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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Identificar lo esencial

Para la CUP, Mas no permite aumentar la base social de un independentismo que, dicen las encuestas, crece por la izquierda

Las negociaciones entre Junts pel Sí y la CUP para la investidura del próximo presidente de Cataluña progresan adecuadamente en el qué, el cómo y el cuándo, pero necesitan mejorar en el quién. El principal escollo para el acuerdo sigue siendo Artur Mas y lo que representa. La CUP se mantiene firme en su compromiso de no investir a una persona que consideran que simboliza lo contrario a sus demandas: rescate social, políticas económicas contra la austeridad, erradicación de la corrupción y de sus encubridores y desobediencia para la ruptura democrática. Junts pel Sí, por su parte, considera innegociable el candidato que presentaron a las elecciones del 27-S. Y todo ello con un escenario negociador complejo y con razonamientos contradictorios que complican la reelección de Mas.

1. El contexto de la negociación dificulta los acuerdos. Hay una gran distancia ideológica entre los interlocutores (sobre todo, entre la CUP y CDC). La CUP es ideológica y estratégicamente más homogénea, aunque con distintas intensidades, mientras que la transversalidad política de Junts pel Sí puede dificultar el consenso sobre sus prioridades internas. La radicalidad y el asambleísmo de la CUP limitan la transigencia y descartan los cambalaches. La CUP no es un negociador que se ablande con la oferta de cargos, ni se arruga ante chantajes o presiones mediáticas y tertulianas. Tampoco ayuda el sonsonete desdeñoso y burlón de cierto entorno convergente sobre el exceso de gestualidad y de teatralidad de la CUP, o la súbita apariencia izquierdosa de CDC para tratar de encandilar a los anticapitalistas. El historial negociador de CDC también genera suspicacias y no facilita un mínimo clima de confianza. El tiempo de negociación es limitado y la conocida táctica convergente de forzar los pactos in extremis difícilmente aplacará las reivindicaciones de la CUP.

2. En los sistemas parlamentarios, quien elige al presidente del gobierno no es la mayoría electoral, sino la parlamentaria. Para conseguirla, Junts pel Sí a priori tiene como único posible negociador a la CUP y ello fortalece a esta formación y debilita el argumento del tamaño que, como sabe CDC por su experiencia negociadora para garantizar la gobernabilidad en España, no es un buen indicador para medir la fuerza de los negociadores. La CUP, consciente de su situación minoritaria, ya ha rebajado sus planteamientos iniciales, pero no está dispuesta a renunciar a la esencia de su ideario.

3. El partido político que según la teoría de juegos podría ejercer el rol de jugador central y actuar de bisagra, ERC, está vinculado a uno de los dos bandos, pero si persiste el bloqueo deberá ser más proactivo para facilitar el acuerdo. El arbitraje de ERC debería incluir nuevas propuestas válidas para la CUP y que convencieran a CDC, ya que el diálogo parece más fácil entre la CUP y ERC o, incluso, entre la CUP y los independientes de Junts pel Sí.

4. Para CDC, Mas ha sido el gran líder político del soberanismo, es imprescindible para seguir abanderando el proceso y no tiene alternativa. Para la CUP, en cambio, Mas no permite aumentar la base social de un independentismo que, como muestran las encuestas y los resultados electorales, está creciendo y puede seguir haciéndolo por la izquierda. La CUP insiste en señalar que lo logrado hasta ahora y la nueva etapa de gobierno de transición republicana están por encima de siglas y de personas, y que un proceso que ha sido colectivo no puede estar condicionado por la imposición de nombres. El nuevo liderazgo, según la CUP, ha de ser plural, Mas debe seguir siendo copartícipe y el nuevo presidente, más ecléctico.

5. La CUP no anhela parcelas de poder, sino formar un gobierno que inicie, sin retorno, la ruptura con España y un proceso constituyente para una república catalana, y que asegure una batería de medidas urgentes para terminar con la exclusión social. Para la CUP, el propósito de las elecciones plebiscitarias era colectivo y no personal, era la independencia de Cataluña y no la ratificación de un presidente. Algo muy parecido a lo que hace un año afirmó solemnemente el mismo presidente Mas en la conferencia del Fórum, en la que exhortó a ser generosos y a saber identificar lo que es esencial: “Puedo ser el primero o ser el último”, “no hay condiciones personales en mi planteamiento, sino de proyecto para garantizar que Cataluña salga adelante”, “son tiempos de suma y no de condiciones personales”.

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Jordi Matas Dalmases es catedrático de Ciencia Política de la UB

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