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LAS ELECCIONES DEL 20-D

Sánchez levanta la autoestima del PSC en el mitin final de campaña

El candidato avisa de un “frente anti-PSOE” en el antiguo feudo socialista

Acto del PSOE en Zaragoza, con la intervencion de Pedro Sanchez, Susana Sumelzo y Javier Lamban. Acto celebrado en el cine Palafox.
Acto del PSOE en Zaragoza, con la intervencion de Pedro Sanchez, Susana Sumelzo y Javier Lamban. Acto celebrado en el cine Palafox. Uly Martin (EL PAÍS)

Pedro Sánchez actuó como un bálsamo para el PSC en las autonómicas del 27 de septiembre y la sintonía entre ambos partidos ha ido en aumento en esta campaña, como nunca antes había sucedido. El acto de cierre de los socialistas catalanes vivido ayer en el palacio olímpico de Vall d’Hebron de Barcelona contó con el candidato del PSOE y volvió a ser una nueva demostración de buen talante entre las dos formaciones. Pedro Sánchez contribuyó a un baño de autoestima del socialismo catalán, muy necesitado desde el desgarro interno que le produjo el proceso soberanista.

Asistieron unas 3.500 personas, aseguraron fuentes del partido. Nada que ver con aquellos llenazos de 12.000 personas en el Palau de Sant Jordi de las épocas en que José Luis Rodríguez Zapatero pronunció su conocida frase de “apoyaré el Estatuto que surja del Parlamento catalán”. Las fotografías de aquel día aún cuelgan en los despachos del PSC, y el socialismo es consciente que está muy lejos de recuperar aquella capacidad de movilización, pero están conjurados para lograrlo, o al menos eso es lo que prometen.

El candidato a La Moncloa abrió campaña electoral en Barcelona el día 4 con un acto en L’Hospitalet de Llobregat, un feudo electoral socialista y la cerró ayer en la capital catalana antes de coger un avión para rematar en Fuenlabrada. Por la mañana, el líder socialista había pronunciado un mitin en Zaragoza.

Una misma candidata y tres resultados

Ana Botella, esposa de José María Aznar, dijo la noche de las elecciones de 2007 que sabía que había perdido el PP cuando vio “los resultados de Cataluña”. La candidata de entonces fue Carme Chacón, después ministra de Vivienda y Defensa con José Luis Rodríguez Zapatero. En aquellos comicios, los socialistas catalanes cosecharon los mejores resultados en unas generales desde que hay democracia, con 25 diputados.

Cuatro años después, CiU les superó, también por primera vez y el PSC vio reducida su presencia en el Congreso a 14 escaños, también con Chacón de candidata. Este domingo, todas las encuestas vaticinan que el socialismo catalán caerá a su peor registro, con idéntica cabeza de cartel, por tercera vez consecutiva. Pedro Sánchez sabe de la importancia de ganar en Cataluña para lograr el pasaporte a La Moncloa y por eso llamó ayer a ser “punta de lanza” del cambio en España.

Despojado de la corbata roja y la americana azul eléctrico que lucía apenas una hora antes en el Hotel Palace de Barcelona, el líder del PSOE fue coreado por un electorado aún fiel que no ha dejado de votar socialista desde Felipe González. Gentes entradas en años, a las que Sánchez repitió el discurso del final de campaña, llamando al voto útil y cargando por igual contra PP, Podemos y Ciudadanos por haber formado un “frente anti-PSOE”.

La intensidad y el cansancio de la campaña afloraron en la intervención del candidato, tan espeso como disperso en su mensaje, mucho más nítido en el foro Barcelona Tribuna, donde admitió sin reparos que en Cataluña existe un “problema político” y que debería ser una prioridad solucionarlo para el Gobierno que salga de las urnas. Además, el líder del PSOE expresó su “respeto” por ese 48% de votantes independentistas que el 27 de septiembre apoyaron a Junts pel Sí y la CUP, si bien arremetió contra Artur Mas por el nivel de “degradación” en el que ha dejado la presidencia de la Generalitat.

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Ante la militancia asistente al acto final de campaña Sánchez optó por la senda fácil y volvió a aludir al golpe dialéctico que le propinó a Rajoy en el debate político acusándole de “indecente”, al tiempo que esgrimía la lista de corruptelas del PP y levantaba los aplausos de aquel votante que pedía a Alfonso Guerra que les diera “caña”.

El primer secretario del PSC, Miquel Iceta, ofició de telonero y abandonó su habitual tono de moderación, enlazando proclamas socialistas que despertaron de sus sillas al público. “¡Iceta, Iceta!” e “¡Iceta lo peta!”, respondió la militancia, antes de que Sánchez subiera al escenario y fuera aclamado al grito de “presidente”.

 

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