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Aprender catalán con vistas a Alcalá

El Centro Cultural Blanquerna en Madrid tiene unos 300 estudiantes: niños, jubilados, entusiastas de Mishima y veraneantes en la Costa Brava

Camilo S. Baquero
Clase de catalán del centro Blanquerna, en Madrid.
Clase de catalán del centro Blanquerna, en Madrid.Jaime Villanueva

“Cuando mi nieto me llama yaya, a mí se me cae todo”. Después de muchos años sin sentarse en un pupitre, el amor de abuela ha llevado a Cristina a coger de nuevo el lápiz y completar los ejercicios de Veus,la cartilla de catalán editada por Publicacions de L’Abadia de Montserrat. El pequeño, de 20 meses, vive con sus padres en Barcelona y ella quiere compartir con él hasta la lengua. Esta jubilada y es uno de los 300 matriculados en las Aulas de Catalán que la Generalitat tiene en Madrid.

En la bifurcación entre la Gran Vía y la calle de Alcalá está el Centro Cultural Blanquerna, donde se imparten las clases desde 2007. En Madrid solo tres instituciones ofrecen cursos de catalán, explica Xavier Basora, el nuevo coordinador del proyecto. Las otras dos son Jesús Maestro —la dependencia de la Escuela Oficial de Idiomas donde se enseñan las llamadas lenguas minoritarias— y la pionera, el Cercle Català, en la cercana Plaza España. Blanquerna ofrece cinco niveles (desde A2 hasta C2), un club de conversación y clases para niños entre 5 y 12 años en la que el propio Basora es el profesor.

Blanquerna ofrece cinco niveles de catalán, conversación y clases para niños

El actor Francesc Galceran es el padre de Gerard. El pequeño, de cinco años, es uno de los alumnos de Basora. El profesor echa mano del Club Súper 3 y la literatura infantil en catalán para captar su atención por hora y media, cada lunes. “Vivir en Madrid y que tu hijo pueda tener acceso a contenidos en catalán es muy difícil, suerte de la Blanquerna e Internet”, agradece Galceran. La gran mayoría de los alumnos de esta clase son hijos de catalanes o familias con planes de mudarse a Cataluña y esperan que sus hijos tengan un primer acercamiento con la lengua.

“Intentas hacerle atractivo el tema, pero el medio es complicado. Tengo la suerte de tener otros amigos catalanes con hijos de su edad y lo hablan. Cuando sea la hora de escribir veremos qué pasa”, explica el actor. “La idea de hacer una escuela catalana en Madrid fracasó por falta de personas, pero ¿es mucho pedir que los dibujos del Clan de TVE se pudieran incluir el audio en las lenguas cooficiales o que hubiera una optativa en las escuelas?”, se pregunta. Un reto de la escuela, confiesa Basora, es que hacer con estos alumnos entre los 12 y los 17 años, cuando ya pueden entrar a las clases de adultos.

El precio de los cursos oscila entre los 45 y los 60 euros, dependiendo del nivel. A esto hay que sumarle los 20 euros de los libros de texto. Las clases son de mañana y tarde y hay en total tres profesores. Lluïsa Serra se encarga de las clases matinales y trabaja en Blanquerna desde hace ocho años. “Lo fundamental es que hablen”.

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Las clases son de mañana y tarde y hay en total tres profesores

Este año la matriculación ha subido un 5% y la tasa de abandono no es muy alta. El perfil de los estudiantes es muy variado: en las mañanas se ven a más jubilados como Miguel Ángel, alumno en B1, que cada año veranea en Tossa de Mar y Platja d'Aro, quiere aprender catalán “para hablar con los amigos que tengo allí”.

El interés de las tardes cambia. Pedro, de 35 años y abogado de la Administración, tiene planes de mudarse a Barcelona y quiere tener listo el requisito del nivel C de catalán por si resulta un traslado. “La gente viene con prisa de aprender catalán cuando la motivación son razones laborales. ¿Cuánto pueden tardar? Como siempre es cuestión de voluntad. Aunque también es verdad que con la caída de la convocatoria de las oposiciones ha mermado este público”, revela Basora. Ahora hay 80 personas preinscritas para presentar el examen de suficiencia del Instituto Ramon Llull en noviembre.

“Me gusta la cultura daliniana, me interesa su relación con Walt Disney”, confiesa Juan Francisco, de 31 años. Y es que la cultura, tanto como el amor y el trabajo, son uno de los mayores reclamos de los estudiantes, coinciden Basora y Serra. “El interés que antes despertaban las canciones de Joan Manuel Serrat o de Lluís Llach ahora corresponde a Els Amics de les Arts o Els Pets”, explica el coordinador. La actividad de escuchar una canción de Mishima y llenar los espacios en blanco ya es todo un clásico en clase.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.

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