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PUNK | Hinds

A la caza del futuro

El bisoño cuarteto femenino madrileño disimula sus limitaciones con desparpajo y aspira a conquistar medio mundo, a partir de enero, con su primer disco

Hinds en la sala El Sol.
Hinds en la sala El Sol.Santi burgos

Las jovencísimas chicas de Hinds ya son capaces de congregar a 300 personas en El Sol en mitad de un noviembre mustio, algo que no podría suscribir cualquier banda novel. Pero ese es casi el menor de los méritos que atesoran a estas alturas.

En realidad, podríamos considerar lo de este miércoles como una tímida toma de contacto de estas cuatro muchachas con su ciudad de origen, después de que el mes de octubre lo hayan invertido en una kilométrica gira por Estados Unidos y a las puertas de una expedición que las llevará hasta China y Vietnam. Sí, como suena: rockeras madrileñas por Hanói.

Las expectativas son máximas ante lo que suceda a partir del 8 de enero, cuando Leave Me Alone, el primer larga duración de Carlotta, Ade, Amber y Ana, vea simultáneamente la luz en cuatro continentes. Si usted no las conoce, descuide: otros lo harán desde cualquier otro lugar del globo terráqueo. La tirada original comprende 4.000 ejemplares con el prestigioso sello londinense Lucky Number (casa del genio estrafalario Darwin Deez), 6.000 en Estados Unidos, 1.000 en Australia y otro millar para el mercado japonés, donde les ha echado el lazo la multinacional Sony. Hinds ya son, pase lo que pase, un fenómeno. Otra cosa es que la prudencia y el aprecio por la escala cromática nos permitan suscribirlo con abierto entusiasmo. La historia es hermosa, sin duda. Cuatro pipiolas que hoy suman entre 19 y 24 años contactan con el representante de The Parrots, uno de sus grupos favoritos, y le hacen llegar un par de canciones. El mallorquín Joan Vich lo ve clarísimo: puede que las chavalas no sean unas virtuosas, pero practican ese punk directo y travieso que maravillaba al joven Kurt Cobain y han encarnado The Vaselines o The Pastels.

Los temas desembarcan en la web Bandcamp el 2 de abril de 2014. A la mañana siguiente, las chicas amanecen con correos de la revista New Musical Express y el blog The Line Of Best Fit en su bandeja de entrada.

“Ni siquiera sabían muy bien quiénes eran los remitentes, pero en junio ya estaban tocando en el club londinense Sebright Arms”, rememoraba Vich el miércoles. Era solo el cuarto concierto en la historia de Hinds. Desde entonces, vía rápida hacia la estratosfera. Sobre todo más allá de los Pirineos, aunque ya hay un creciente núcleo de universitarios que las reconoce y saluda por la Gran Vía. ¿Ingredientes? Desparpajo, frescura, canciones de tempo cambiante y unas ganas arrolladoras, pero también voces endebles (y entrelazadas de aquella manera), un inglés ininteligible y un aprecio por la afinación solo relativo.

Los acoples son una constante, como si en vez de en El Sol nos encontrásemos en la fiesta de graduación escolar de algún sobrino. Guitarras y batería marchan en sincronía solo a veces, pero nada disuade al festivo pogo saltimbanqui que orquesta el núcleo duro imberbe del público. Tampoco las miradas curiosas y divertidas de los cuarentones que mantienen una distancia prudencial con el escenario. Las Hinds preparan su nueva maleta y parece evidente que esta película no ha hecho más que comenzar.

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