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Rock / Maga
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Aristocracia del ‘indie’

Maga celebra tres lustros en la carretera con dos conciertos en Madrid

La de Maga es la historia del grupo muy apreciable y no siempre comprendido que casi tira la toalla pero encuentra un revulsivo frente a la tarta del cumpleaños. La del martes era la primera de las dos comparecencias consecutivas del cuarteto en Joy Eslava para celebrar tres lustros en la carretera, una circunstancia muy meritoria que propició frases más o menos solemnes y la sensación de que los sevillanos han hecho acopio de energías para una larga temporada. Buena cosa es: no andamos sobrados de ese rock tan lírico, sensible e inteligente que practican Miguel Rivera y compañía. "Aunque estemos curtidos en mil batallas, la lagrimita la llevamos por dentro", acertó a decir el jefe de filas.

Rivera se ha engrandecido este año como espléndido lugarteniente de Xoel López, solo uno de los diez ilustres invitados que respaldaron a Maga y dejaron testimonio de su admiración. Aunque puede que el gran protagonista de la noche fuera el menos conocido y más inesperado: el joven Javi Valencia (Full) se encontró con el caramelo de Celesta y le imprimió dulzura e intensidad a un tiempo, sin pizca de blandenguería. Un diamante a la espera de cincel.

 La noche había arrancado con el grupo en modo autónomo y la delicada Un Mundo en un Cuadrado, donde las frases con final en falsete recuerdan, incluso mucho, a No Surprises (Radiohead). Es una referencia ilustre, igual que el exquisito espíritu evocador de La Balsa, el mejor ejemplo de que el bajista Javier Vega también tiene culpa de las buenas cosas acontecidas en estos 15 años.

Pero la gracia de la velada estaba en las visitas, por aquello de la reedición del primer disco, aquel homónimo Álbum Blanco, junto a invitados distinguidos, una singular aristocracia indie. Puede que Martí Perarnau (Mucho) se encontrara incómodo con la tesitura de Como Nubes a mi Té y que Ricardo Vicente no encontrara tiempo de ponerse en situación con Vacaciones de un Minuto, pero el nivel general superó con creces el expediente/compromiso a veces tan característico en estos casos. Xoel sigue instalado en una división superior (Piedraluna) y la voz cálida de The New Raemon le sienta muy bien a esa melodía laberíntica de Agosto Esquimal. Añadan a Alondra Bentley (Intentos de Color, en acústico), últimamente sembradísima en todo. O al ubicuo Ricky Falkner (Egon Soda), que aportó su voz espectral a la atípica oscuridad electrónica de Dormidos.

Bien está cumplir años, demonios, y considerar la efemérides como un rearme moral. Con nada menos que 'No Mires a los Ojos de la Gente' como fiesta de despedida colectiva, por aquello de celebrar al inolvidable Germán Coppini. Él ya nos abandonó, pero su vigencia parece manifiesta.

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