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El área metropolitana se le resiste al independentismo

En Comú Podem se impone en todos los municipios del Barcelonès i Baix Llobregat, así como en gran parte del Vallès

Arriba, los municipios metropolitanos ganados por Junts pel Sí (verde) y Ciudadanos (naranja) el 27-S, comparado con el lila predominante en las generales.
Arriba, los municipios metropolitanos ganados por Junts pel Sí (verde) y Ciudadanos (naranja) el 27-S, comparado con el lila predominante en las generales.

En Comú Podem se ha impuesto en los cinco municipios del Barcelonès y en los 30 del Baix Llobregat, además de la mayoría de poblaciones de los dos Vallès y en la mitad del Maresme. La primera y segunda corona barcelonesa —durante muchos años monopolio de los socialistas y donde Ciudadanos empezó a hacerse un hueco en las pasadas elecciones autonómicas— estrena color y queda teñida del lila característico de la formación de Xavier Domènech. El voto mayotitario de la gran Barcelona se le resiste al independentismo.

Históricamente, el área de Barcelona se ha conocido con el nombre de cinturón rojo, donde el PSC ganaba cómodamente las elecciones, mientras el interior de Cataluña era territorio de CiU. Desde el auge del soberanismo, la paleta de color se ha enriquecido considerablemente. El área de Barcelona estrenó el color naranja, cuando Ciutadans sorprendió al imponerse en 17 municipios, algunos tan importantes como L'Hospitalet, El Prat, Sant Boi, Rubí o Castelldefels. El PSC sólo consiguió mantener poblaciones como Santa Coloma, Cornellà y Badia del Vallès. El resto quedó bajo dominio de Junts pel Sí.

El 27-S, con unas elecciones planteadas por muchas fuerzas como un plebiscito, el voto se polarizó hacia los partidos claramente a favor o en contra de la independencia, arrinconando aquellos con un discurso más ambiguo sobre el proceso, como Cataluña Sí que se Pot, la marca impulsada por Iniciativa, Podem y Esquerra Unida el 27-S. Entonces el área de Barcelona quedó prácticamente monopolizada por Junts por el Sí y Ciutadans, que consiguió capitalizar el voto no soberanista. La formación de Albert Rivera daba por hecho que su implantación se consolidaría y se expandiría en las generales pero la presencia del naranja ha sido fugaz. El vicesecretario general de C's, José Manuel Villegas, admitió ayer que su partido consiguió más apoyos gracias a que las autonómicas se centraron básicamente en la independencia. “En unas generales, que se habla de otros temas, hemos sacado el resultado que hemos sacado”, añadió.

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Con el debate soberanista en segundo término, Ciutadans se ha desinflado en las generales y perdido casi 250.000 de los 736.364 que logró el 27-S, muchos cosechados en la zona más poblada de Cataluña. El partido naranja no logró revalidar la victoria en ninguno de los municipios del cinturón metropolitano y solo logró imponerse en media docena de pequeños poblaciones (ninguna de Barcelona), entre los que destacan Roses y Salou.

La victoria de En Comú Podem es aplastante en el Barcelonès y el Baix Llobregat. Los de Xavier Domènech ganaron en todos los municipios de las dos comarcas. En Barcelona, el efecto Ada Colau (muy presente durante la campaña) ha funcionado a las mil maravillas y ha ayudado que En Común Podem consiga más del doble de votos, 218.080, que la segunda fuerza, que ha sido ERC. También se impone claramente en la segunda y tercera ciudad catalana en población: en Badalona —donde precisamente gobierna la confluencia de izquierdas bajo el nombre de Badalona en Comú— y en L'Hospitalet, Santa Coloma de Gramenet y Cornellà, tradicionalmente feudo del PSC.

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También logró el primer puesto en 18 de los 23 municipios del Vallès Occidental, la mayoría tradicionalmente socialistas, entre ellas las dos cocapitales, Sabadell y Terrassa. Democràcia y Llibertat (DiL) mantiene los baluartes convergentes (Sant Cugat del Vallès y Matadepera), mientras que ERC conserva plazas como Sant Llorenç Savall. En el Vallès Oriental la formación morada salió victoriosa en 23 de los 39 del Vallès Oriental, entre ellas la dos principales ciudades, tradicionalmente socialistas, como Granollers y Mollet, e incluso en uno de los nuevo bastiones de ERC, Caldes de Montbui. El mismo patrón se repite en el Maresme, donde la confluencia violeta gana a bastiones rojos como Mataró, Pineda o Premià de Mar.

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