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Visita al claustro de Palamós, fuet y copa de vino por 20 euros

La localidad abre al público el polémico monumento de Mas del Vent

José Ángel Montañés
Imagen de la visita pública del claustro de Palamós, ayer.
Imagen de la visita pública del claustro de Palamós, ayer. AGUSTÍ ENSESA

Ayer, después de casi cuatro años de saltar a la luz pública en junio de 2012, el polémico claustro de estilo románico situado en la finca de Mas del Vent de Palamós abrió sus puertas al público por primera vez. Los afortunados fueron un grupo de profesores y directores de los cuatro centros docentes de primaria, los dos institutos y una escuela de educación especial de esta localidad del Baix Empordà.

A la hora convenida de una mañana soleada pero fría esperaban con gran curiosidad sin dejar de observar los detalles de esta construcción que ha pasado del anonimato a ser una de las más singulares de toda Cataluña.

La quincena de docentes buscaron los rayos de sol que se colaban entre los pinos mientras escuchaban atentamente las explicaciones de Silvia Burjachs, de la empresa Agora. Burjachs guió una ruta por el claustro, la masía y la torre de defensa medieval separadas por apenas unos metros, mientras explicaba las principales características de cada edificio y sus circunstancias. Las del claustro, basadas, sobre todo, en los datos del informe coordinado por el historiador Eduard Carbonell (que ayer no quiso perderse la presentación al público) y un equipo de investigadores tras el encargo de la Generalitat, en el que se concluía que la construcción era falsa pese a la contundente apariencia románica; una obra historicista creada en el siglo XX. Un informe que comportó que la Generalitat decidiera archivar en enero de 2015 el expediente que había abierto para protegerlo y que hace que, hoy por hoy, el claustro no esté bajo la tutela de ninguna administración y al libre albedrío de lo que disponga su actual dueño Kurt Engelhorn y la empresa Brugarol, que explota la finca donde se ubica.

Tras explicar el contexto en el que se produjo, “una España en la que era normal crear edificio historicistas como la Universidad de Barcelona o la Almudena de Madrid”, mostrar imágenes de los paralelos que “copiaron los que lo hicieron en Ciudad Lineal a partir de 1931”, como San Juan de la Peña o Silos, o ver con detalle algunos de los impresionantes capiteles cuajados de animales y flores, la explicación sí cita de pasada, que el informe de la Generalitat se produjo “tras el debate entre los especialistas sobre su autenticidad o falsedad”, obviando a Gerardo Boto, el profesor de la Universidad de Girona que dio a conocer la existencia del edificio a la comunidad científica y que sigue manteniendo, pese a la contundencia del informe de Carbonell, que la construcción es del siglo XII y que perteneció a la catedral de Salamanca.

La apertura al público se produce tras el convenio entre el Ayuntamiento de Palamós y la fundación Focus Engelhorn que abre al público y relaciona patrimonio, arte y naturaleza de todas las propiedades de los Engelhorn en Palamós. El alcalde de la localidad, Lluís Puig (ERC), confirmó que el profesor Boto ha pedido poder visitar el edificio. También explicó que la comisión de patrimonio municipal estudia incluir el claustro en el catálogo como Bien Cultural de Interés Local.

"Desde los 13 años tengo una gran relación con el claustro, me casé aquí. Siempre he querido que se abra", aseguró Victoria Engelhorn, hija de Kurl y cabeza visible de la familia ayer. "Somos extranjeros, pero hemos estado aquí desde siempre y siempre hemos querido compartirlo con Palamós", prosiguió bajo la atenta mirada del consejero de Brugarol, Carlos Merino. Como su padre, explicó que lo importante "no es que sea falso o verdadero", sino que es un "ejemplo de amor al arte". También que están abiertos "por supuesto" a nuevos estudios sobre el edificio.

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Lluís Colàs, director de la Escola La Vila y su mujer, también profesora del centro, no dudaron en llevar a sus dos hijos. "No queríamos desaprovechar la oportunidad. Estamos muy contentos con la posibilidad de ofrecer esta joya a los alumnos y que grupos de 50 niños puedan correr por aquí, sin peligro", explicó Colàs, que mantiene, de forma entusiasta, que para él "no hay duda de que es auténtico".

Después de tres cuartos de hora, los visitantes pudieron acabar el paseo degustando productos que se cultivan en la finca, como almendras, fuet y una copa de vino. Lo mismo que podrán hacer todos los que visiten este lugar a partir del sábado y que paguen los 20 euros de la entrada.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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