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Somoza y la palabra maldita

El escritor juega con las leyendas de desapariciones, muertes misteriosas y locuras en ‘Croatoan’

Carles Geli
José Carlos Somoza, por partida doble: en la pared de autores de la agencia Carmen Balcells y junto al hijo de ésta, hace unas semanas.
José Carlos Somoza, por partida doble: en la pared de autores de la agencia Carmen Balcells y junto al hijo de ésta, hace unas semanas.CONSULEO BAUTISTA

Deambulando moribundo en 1849 por las calles de Baltimore hallaron a Edgar Allan Poe musitando una extraña palabra que no abandonó ya ni en el lecho de muerte. Era la misma que el inquietante Ambrose Bierce había dejado escrita en un papel roto en trocitos esparcidos por la última cama que utilizó el escritor y periodista antes de esfumarse en México en 1913; también la que la intrépida aviadora Amelia Earhart, en 1937, había tachado en su cuaderno de notas días antes de desvanecerse para siempre; y asimismo esa fue la única anotación, en un árbol, que en 1590 dejaron los 117 colonos ingleses que habitaban la isla de Roanoke, frente a la costa de Carolina del Norte, y que desaparecieron sin dejar rastro, en el que fue el origen de la leyenda de la palabra maldita. Si un autor español contemporáneo tenía que recuperar Croatoan quizá solo podía ser el escritor de origen cubano afincado en España José Carlos Somoza, que con ella ha titulado su 19ª novela, que ahora le edita Stella Maris.

La enigmática palabra es el único contenido del correo electrónico que recibe la etóloga Carmela Garcés de su antiguo maestro, importancia relativa si no fuera porque el remitente había muerto hacía dos años; pero quizá en ella esté la pista que explique el extraño comportamiento de la humanidad, que alcanza cotas de una violencia injustificada que empieza a extenderse como una plaga. En un contexto de fenómenos incomprensibles y devastadores que ocurren en lugares bien distantes del planeta, las personas empiezan a comportarse como animales y algunos de estos hacen el proceso a la inversa.

El escritor titula su obra 'Croatoan', expresión que apareció en los últimos momentos de la misteriosa muerte de Poe y de las desapariciones de Bierce, Amelia Earhart y una colonia  de ingleses en el XVI

“Un saltamontes, solo, es un animal inofensivo y hasta entrañable; pero si se da un efecto llamada, miles de ellos forman una plaga de langosta y arrasan… ¿Por qué no meter a los seres humanos en la mecánica de la naturaleza, acaso como una manada monstruosa, y hacerles abandonar el pensamiento y enfrentarlos a algunos pocos que sí querrían conservarlo?”, comenta Somoza (La Habana, 1959), que en un planteamiento así deja entrever de nuevo en su obra el influjo de sus estudios de medicina y psiquiatría. Y también es un guiño a su guion de teatro radiofónico Langostas, con el que Croatoan guarda concomitancias temáticas, y que le valió el premio Margarita Xirgu en 1994, inicio de su carrera como escritor.

¿Por qué no meter a los seres humanos en la mecánica de la naturaleza, acaso como una manada monstruosa, y hacerles abandonar el pensamiento?", plantea Somoza

Admite el autor de Dafne desvanecida y Zigzag que en la trastienda de Croatoan está “una metáfora del mundo actual, de este absurdo sentido globalizador y cómo puede uno defender su individualidad ante el comportamiento de la gente como auténticas manadas”. De nuevo lo hace con algo que caracteriza buena parte de su obra y que, a tenor de los resultados, traducida a más de 30 idiomas, parece funcionar: una huida del realismo a partir de una particular mezcolanza de géneros cuyas barreras rompe al estilo de, por ejemplo, John Connolly. “No hago novela de género: mezclo ciencia-ficción, fantasía, policiaco... pero no doy un salto excesivamente alejado de la realidad; exploro cosas no realistas, claro, pero lo que cuento puede suceder; además, la novela realista suena hoy más fantástica que la novela de género”, asegura.

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Cree Somoza que hoy la gente intenta más que nunca buscarse a sí misma en un contexto en el que “la realidad no es lo que creemos ver” y en el que mucha gente necesita esconderse para ser sincero: “Dale a un hombre una máscara y te contará la verdad; y hoy tenemos más máscaras que nunca”. Todo ello en un mundo que muta muy deprisa, en una vorágine de la que no escapa su propio gremio: “El mundo pasado está quedando atrás muy deprisa y tengo la impresión leyendo a muchos colegas que no asumen cambiar en sus obras”. Lo dice para vacunarse a sí mismo: “Cada novela es un desafío para mí, es cierto que busco siempre la realidad detrás de lo que creemos que lo es pero siempre lo hago bajo formas distintas; con cada libro cierro y echo la llave”.

El autor de 'La dama número 13' y 'Zigzag' elabora una inquietante metáfora sobre el absurdo sentido globalizador y cómo puede uno defender su individualidad

Esa voluntad rompedora es más fácil de constatar ahora puesto que Stella Maris recuperará cinco títulos del escritor, entre ellos Zigzag, Dafne desvanecida y La caverna de las ideas, tres haber alcanzado un acuerdo con Somoza y su agente, Carmen Balcells, quien se comprometió a promocionar Croatoan pocas semanas antes de su fallecimiento, lo que ha acabado haciendo el hijo de la superagente, Lluís Miquel Palomares. “Ella me transformó en alguien que quería escribir y que quería hacer de eso su vida”, resume Somoza. No fue una mala apuesta para ambos: los derechos cinematográficos de Clara y la penumbra (premios Fernando Lara 2001 y Hammett 2002), han sido adquiridos por la productora A Contraluz (El cuerpo de Ana Fritz; Savage Grace…), mientras que Jaume Balagueró ([REC]) prepara una adaptación de La dama número 13. No, con Somoza no hay palabras malditas.

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Sobre la firma

Carles Geli
Es periodista de la sección de Cultura en Barcelona, especializado en el sector editorial. Coordina el suplemento ‘Quadern’ del diario. Es coautor de los libros ‘Las tres vidas de Destino’, ‘Mirador, la Catalunya impossible’ y ‘El mundo según Manuel Vázquez Montalbán’. Profesor de periodismo, trabajó en ‘Diari de Barcelona’ y ‘El Periódico’.

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