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Tribuna
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Noviembre feminista

Es necesario que cada uno de los poderes que operan en la sociedad se responsabilice para acabar con esta lacra violenta que cuestiona los principios democráticos de la vida digna

Siete de Noviembre. Una manifestación histórica recorría las calles de Madrid pidiendo el fin de todas las formas de violencia machista y el compromiso de las administraciones con ese objetivo. Miles de mujeres nos unimos en la misma demanda: un pacto de Estado que luche efectivamente contra unas violencias que nos están oprimiendo, que nos están dañando y que nos asesinan. Lo exigíamos con nuestra presencia en el espacio público, conscientes que de esa manera ya estábamos iniciando el pacto. La demostración de compromiso de la ciudadanía es siempre la primera piedra para hacer realidad los avances sociales.

Sin embargo, la alegría de ese empoderamiento colectivo se extinguió demasiado rápido. No pudimos conservarla tanto como hubiéramos querido y, sin duda, como hubiéramos necesitado. Al día siguiente, supimos que el mismo día siete, Antonia fue asesinada. El día ocho, Elvira y Magdalena. El nueve, Isabel... los días posteriores lo fueron Mari Carmen, Eva, y dos mujeres más cuyos nombres no han trascendido. Desde el mismo día en que, juntas, exigíamos el fin de esa violencia brutal, y hasta hoy, ocho mujeres han sido asesinadas. Nos quedamos, una vez más, con esa sensación tan perversamente conocida entre la consternación y la rabia, y con ese dolor que sólo podemos gestionar a través del sentir feminista, la acción solidaria y la constancia en la lucha. Ni un paso atrás.

Ante esto y al mismo tiempo, hemos podido comprobar cómo algunos diarios no reconocían la manifestación histórica como una noticia a la altura de sus portadas. No solo eso, sino que el rostro más ruin del patriarcado se mostró, desacomplejado y altivo, en forma de opiniones infames que pretendían ser al movimiento feminista actual lo que en su día fue la guillotina para la Declaración de los Derechos de la Mujer.

Las feministas que estamos en los gobiernos locales apelamos a la voluntad política para definir un pacto de Estado que garantice los derechos de las ciudadanas y aborde el problema del machismo y el androcentrismo

Ni un paso atrás porque falta mucho todavía. Hemos ido alcanzando logros y derechos que hoy en día pensaríamos indiscutibles. Estamos tocando el hueso, estamos cuestionando las relaciones de poder que parecen normales desde un sentido común violento y patriarcal. El 7-N conseguimos poner el dedo en el ojo del patriarcado, y por eso algunos, preocupados, se removieron en sus asientos y nos lanzaron sus exabruptos.

Porque estamos ganando terreno también en las instituciones, poco a poco, con esfuerzo y perseverancia. Es necesario que cada uno de los poderes que operan en la sociedad se responsabilice para acabar con esta lacra violenta que cuestiona los principios democráticos de la vida digna. La responsabilidad será el cemento del pacto de demandamos.

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Por eso, también las feministas que estamos en los gobiernos locales apelamos a la voluntad política para definir un pacto de Estado que garantice los derechos de las ciudadanas y aborde seriamente el problema del machismo y el androcentrismo en nuestras sociedades. Apelamos a la voluntad política porque es condición sine qua non para forjar consensos, pero exigimos, además, que se traduzca en medidas concretas y en presupuestos asociados, y que se trabaje en esta línea coordinadamente en todos los niveles de la Administración, ya que entendemos que la voluntad política no es voluntarismo, sino responsabilidad pública y garantía de derechos.

Sabemos que sí se puede, por lo que será cuestión de tiempo, de lucha y de trabajo ingente posicionar el problema de las violencias machistas como una cuestión de Estado. La mejor noticia es que, tal y como hemos comprobado el 7-N, somos muchas, fuertes, y estamos unidas.

Laura Pérez, regidora de Ciclo de Vida, Feminismos y LGTBI del Ayuntamiento de Barcelona

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