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POP | SOAK
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Sutileza juvenil

La jovencísima norirlandesa debuta en la Boite con canciones de sorprendente madurez musical, aunque aún falten picos de excelencia

Impresiona pensar que la norirlandesa Bridie Monds-Watson cumplió 19 escuetos años en verano, escribe canciones desde mucho antes de que le permitieran el acceso a tugurios como la sala Boite y llegó al mundo cuando algunos referentes de su escritura, desde Joni Mitchell a Kate Bush, llevaban ya tiempo en franca retirada. SOAK (ingenioso acróstico de “soul” y “folk”, además de “kaos” a la inversa) debutó este miércoles en suelo madrileño con un empaque insólito para su edad, exhibiendo una voz etérea pero firme y una solvencia guitarrista impropia de quien suele utilizar el instrumento para acompañarse. Pero todo parece precoz en esta chavala, desde su salida del armario al desparpajo con el que alabó Madrid como ciudad dog friendly (“tengo dos perros en casa y los echo de menos”) o imploró al público que se abstuviera de realizar grabaciones cochambrosas en I can’t make you love me, versión de Bonnie Raitt y único bis de la noche.

El repertorio es aún escaso y SOAK lo ventiló en 55 moderados minutos, una inteligente manera de dosificar un material notable al que aún le faltan picos de excelencia, títulos incontestables para preservar en nuestra carpeta de Favoritos. El alegato contra la homofobia Sea Creatures, un medio tiempo enérgico y con bajo incisivo, puede ser la mejor excepción. Monds-Watson lo canta como una Tracey Thorn de voz más prístina, un recurso que acaba erigiéndose en seña de identidad. El suyo es pop etéreo y ensoñador, pero esa languidez no lo desposee de coraje.

Tiene muchísimo mérito que su debut, Before We Forgot How To Dream, figure entre los 12 candidatos al premio Mercury como disco del año. El galardón resultaría excesivo, pero la muchacha del flequillo sobre el rostro demuestra ya calidez y sutileza, no se precipita en los desarrollos, domina la tensión contenida. Y ese manejo es síntoma de sabiduría en una artista tan juvenil.

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