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La crítica a la publicidad en el espacio público de Jordan Seiler, en Barcelona

El artista de Nueva York participa en Openwalls, donde Martha Cooper da una conferencia hoy

Clara Blanchar
Jordan Seiler, agachado, sustituye el anuncio de una marquesina.
Jordan Seiler, agachado, sustituye el anuncio de una marquesina.Massimiliano Minocri

¿Se han fijado en las marquesinas de la ronda Universitat? Jordan Seiler is in the city. En Barcelona. El artista y activista de Nueva York es uno de los invitados del festival Openwalls y esta madrugada ha dejado rastro en el centro de la ciudad para denunciar el bombardeo de publicidad, mensajes de privados, subraya, que los ciudadanos recibimos en el espacio público.

Un espacio que Seiler (1979) defiende que es “el salón compartido de las ciudades” y que sostiene “que en el mundo capitalista se usa de forma contraria a como se debería usar: con lo privado frente a lo público y con una comunicación que va en una sola dirección, del anunciante al vecino”.

“No soy un delincuente, soy un artista y activista que protesto, hago política. Lo que hago no es ilegal, es lo que debería ser, devolver el espacio público a la gente”.

En Barcelona la acción ha consistido en sustituir los anuncios de 22 marquesinas por llamativos diseños en blanco y negro. Esta vez no ha empleado texto. “Es suficiente para que la gente se dé cuenta de lo que estoy planteando, de que la publicidad afecta la forma como entendemos el mundo, pensamos sobre él y sobre nosotros mismos”. “No pretendo que la gente le de mil vueltas a mis acciones. Si piensan en ellas y en su significado un momento me hace feliz”, asegura quien se gana la vida como fotógrafo o cuando su obra entra en las galerías de arte. “Mi vida en NY es barata y pongo la mayoría del dinero en esto. Además suelo combinar viajes como éste con las vacaciones”. Después de Barcelona pasará por París, Bruselas y Londres.

El activista viaja por todo el mundo con un manojo de llaves que fabrica él mismo y que abren, asegura, las marquesinas, los llamados OPI, de muchas ciudades del mundo. Alto y delgado, de negro de pies a cabeza, con un flequillo ondulado que recuerda al de Oscar Wilde y un relámpago tatuado en cada dedo índice, Seiler realiza sus acciones a cara descubierta y normalmente de día. Eso sí, vestido como si fuera un operario, para pasar inadvertido. No se muestra muy amigo del anonimato desde el que actúan otros artistas urbanos: “No soy un delincuente, soy un artista y activista que protesto, hago política. Lo que hago no es ilegal, es lo que debería ser, devolver el espacio público a la gente”.

El artista ha intervenido en decenas de ciudades pero solo ha sido detenido en la suya. Varias veces. Declara ante el juez, le explica el sentido de sus intervenciones y como máximo el magistrado le obliga a retirar su obra. Pero no tiene ni una multa, asegura. “Es una paradoja: a las autoridades no les gusta, pero la gente suele estar de acuerdo y empatizar con lo que hago”.

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Seiler confesaba ayer en una cafetería del centro que no conoce Barcelona, pero que, por lo poco que había visto, “es una ciudad más, global”. Más allá de la crítica, el activista pretende lanzar el mensaje de que “la publicidad en el espacio público no es algo inevitable”. “Esto”, dice subrayando marquesinas y publicidad en los quioscos “es de una multinacional como JC Decaux o Clear Chanel que se llena los bolsillos con dinero que podría revertir en la ciudad. Las ciudades han cedido los espacios publicitarios a las empresas, que se forran con nuestro espacio público, es colonialismo. Las ciudades deberían recuperar los espacios publicitarios privados”. ¿Sabe el artista que en Barcelona gobiernan 11 regidores surgidos de una candidatura ciudadana que en su programa hablan de remunicipalizar servicios privatizados? “¿En serio?", pregunta. "No tenía ni idea”, admite.

La tercera edición del festival Openwalls comenzó el sábado pasado y se prolongará toda esta semana. Uno de los días fuertes de la cita es este martes, cuando durante todo el día hay conferencias en el CCCB, donde la indiscutible cabeza de cartel es la fotoperiodista Martha Cooper, que a sus 72 años sigue documentando el mundo del grafiti y el hip hop en todo el mundo. Durante el festival también se pintarán cuatro grandes muros. Este año los artistas son Borondo, Claudio Ethos, Roc BlackBlock y la pareja formada por Zosen y Mina Hamada.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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