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Tarragona despereza su pasado romano

El Ayuntamiento y la Generalitat activan la recuperación del deshauciado teatro levantado por el emperador Augusto

Marc Rovira
La cabecera del circo romano de Tarraco.
La cabecera del circo romano de Tarraco.josep lluis sellart

Los restos del circo romano de Tarragona, levantado en el siglo I dC, lucen hoy aseados y fascinantes. Los vestigios de aquella pista de carreras de 325 metros de largo donde las cuadrigas rivalizaban a cara de perro en el que, sin duda, era el espectáculo de masas más popular del mundo romano relumbran y dan la bienvenida a quienes llegan a Tarragona desde la Vía Augusta. A pie de arena uno se puede sentir Ben-Hur. Ahora bien, quien carga más de un par de décadas a su espalda tiene vivo en el recuerdo que, donde ahora se avistan parte de aquellas gradas que acogían hasta a 30.000 espectadores, no hace tanto había un conglomerado anárquico de casonas, pisos, bares y hasta un par de cines. Tarragona no siempre tuvo cuidado de Tarraco.

El Departamento de Cultura de la Generalitat y el Ayuntamiento de Tarragona se han aliado para mimar el legado romano de la ciudad y dar un impulso a los monumentos que exhiben la etiqueta de Patrimonio Mundial. El acuerdo, firmado por el alcalde Josep Félix Ballesteros y por el consejero de Cultura en funciones, Ferran Mascarell, contempla una colaboración de las dos administraciones, autonómica y local, para consolidar Tàrraco como "un producto cultural, educativo y turístico de primer orden". El proyecto llega justo cuando la ciudad acaba de celebrar su decimoquinto aniversario como pieza del Patrimonio Mundial de la UNESCO. En este contexto, las líneas maestras del acuerdo marco son: promover la gestión integrada de los monumentos que forman parte del Patrimonio Mundial de Tàrraco, contando con la complicidad del Ministerio de Educación y Cultura, y hacer de Tarragona "una ciudad de referencia en materia de protección, conservación y difusión del patrimonio cultural".

El convenio establece una aportación de 701.154 euros por parte de la Generalitat para acometer las excavaciones arqueológicas y la restauración del desvencijado teatro romano. Construido en época de Augusto, el teatro era uno de los edificios más emblemáticos de Tarraco. Situado en la parte baja de la ciudad, a medio camino del Fórum de la colonia y del puerto, sus gradas se apoyaban sobre la inclinación natural del terreno. Aún perduran huellas de las tres partes más fundamentales de su arquitectura: cavea (grada), orchestra (semicirculo frente al escenario que estaba reservado a las personalidades) y scaena (palestra que servía de espacio escénico). Sin embargo, su conservación ha sido calamitosa y hoy es un mustio solar abandonado por casi todos, menos por los gatos. Los trabajos para su recuperación se iniciarán en febrero del 2016 y tendrían que estar terminados para 2017, fecha en que Tarragona debe celebrar los Juegos del Mediterráneo.

Ferran Mascarell pone de relieve que “el valor patrimonial de Tarragona debe ser elemento central para explicar la romanización en Catalunya y en el Estado".

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