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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

A las urnas

No se puede pactar con cualquiera y a cualquier precio. Vayamos sin miedo y con ilusión a las urnas para decidir un nuevo gobierno que sea capaz de volver la alegría a los electores

Pasados 50 días desde las elecciones generales aún no tenemos gobierno. No pasa nada, forma parte de la realidad de una democracia parlamentaria en la que es forzoso tener un número necesario de apoyos para lograr la investidura y para gobernar durante cuatro años.

Lo que sí sale de la normalidad es que sectores del mundo empresarial y de los medios de comunicación presionen a los líderes políticos para que no se vuelvan a convocar elecciones. Unos les acusan de no estar a la altura de las necesidades del país, otros les achacan no saber interpretar los designios del electorado, los más les inculpan de no tener capacidad de diálogo. Estos comentarios van acompañados casi siempre de un consejo sobre cómo y con quién deben ser los pactos.

El único aspecto que me parece claro es que no se puede pactar con cualquiera y a cualquier precio. En esto de los acuerdos para gobernar yo soy muy clásico: acuerdos con los partidos de derechas o con los de izquierdas. Nada de revueltos.

Se trata de situarse en el mismo eje ideológico para construir respuestas similares a los cuatro grandes retos a los que tiene que hacer frente el nuevo gobierno. Por un lado, las enormes desigualdades producidas por el sistema capitalista, agudizadas por la crisis económica y por las políticas austericidas de la derecha nacional y europea. Por otro lado, ante al cambio climático, promover un nuevo modelo productivo y de consumo basado en las energías renovables y en el ahorro. En tercer lugar, una reforma de la Constitución española para adecuarla a las necesidades de una sociedad del siglo XXI. Por último, solucionar el problema territorial a partir del diálogo y de la celebración de un referéndum vinculante para que los catalanes (y otras naciones) podamos decidir nuestra relación administrativa con el resto del Estado. Podríamos ampliar la lista con la imprescindible y urgente reforma fiscal progresiva que grave a los que más tienen y con medidas drásticas contra la corrupción pública y privada.

Ante estos temas esenciales a resolver, no se pueden mezclar churras y merinas. No pueden pactar partidos de derechas —como el PP y Ciudadanos—, que proponen una respuesta más liberal, más individualista, obsesionada por la unidad de España, más austeridad y menos impuestos, con las fuerzas de izquierda, que plantean propuestas basadas en el bien común, en la progresividad fiscal, en que las personas tengan derecho a un trabajo digno y en una apuesta clara contra el cambio climático en todos los ámbitos de producción y consumo.

No tiene ningún sentido un pacto a la alemana entre el PP y PSOE, como propone, entre otros, Felipe González desde su “dolce far niente” conseguido gracias a las puertas giratorias. De hecho, el PP no puede pactar con nadie hasta que no haga total limpieza de la corrupción que invade su quehacer político. Ciudadanos no puede pactar con Podemos, En Comú o IU por sus propuestas territoriales (nacionalistas), económicas y fiscales. Y el PSOE no puede pactar con los partidos de izquierdas por sus propuestas territoriales (nacionalistas), por su dependencia a la troika europea y porqué los barones y dinosaurios del partido le sacarían los ojos a Pedro Sánchez.

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En este periodo de tiempo hemos obtenido más información sobre las pretensiones políticas y de gestión de los diferentes partidos. Han puesto sobre la mesa propuestas concretas que nos van ayudar a definir nuestro voto. Desde las elecciones han salido a la luz más casos de corrupción en el PP, los partidos nacionalistas catalanes han demostrado que no sirven para nada en el Congreso ya que están en fase desconexión, los barones del PSOE tienen maniatado a Sánchez, Ciudadanos ha mostrado su cara más ultra liberal, Podemos está decidido a cambiar este país pero tendrá que dar lustre a la palabra humildad e IU lucha, desde la injusticia electoral, para representar a los miles de votos que consiguió.

Vamos pues, sin miedo y con ilusión a las urnas para decidir un nuevo gobierno que sea capaz de volver la alegría a los electores. Si alguien puede transformar este país en un sentido progresista somos los ciudadanos mediante las urnas y en la calle. Usémoslas.

Joan Boada Masoliver es profesor de Historia. 

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