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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

En la tribulación, atrincheramiento

Atrincherado en sus reductos del área metropolitana, el PSC actuará como una federación autonómica de un PSOE que lucha por la estricta supervivencia

De una mujer a otra. La primera fue aquella vecina de Terrassa nunca identificada públicamente que, en abril de 2014, acometió e insultó al entonces primer secretario del PSC, Pere Navarro; un incidente lamentable pero menor que alcanzó gran notoriedad porque hubo quien quiso hacer de él un ejemplo del supuesto clima crispado, irrespirable y fratricida creado en Cataluña por el proceso independentista. La reacción desmañada y confusa de Navarro ante el episodio contribuyó a erosionar su liderazgo, finiquitado tras la derrota en las elecciones europeas de aquella misma primavera.

La segunda mujer que ha golpeado la carrera política del exalcalde de Terrassa —esta vez, con resultados demoledores— es, en cambio, perfectamente conocida: se llama Carmen Chacón y, a la hora de confeccionar las candidaturas para el 20-D, la cúpula actual del PSC le ha entregado todo el poder, e incluso la dignidad del partido, con la esperanza de minimizar un nuevo descalabro.

Más allá del desaire a Pere Navarro, la composición de las listas para las generales es una excelente radiografía del estado actual del PSC; un test mucho más exacto que las impostadas alegrías a raíz del 27-S, tras haber perdido sólo cuatro escaños y casi dos puntos porcentuales respecto de 2012 (veintiuna actas y catorce puntos desde 2006).

Si, en sus años pletóricos, el PSC atraía a independientes y afines, ahora los ahuyenta, y se reduce a un aparato disminuido, puesto al servicio no del primer secretario Iceta y de un programa propio, sino del proyecto político-personal de la señora Chacón. Un proyecto madrileñocéntrico —alcanzar la secretaría general del PSOE, y luego la Moncloa— del que el PSC resulta una mera palanca, y los militantes socialistas catalanes simple carne de cañón electoral. Por eso es posible despreciar la voluntad de los de Terrassa o el Vallès Occidental que, ingenuos, propusieron a Navarro como candidato.

La mejor metáfora de cómo se ha elaborado la lista del PSC al Congreso por Barcelona nos la ofrece la irresistible ascensión del señor Germán Rodríguez Sánchez. Treintañero, amamantado en las ubres de la JSC y del partido desde la adolescencia, brazo derecho de la ministra Chacón en Vivienda y Defensa, para las generales de 2011 se le asignó el puesto onceavo de la candidatura, de manera que sólo se convirtió en diputado un año después, sustituyendo a Daniel Fernández. Y sí, vale que durante este trienio ha tenido algunos buenos rifirrafes dialécticos con el ministro Wert. Pero, ¿es ese mérito suficiente para saltar del número 11 al 2, por delante de tantos currículos más largos y densos?

Acompañando a Chacón y a su escribidor, ¿a quién hallamos? Pues a la encarnación simultánea del aparato y del Baix Llobregat, esto es, al incombustible José Zaragoza. A Maurici Lucena, que se ha salvado de la quema porque cuenta con el apoyo de Pedro Sánchez, y Carmen Chacón no cree llegado aún el momento de calentar la guerra fría que mantiene con el inquilino de Ferraz. O a Joan Rangel Tarrés, el representante habitual del PSC en las convocatorias de Societat Civil Catalana. Y, en el lado femenino de la cremallera, a dos debutantes, Mercè Perea y Lídia Guinart (concejales, respectivamente, de L'Hospitalet y Santa Coloma) y a la veterana ugetista Isabel López Chamosa.

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Con estos mimbres, el cesto de la campaña electoral resulta fácil de prever. Atrincherado en sus reductos del área metropolitana, el PSC tratará de competir con Ciudadanos en la defensa de la unidad de España, apelará sin rebozo a las raíces foráneas de muchos electores de esa zona, abandonará en manos de Catalunya en Comú —o como se llame finalmente— la idea de una consulta sobre el futuro político de Cataluña y, entre vacuas apelaciones a la reforma federal de la Constitución, renunciará por completo a atraer a votante alguno de sensibilidad catalanista. Actuará como una federación autonómica del PSOE que lucha por la estricta supervivencia.

¡Ah, se me olvidaba! El gran triunfo preelectoral del PSC es que Pedro Sánchez haya cooptado a una de las suyas, la diputada Meritxell Batet, como número dos de la lista del PSOE por Madrid. Enhorabuena. Lástima que el gesto quede neutralizado por otro fichaje estelar del propio Sánchez: el de la exdiputada de UPyD Irene Lozano, ultraespañolista y partidaria firme de la asfixia legal del catalán. Tampoco de eso ha pedido perdón.

Joan B. Culla i Clarà es historiador.

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