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Aute despliega toda una vida de canciones y poesía

El artista ofreció un concierto impecable en el Palau de la Música

Aute en su concierto del Palau de la Música, cantando 'Una de dos', con los Estopa.
Aute en su concierto del Palau de la Música, cantando 'Una de dos', con los Estopa.LORENZO DUASO

Hacía tres años que Luis Eduardo Aute no actuaba en Barcelona, una ciudad que siempre le ha sido tremendamente fiel. Las ganas por volver a verle eran evidentes: las entradas se agotaron con rapidez. Así, con el Palau de la Música abarrotado, el reencuentro no podía saldarse como una actuación más y no lo fue. Aute desparramó sobre el escenario toda una vida de canciones, poemas y dibujos, casi tres horas y media en las que no sobró absolutamente nada y que para la mayoría de los asistentes supieron a poco.

La velada comenzó con la proyección de su último corto animado: Giralunas, una bella alegoría a la diferencia y la libertad escenificada a través de la mirada de un Van Gogh daltónico. Impactan por igual la poesía de las imágenes y una tremenda lentitud en el desarrollo que le planta cara descaradamente a las nuevas tecnologías digitales y parece trasladarnos a una tierra de nadie anclada en el tiempo.

Tras un rápido desmontaje de la gran pantalla, Aute apareció con su talante de siempre. Tejanos, camiseta negra, americana azul, sentado en un taburete que no abandonó en todo el concierto y escudado tras un enorme atril, para no olvidar ningún detalle, fue viajando de forma aparentemente desordenada a través de sus cincuenta años de trayectoria profesional. Más de 500 canciones grabadas que se resumieron en una treintena de temas seleccionados previamente por algunos amigos. Canciones que forman parte de la banda sonora de muchas vidas desde antes, incluso, que la democracia llegara a este país. Un estremecimiento recorrió el Palau cuando sonaron cosas como Rosas en el mar o Aleluya número 1, temas con medio siglo a su espaldas. Todo y que no fueron los más aplaudidos: Pasaba por aquí, De alguna manera, A día de hoy, Mojándolo todo o La belleza levantaron al personal y hasta se oyó en algún momento un murmullo de tímidas voces cantando por lo bajo.

Para marcar la excepcionalidad el reencuentro el de Manila, uno de los primeros en organizar por aquí conciertos con invitados, compartió en catalán Las cuatro y diez con Els Amics de les Arts, puso un toque flamenco en Prefiero amar junto a Miguel Poveda y le dio marcha a Una de dos con la ayuda de Estopa. Habló poco, cantó en catalán su canción dedicada a la plaza Rovira de Gràcia, donde pasó parte de su juventud, y alcanzó la apoteosis con la interpretación a capella de Al alba que cerró el concierto.

Un concierto impecable, cargado de emoción y de buenas vibraciones con un acompañamiento irreprochable en el que destacó, una canción tras otra, la guitarra de Tony Carmona. Aute, a sus 72 años muy bien llevados, está en espléndida forma. Esperemos que no tarde otros tres años en volver a Barcelona.

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