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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Suñol visto por Montalbán

El estreno del documental sobre el expresidente del Barcelona invita a recuperar la visión del periodista y escritor sobre su figura

Pere Arquillué encarna el personaje de Josep Suñol.
Pere Arquillué encarna el personaje de Josep Suñol.FCB

El documental Josep Suñol: un crit valent supone un paso adelante en el proceso de recuperación de la memoria histórica del barcelonismo. La iniciativa del club blaugrana seguramente habría complacido sobremanera a Manolo Vázquez Montalbán, un culé entregado a la causa, pero poco predispuesto a ser condescendiente con las juntas directivas. La producción del F C Barcelona y Minoria Absoluta, presentada en el cine Aribau de Barcelona, rinde homenaje al presidente Josep Suñol i Garriga, fusilado por las tropas franquistas en el frente del Jarama en agosto de 1936.

Suñol es una de las figuras políticamente más controvertidas de la historia del barcelonismo, tanto por su condición de diputado de ERC, como por el periodismo deportivo catalanista que difundía desde el diario La Rambla o la connotación identitaria asumida por el club en su presidencia. Por todo ello, el reconocimiento institucional se ha demorado demasiado. Ahora bien, comprometido con una memoria subversiva y un barcelonismo popular convertido en el último reducto para la conservación de una identidad catalana reprimida por las dictaduras, Vázquez Montalbán fue de los pocos intelectuales que lucharon por rescatar a Suñol de un olvido intencionado, a tenor de las consignas del régimen, porque se trataba de una figura clave en la articulación de la memoria histórica del club.

Como recuerda Walter Benjamin, ni siquiera los muertos están a salvo del enemigo, si este vence. Esto es lo que le ocurrió a Suñol. Por eso, durante el franquismo, no debía ser nada fácil para Vázquez Montalbán escribir sobre un presidente del Barça fusilado sin juicio previo. En cambio, alude a la muerte de Suñol en su crónica sentimental sobre la representatividad extradeportiva del club durante la dictadura. Me refiero, por supuesto, al que debería ser considerado uno de sus mejores artículos, el Barça! Barça! Barça! (Triunfo, 1969).

Con las primeras elecciones democráticas a la presidencia del Barça, Vázquez Montalbán ironiza sobre el escaso riesgo que asumiría el candidato elegido ya que, en ningún caso, correría la suerte del malogrado Suñol (Elecciones Barça. La reserva espiritual de Cataluña. La Calle, 1978). En 1996, mientras crecía la animadversión hacia los catalanes por los pactos entre PSOE y CiU (Un polaco en la corte del rey Juan Carlos, Alfaguara) y por la vehemente campaña electoral del PP (Los tradicionales lazos de enemistad, El País Semanal), sitúa la ejecución del presidente barcelonista dentro de los agravios históricos que los catalanes guardan en su memoria contra el centralismo madrileño. La celebración del centenario del club supuso una nueva oportunidad para insistir en los aspectos extradeportivos del Barça. En el prólogo al libro Barça: la pasión de un pueblo de Jimmy Burns y en una entrevista publicada en Cien años azulgrana (El País Aguilar) relaciona abiertamente el catalanismo del club con la muerte de su presidente al inicio de la guerra civil. Incluso, en una conversación distendida con Joan de Sagarra y Enrique Vila-Matas, se atreve a proponer a Suñol como beato republicano de la religión barcelonista (Amb blau sofert i grana intens. Cent anys del Barça. Proa).

Para Vázquez Montalbán, la persona de Suñol desprende un gran valor simbólico en el imaginario y en la sentimentalidad barcelonista y catalanista, hasta el punto de equipararlo con Lluís Companys. Así se refleja en un poema escrito tras el doblete —Liga y Copa— de la temporada 1997-1998, titulado Desarmado ejército de una memoria desarmada (El País). En esta pieza lírica repasa la historia del Barça para denunciar la reiterada vulneración de la identidad catalana. La muerte de Suñol frente a un pelotón de fusilamiento en pleno conflicto fratricida dota al club de una representatividad nacional que no puede obviarse sin desnaturalizar su contenido simbólico:

“Primo de Rivera ordena la carga policiaca Franco

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—el corazón tan blanco— forma el pelotón

de fusilamiento para Josep Sunyol presidente

de algo más que un club presidente de una religión republicana y laica”.

No sería hasta julio de 1998 que el club participara oficialmente en un acto de homenaje al presidente fusilado en el Guadarrama. Para celebrar el centenario se descubrió una placa conmemorativa en Las Ramblas, junto a la emblemática fuente de Canaletes. Una representación del Barcelona, encabezada por el presidente José Luis Núñez, asistió al acto. Vázquez Montalbán valoró positivamente este hecho, aunque, intuyendo la incomodidad de algunos miembros de la directiva, entendió que la presencia del club se debía a la iniciativa de Antoni Strubell (El sunyolisme, Avui).

El documental, así como el espacio dedicado en el Museo del club y el hecho de que el palco del estadio se llama Suñol, son un merecido homenaje a una figura del barcelonismo cuyo compromiso cívico le costó la vida. Aunque queda mucho trecho, con estas decisiones la junta parece posicionarse a favor de la recuperación de la memoria histórica del club y de su representatividad identitaria reivindicada por Vázquez Montalbán. La globalización y la necesidad de nuevas fuentes de financiación no lo ponen fácil. Manolo, estés donde estés, no bajes la guardia.

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