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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Canciones que son asertos

Nacho Vegas triunfó en el Palau de la Música en un concierto que se inició con 45 minutos de retraso y la participación de activistas de la PAH

Nacho Vegas en un concierto anterior en el Palau.
Nacho Vegas en un concierto anterior en el Palau. EDU BAYER

Cosas veredes: un artista de izquierda se convierte en polémico por cantar canciones de izquierdas. Será pues lo normal que Manu Chao alabe a Monsanto y que Billy Bragg reivindique ahora el legado de Margaret Thatcher. País curioso el nuestro. En un Palau de la Música lleno, el cantante asturiano, desde hace ya bastante tiempo, como demostró hace meses en Barts, ha decidido explicitar en sus letras su rechazo a la actual situación social y política en España. En la noche del jueves el concierto propiamente se inició con Canción para la PAH, momento en el que varios activistas ocuparon el escenario con pancartas alusivas a sus reivindicaciones. El concierto en sí estuvo presidido por esta acentuación del papel social y político de sus composiciones, irónicamente descritas por el propio Vegas como Canciones populistas, título de su último epé. Nada que objetar. El arte siempre es ideológico y nada hay reprochable en que baje de las ramas.

Lo que deja más preguntas en el aire fue el “affaire” del vídeo con el que se abrió el recital. Según la muy verosímil explicación de la organización, el contenido de este vídeo, una parodia de “Conversaciones sobre el futuro”, la publicidad que no quiere parecerlo del banco que patrocina el festival, fue comunicado instantes antes del inicio del concierto y se resolvió con la autorización de la entidad financiera para la proyección del vídeo. Dos puntualizaciones: se pudo interpretar que Nacho Vegas justificaba su presencia en el festival parodiando al patrocinador. Si fue así se antojaría conducta ingenua: en un mundo en el que sólo la pobreza no está patrocinada y donde tras cualquier gesto palpita una corporación no parece necesario justificarse por actuar en un festival apoyado por empresas. Segunda, y más importante: entre dimes y diretes el público esperó 45 minutos apelotonado ante las puertas cerradas del Palau a que se solucionase el asunto. Resultado final: “pringó” el de siempre, quien paga.

El concierto. Excelente en cuanto a repertorio, con canciones atinadas de ironía incuestionable, “Ámenme, soy un liberal”, cantos a la lucha, al sí se puede, a la erosión del consumo atolondrado y estúpidamente feliz tales como Ciudad vampira, Polvorado, Run run, y repaso al cancionero tradicional de Nacho para protagonizar la segunda parte del recital. Pegas. Una parcial: el coro que le acompañó en la primera parte, sin ajustarse completamente al grupo y a las canciones, provocó algún desajuste, equilibrado por lo que tenía de entusiasta y de colectivo, un sutil mensaje político que no se llevará titulares. La otra es más que pega duda: Nacho se está transmutando y lo que antes era hieratismo e introspección, hielo formal, es ahora expansión corporal, más bien torpe, y también vocal, favoreciendo una entonación aparentemente menos apta para el registro vocal de Nacho Vegas y para buena parte de su cancionero. Nada ilógico en última instancia, el contenido siempre ha condicionado la forma. Habrá que esperar la evolución de un artista que en su mutación muestra una opción no sólo ideológica.

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