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Ediciones Vuelta del ruiseñor, los libros que faltaban

El historiador Manuel García recupera el trabajo de exiliados de la Guerra Civil española

El crítico de arte Manuel García durante la entrevista.
El crítico de arte Manuel García durante la entrevista. Mònica Torres

El proyecto se inició en el año 2014 a raíz de una exposición en México sobre la trayectoria de la agencia gráfica Foto Mayo. Los fotógrafos fundadores, Francisco Souza y Faustino del Castillo, se exiliaron a México después de la Guerra Civil y allí desarrollaron el resto de sus carreras como fotógrafos.

Manuel García, director de la editorial Vuelta del Ruiseñor, fue el encargado de organizarla. “Cuando estaba montando la exposición pensé que necesitaba una cierta cobertura y decidí hacer un libro con parte de las fotos y un pequeño texto, contando la vida de los fundadores de la agencia. Me gustó el resultado y ese fue el principio de la editorial. Más tarde Julio Giner me ayudó con el diseño, el logo y empezamos a pensar nuevos títulos, siempre a mitad camino entre la cultura valenciana y la Latinoamericana”, explica el director.

El crítico de arte e historiador Manuel García, ha dirigido museos y comisariado importantes exposiciones. Ahora imparte charlas y conferencias, escribe en diversas publicaciones y se ha embarcado en este proyecto que aúna sus dos pasiones, la cultura valenciana y la relación que mantiene con América Latina. “Viene de lejos y la culpa la tuvo Renau”, explica el escritor. “Lo conocí en el año 1975 por su participación en la Bienal de Venecia, me interesó mucho el personaje y cuando me acerqué para saber algo más sobre su persona me dijo que si quería conocerle a él, antes tenía que conocer el exilio. Y eso hice, pedí una beca y me fui a México y desde entonces sigo vinculado a ese país y a otros países latinoamericanos”

La editorial cuenta con cuatro colecciones que abordan diferentes temáticas; diseño gráfico, arquitectura, fotografía y literatura de viajes. “Como pequeño homenaje a los grandes profesionales de la cultura del siglo XX, las colecciones llevan sus nombres; Arturo Ballester, cuya obra se puede ver ahora en el MuVIM, da nombre a la colección sobre diseño gráfico. Juan José Estellés, la de arquitectura, Max Aub, literatura, y Josep Renau la colección sobre fotografía”, cuenta García.

Las pretensiones de la editorial son más culturales que empresariales. Se financian fundamentalmente con la cuota de suscriptores que forman su club de lectura particular. "Nuestros lectores abonan una pequeña cantidad, 50 euros al año, y reciben un ejemplar de cada edición. También tenemos otro tipo de socios a los que llamamos promotores, aportan algo más de dinero y reciben también una serigrafía firmada y numerada”, expone el editor.

Los libros, que además de por suscripción también se pueden encontrar en algunas librerías de Valencia, Madrid y Barcelona, salen a unos precios muy asequibles. Han optado por ejemplares de alrededor de cien páginas, formato de bolsillo, con gran presencia de imágenes, prácticamente la mitad del libro es texto y la otra mitad imagen, y un buen diseño. Pero lo que los hace especiales, casi imprescindibles, es la singularidad y calidad de sus contenidos. Hasta ahora han editado cuatro libros y en estos momentos otros cuatro títulos esperan su publicación.

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Entre otras cosas conoceremos el Congreso Cultural de La Habana del año 1968, que recogió toda la intelectualidad de izquierdas de la época, la relación de Max Aub con Cuba o un texto inédito de Josep Renau sobre las fallas.“Creo que es muy importante recuperarlo para la cultura valenciana", explica Manuel García, “lo escribió en el año 1937 y habla del sentido popular y revolucionario de las fallas, una perspectiva muy alejada a lo que después, durante el franquismo, se hizo con la fiesta. Será mi pequeño homenaje a las fallas”, añade.

No son buenos tiempos para la lectura y la competencia de los grandes grupos editoriales dificulta aún más la labor de las pequeñas. Por eso, ahora más que nunca, se agradecen este tipo de ediciones más valientes y arriesgadas, alejadas de parámetros comerciales, que nos ofrecen la posibilidad de acercarnos a la vida y la obra de grandes artistas y profesionales, algunos de ellos no tan conocidos como posiblemente merezcan. “Parece lógico que si nuestras señas de identidad democráticas vienen del periodo republicano pues vayamos a recuperarlas”, concluye el director.

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