu Sud, piensa que 3.000 son muchas plazas. “Que se haga algún hotel no lo vemos mal, pero esa cantidad no parece razonable”, explica. Aunque actualmente entiende que el turismo no es una preocupación para los residentes de su zona, sí cree que podría llegar a serlo si se cumplen las previsiones que contempla el plan. También ve “un poco exagerada” la cifra Paquita Delgado, de la asociación Bon Pastor. “No parecería muy lógico que aquí abrieran tantos hoteles. Aquí el turismo llega muy poco”, explica. Como Mercader, sí estaría encantada de recibir “algún hotel que otro”, pero duda de que existan una demanda real para que lleguen a abrirse tantos.

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Sobre la firma

Carlos Orquín
Periodista especializado en política, trabajó en la redacción de Barcelona de EL PAÍS y, después, en diferentes proyectos de televisión -en La Sexta, TV3, La2-, y radio en SER Catalunya. Actualmente, concentrado en la comunicación institucional y política, lo que compagina con comer a tiempo completo y escribir a tiempo parcial en El Comidista.

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