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El PP se recupera en Valdemoro

La corrupción apenas pasa factura a los conservadores, que se quedaron a un concejal de mantener la alcaldía pero ganaron en las elecciones generales

Granados (en el centro), en un coche de la Guardia Civil tras un registro en octubre de 2014.
Granados (en el centro), en un coche de la Guardia Civil tras un registro en octubre de 2014. CLAUDIO ÁLVAREZ

La mañana del 27 de octubre de 2014, muchos vecinos de Valdemoro confirmaron sus sospechas: el gobierno local, en manos del Partido Popular desde 1999, se había estado enriqueciendo presuntamente de manera ilícita durante años. Cuando vieron aparecer a los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, casi ninguno de ellos se extrañó. “Se veía venir desde hacía mucho tiempo. Para que te hagas una idea, muchos empleados municipales venían a diario a preguntarme si había salido en el periódico algún chanchullo de Valdemoro, para saber a qué atenerse”.

Quien habla es un quiosquero de esta localidad de 72.265 habitantes, al sur de Madrid, que prefiere mantener el anonimato. La redada lanzada por el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco en octubre de 2014 tenía por objeto esclarecer el supuesto cobro de mordidas por la concesión de contratos públicos dentro de la conocida como Operación Púnica. “Quien te diga que no se lo esperaba, miente. Todo el mundo en el pueblo sabía de los tejemanejes del Ayuntamiento. Y mírales: han vuelto a ganar”, añade.

El de Valdemoro no fue el único Consistorio señalado, pero sí el más sonado. Las detenciones más importantes tuvieron lugar aquí. La del cerebro de la trama, el constructor David Marjaliza, y otra que habría de poner patas arriba al PP madrileño: Francisco Granados, ex número dos de Esperanza Aguirre, exconsejero autonómico y exalcalde entre 1999 y 2003.

Al conocerse la noticia, los periodistas quisieron saber la opinión de Ignacio González, entonces presidente regional y adversario de Granados. Rodeado, disparó: “¿Qué os daba, que os ganó a todos?”. La pregunta, que hacía referencia al conocido desparpajo de su excompañero de partido, suena menos retórica en la cuna de la Púnica. “¿Que qué nos daba? Pues a mí, trabajo. El PP me metió en el Ayuntamiento”, reconoce sin tapujos una empleada municipal que prefiere también el anonimato. “Lo de corrupción… Sí, bueno. Es un tema complicado. A mí me ha costado más en estas últimas elecciones pensar mi voto”.

La mayoría de sus vecinos lo tuvieron, sin embargo, claro, a tenor de los resultados el pasado 20 de diciembre. El PP fue el más votado, con 10.652 papeletas; Ciudadanos, la segunda fuerza, cosechó 9.830. En las elecciones municipales de mayo, la formación dirigida por Albert Rivera le había arrebatado la alcaldía al PP tras 16 años con seis concejales frente a cinco. Muy lejos de los 14 logrados en 2011 bajo la batuta de José Carlos Boza, otro de los implicados en la Operación Púnica junto con su antecesor, José Miguel Moreno; el jefe de gabinete, Alfredo Ovejero; el edil de Hacienda, José Javier Hernández; el arquitecto municipal, José Luis Navarro Soto, y varias personas del departamento de Contratación. Todos eludieron la cárcel con fianzas de 25.000 a 100.000 euros. A día de hoy, el único que debe permanecer en prisión —en Estremera— es Granados, después de que el juez permitiera salir bajo fianza de 100.000 euros a Marjaliza.

El juez acusa al exconsejero regional de Presidencia, Justicia e Interior de beneficiar a otros empresarios en materia de contratos públicos y urbanismo mediante labores de mediación. Por esas gestiones, Granados habría sido pagado con diversas operaciones inmobiliarias. “Pero es que el PP también ha hecho cosas buenas en Valdemoro: el Hospital Infanta Elena, la pista de hielo, la escuela de música... No todo es corrupción. Aquí se vive muy bien”, tercia una de sus votantes, de unos 70 años. No dice cómo se llama, pero cuenta: “Yo conozco a Granados desde pequeño; lo veía corretear por aquí con sus amigos”.

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Es muy posible que en ese grupo estuviera David Marjaliza. Amigos desde los 20 años, entre los dos fraguaron una relación que más tarde derivó en un entramado de comisiones ilegales. Según la Audiencia, la red se dedicaba a “mover voluntades en varios Ayuntamientos de la Comunidad de Madrid” para obtener “cuantiosos beneficios ilegales” en la “contratación pública amañada” y la “espuria recalificación de terrenos”. Según la fiscalía, Marjaliza manejaba más de 150 sociedades. Y está imputado por los presuntos delitos de blanqueo, cohecho, tráfico de influencias y malversación.

“Ojalá hubiera votado”

“Me sorprende que se fíen de personas que han estado robando al pueblo. Ojalá hubiera podido votar yo”, lamenta Laura Solé, una vecina de 17 años. Es de las pocas que dice su nombre. Como Francisco González, barrendero, de 65: “Debe ser que Valdemoro es un foro del PP, porque de lo contrario no se explica que tras salir a la luz todo esto, y lo que no se sabe aún, le hayan votado 10.000 personas”.

Pese a los últimos resultados electorales en Valdemoro, la corrupción sí le pasó factura al PP en los primeros comicios celebrados tras el estallido de la trama. En los comicios municipales de mayo, Ciudadanos se hizo con la alcaldía al sumar un edil más que el PP. La formación de Rivera sacó seis concejales por cinco de los populares. 6.451 papeletas frente a 5.831. Aunque si se comparan con los resultados de 2011, la pérdida es más evidente: del 45% de los votos, el PP pasó al 18%. Así, Guillermo Gross, un técnico de Google de 39 años, fue nombrado alcalde tras 16 años de gobierno del PP. En septiembre, el nuevo regidor anunció la contratación de una auditoría externa y pública.

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