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Funerarias como tiendas de IKEA

El madrileño Matías Candeira habla del duelo y la mercantilización de la muerte en su novela ‘Fiebre’, becada por la fundación Nefkens

El escritor madrileño Matías Candeira.
El escritor madrileño Matías Candeira.BLANCA DÍAZ

Quien más, quien menos, todo el mundo acaba pensando en la muerte, y en casos como el de Matías Candeira (Madrid, 1984) incluso se escriben libros sobre ella. Ese fue el origen de su primera novela, Fiebre, que publica ahora la editorial Candaya: una obsesión puntual por la literatura de duelo, espoleada en parte por la confesión de una amiga cuyo padre había fallecido. “Me dijo que todavía notaba un residuo de temperatura en los objetos de él, que cuando conducía su coche le parecía estar encajando en su espalda”, recuerda mientras apura una caña en un bar de la Rambla de Catalunya, minutos antes de la presentación de su libro en Barcelona.

Aquella anécdota llevó a un esbozo de novela, que Candeira —profesor en la Escuela de Escritores de Madrid y autor de varios libros de relatos— presentó a la Fundación Han Nefkens, cuyas generosas becas financian proyectos de autores emergentes. La idea convenció y se alzó ganadora de la segunda edición de esta ayuda: un año y ocho meses después nacía Fiebre, la turbia historia de un hombre golpeado por las muertes de su padre y (unos años antes) su prometida.

El autor, cuyos padres están bien vivos y gozan de buena salud, tuvo que encontrar su forma particular de aproximarse a la cuestión del duelo. “Me parecía muy difícil recrear este dolor, así que me propuse tratarlo desde lugares un poco raros: la poesía, lo siniestro, lo enfermo”. En el libro, el protagonista, un hombre de dos metros “terriblemente oscuro y opaco”, trata de descubrir por qué su padre (que muere en el primer capítulo) nunca quiso ejercer de padre. Su viaje iniciático, narrado al principio desde una óptica realista, desemboca en un escenario febril con elementos propios de la literatura fantástica y negra. “No quería escribir un libro con un género muy marcado: empieza como una novela de duelo y luego avanza hacia algo indefinible”, asegura el autor, que en su haber ya tiene algunos títulos publicados, todos ellos de relatos: La soledad de los ventrílocuos (Tropo Editores, 2009), Antes de las jirafas (Páginas de Espuma, 2010), Todo irá bien (Salto de Página, 2013) y La segunda vida (Aristas Martínez, 2014).

En ese algo indefinido hay poco espacio para la cordura. “El padre era ese tipo al que nadie querría acercarse”, explica Candeira, "una especie de profeta loco con una relación extraña con los animales, que siempre aparece enfermo, hablando de modo delirante e incoherente”. En un entorno tal, el autor logra encajar sin problema algunos elementos surrealistas de la vida real, como el día a día de una agencia publicitaria o la alegre mercantilización de la muerte que se da en las funerarias, cuyos ataúdes llevan nombres como Amanecer en la sierra o Nenúfar eterno. "Me metí en webs de funerarias para investigar. Era prácticamente como mirar un catálogo de IKEA”, asegura.

La historia de Fiebre sucede en alguna ciudad indeterminada del norte de España, pero el autor la escribió desde un cuartucho en la Rambla barcelonesa. Aunque los 1.800 euros mensuales de la beca ayudaban, los plazos eran apremiantes: “Tuve que ponerme un horario muy estricto”, bromea. Tras los dolores del parto, la ilusión de tener entre manos la primera novela: una de esas que plantean preguntas inquietantes, y luego se niegan a dar la respuesta en bandeja.

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