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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El infierno es una cena de parejas

David Bagés, Dolo Beltran, Mima Riera y David Vert dan vida a 'El Test' en la Sala Muntaner

Cena de parejas. El escenario perfecto para jugar a matar con los siete pecados capitales y los diez mandamientos. Jordi Vallejo insinúa en su texto que el habitual Armagedón que cae sobre la reducida humanidad reunida en un salón-comedor entre el primer vermú y la última cucharada del postre es un infierno tibio. Mejor añadir una vuelta de tuerca e introducir una fáustica tentación: elegir entre 100.000 euros ahora o un millón dentro de diez años. Una prueba psicológica de personalidad que en un chasquido de arranque emocional pasa de dilema teórico a espada de Damocles sobre el devenir de dos matrimonios medianamente bien avenidos, con sus lazos de vieja amistad y dramáticas diferencias en su sosiego económico. Una comedia de amor y avaricia. Una combinación interesante que igual sustenta un anuncio de café soluble que una película de Adrian Lyne.

EL TEST

Dirección: Cristina Clemente. Intérpretes: David Bagés, Dolo Beltran, Mima Riera y David Vert. Sala Muntaner, 27 de febrero.

Cuatro personajes salen al escenario observados sin asomo de empatía por su creador. Todos están presentados desde su luz más desfavorecedora, incluso un quinto personaje ausente que asalta la crisis por episodios desde un teléfono móvil. Infieles, fracasados, incoherentes, ambiciosos, envidiosos, débiles, rencorosos, soberbios, mentirosos, pusilánimes, manipuladores, inseguros, cansados, dominantes, instigadores. Incluso sin más cometido que ser instrumento del mal para acelerar la debacle, como el de la psicóloga. Muy complicado lo pone el autor para sentir una mínima simpatía o posicionarse a favor de las presuntas víctimas de la trama. Quizá por eso Vallejo aumenta la mefistofélica apuesta para inmolar a su ficticia progenie en un fuego de decisiones maximalistas.

Ni la frase que queda colgada en el aire antes de apagar los focos —entre promesa, amenaza, deseo y claudicación— rehabilita todo el daño cometido anteriormente. Aquí entra la mano firme y tranquila de la directora Cristina Clemente para humanizar tanta feroz exposición de lo peor de cada uno. No maquilla los personajes pero los conduce a las puertas del averno interior —el infierno son los otros decía el filósofo— con amable parsimonia, como si no tuviera prisa por sacrificarlos. Un tiempo más tranquilo (conversacional) que favorece la interpretación de David Bagés, Dolo Beltran, Mima Riera —aunque su psicóloga tiene muy poco recorrido y desarrollo— y David Vert. Está muy bien que la creciente ofuscación de sus personalidades y de sus crisis entrecruzadas surja de una manera muy natural, sin prisas, con el tempo propio de las relaciones gastadas, como si se resistieran al sacrificio que les tiene preparado el autor. En el último acto Clemente suelta de la mano a sus protegidos y los dejar caer en el fuego, pero hasta entonces ha sido una presencia protectora, benefactora de un buen reparto.

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