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Columna
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México lleva X

Llama la atención que allá por Coslada hay una calle llamada Méjico. El gazapo persiste en muchos puntos de España

Entre las batallas que libró Alfonso Reyes con su pluma a favor del idioma español y lengua castellana (que no es lo mismo, aunque parezca igual) están los párrafos donde explicó que los mexicanos llevamos la X en la frente. Es la equis de nuestra rica cultura mestiza, dual y polifacética, encuentro de mundos, pero también la X que despejamos todos los días en la enredada matemática de nuestra realidad revuelta entre tantas cosas buenas y la sangre de todos los días, la prosa impecable de los poetas y la cíclica corrupción de políticos impunes, etc.

México se escribe con X porque así hemos decidido que se escriba: heredera del vocablo en náhuatl con el que se hablaba en el mundo prehispánico, tanto como esa equis que sonaba a jota que se escribía en el español en tiempos de la Conquista. Ansí que el coxo que caminó por Anáhuac dixo su ley y traxo consigo muchas y asombrosas cosas… nos marca con esa jota que baila en la lengua y se encontró hace ya casi 500 años con una equis de igual sonido, que además se desdobla al utilizarse para decir Xoxhimilco, Oaxaca o Texcoco o Taxco, con ecos de ese y en sintonía con el encanto particular de los colores que se comen, los paisajes que parecen morados y la gente que habla cantando.

Insistir en escribirnos Méjico con la J conlleva una caspa trasnochada que le pierde el respeto no sólo al país que ya lleva más de dos siglos de vida independiente, sino a la propia España que ha tiempo dejó de imponer políticas allende su frontera. “Escribir Méjico es vulgarizar una presencia —decía Manuel Alvar— y aunque resuene a jota, lleva la X tatuada y “en jamás de los jamases, Méksico, porque este voquible repugnante nunca existió en bocas nahuas, ni en bocas españolas, ni en bocas mexicanas. Sólo los cantamañanas de la ignorancia nos dan a comulgar los yerros de su paletería”.

Llama la atención que allá por Coslada hay una calle llamada Méjico. El gazapo persiste en muchos puntos de España e incluso en boca de algún escritor célebre, pero ahora que la señá Carmena se ha propuesto limpiar el callejero de Madrid de viejos nombres ya en desuso, espero no sea mucho pedir que a México le pongamos la X que merece, no por tache ni por xoder, sino para recordar que hay jotas que se bailan con los brazos en alto.

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