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Dos varas de medir un derrumbe

Varias familias de un edificio caído en 2010 en Tetuán lamentan que el seguro y el Ayuntamiento no les diesen la misma ayuda que a las de Carabanchel

Diego Fonseca Rodríguez
Seis vecinos del edificio desplomado en enero de 2010 en Tetuán, en el solar vacío que antes ocupaban sus casas.
Seis vecinos del edificio desplomado en enero de 2010 en Tetuán, en el solar vacío que antes ocupaban sus casas. LUIS SEVILLANO

Cuando Juan Carlos Burga y Alejandro Cervantes volvieron a su casa en la noche del 21 de enero de 2010 su edificio ya no estaba. De su piso, que se había desmoronado, solo quedaba un cuadro colgado de una pared desnuda que se veía desde la calle. Hace casi seis años que Burga y Cervantes, como las otras siete familias que vivían en el inmueble número 6 de Mariano Fernández, en Tetuán, se quedaron sin hogar, sin indemnización del seguro y sin que el Ayuntamiento, entonces liderado por Alberto Ruiz-Gallardón (Partido Popular), les ofreciese más ayuda que una semana pagada en un hotel.

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Lo único que les ha quedado a los vecinos es el solar del edificio, sobre el que descansan litronas de cerveza y han crecido árboles. Los propietarios perdieron sus casas y sus enseres, y por el desplome completo de los pisos, que quedaron partidos por la mitad, pagaron casi 400.000 euros. El seguro del inmueble, de Santa Lucía, no cubría el derribo, que según un juzgado de instrucción de Madrid fue causado “por las obras de construcción que se venían ejecutando en el solar colindante”. La constructora responsable, García Fidalgo S. L., recurrió el fallo y el caso, más de un lustro después, todavía está empantanado en el juzgado provincial de Madrid.

Un responsable de Santa Lucía, la misma aseguradora que este verano se hizo cargo de todos los gastos del desplome de un bloque en Carabanchelaunque el contrato de los vecinos tampoco cubría este tipo de siniestro—, explica que ninguno de sus seguros contempla una cobertura por desplome de un inmueble a causa de las obras en un edificio contiguo. El desmoronamiento del inmueble de Carabanchel se produjo a pesar de que el piso había pasado la ITE y unos arquitectos lo supervisaron meses antes. “Para nosotros [Santa Lucía] los dos casos son distintos. Debe ser el responsable del siniestro el que tenga un seguro que cubra perjuicios a terceros, por eso uno no tiene que asegurarse contra este tipo de accidentes”, cuenta un responsable de la aseguradora. Sin embargo, otras compañías, como Mapfre, cuentan con una prestación directa en el seguro del hogar por los daños estructurales que pueda causar un tercero.

Como Santa Lucía no cubría el siniestro y el seguro de García Fidalgo S.L. no se hizo cargo de los daños, los vecinos se quedaron solos. Joseba de la Hera, asesor jurídico de ASEMAS, la mutua de seguros de los arquitectos, explica que las constructoras no están obligadas a disponer de un seguro de responsabilidad civil profesional para este tipo de supuestos: “Sin embargo, la mayor parte de ellos contratan voluntariamente seguros que sí cubren ese riesgo”, explica de la Hera.

“El PP hace demagogia con el desplome de Carabanchel”

Después de que el edificio número 6 de la calle de Mariano Fernández, en Tetuán, se desplomase en el año 2010, el Ayuntamiento del Partidio Popular, entonces liderado por Alberto Ruiz-Gallardón, cobró casi 400.000 euros a los propietarios por el derribo y el desescombro. Pero el pasado miércoles el edil popular Álvaro González acusó de insensibilidad al Ayuntamiento de Ahora Madrid y criticó su papel en la atención a los afectados por el desplome del bloque de Carabanchel el pasado agosto: “Esta gente se ha quedado en la calle y el Consistorio les va a repercutir un gasto de casi 300.000 euros”.

Juan Carlos Burga, uno de los afectados de Tetuán, se queja de la actitud del PP, que también les cobró el desescombro en el año 2010: “El PP habla de falta de sensibilidad, pero mientras no cambie la ley es obligatorio. Lo que hace es demagogia”.

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Una de las afectadas por el desplome de Tetuán, Maribel Sánchez, opina que la gestión municipal en el desplome de Carabanchel o en el de Tetuán [otro edificio se desmoronó el pasado 19 de agosto] fue muy distinta a la atención que le dieron a ella y a sus vecinos. Sánchez, que tiene dos hijos, se mudó con su marido y con los críos a un apartotel que el Ayuntamiento de Gallardón facilitó a las familias con menores durante un mes. “A los vecinos de Carabanchel les pagan el alquiler durante medio año y a todos les han encontrado una vivienda. Afortunadamente para ellos, el trato del Consistorio no ha sido el mismo, porque cuando nos pasó a nosotros [Gallardón estaba al frente de la alcaldía] hubo mucho menos cuidado y mucha menos atención”, dice Sánchez.

El trayecto por estos años ha sido largo para los vecinos del número 6 de Mariano Fernández. Muchos, como los hijos de Sánchez, sufrieron secuelas: uno de ellos dejó de tocar el violín desde el desplome y sufrió angustia. Otros propietarios, después de desembolsar su parte de los 400.000 euros necesarios para el derribo completo de sus viviendas, padecieron estrés y depresión. Hace unas semanas varios vecinos se reunieron con responsables de Santa Lucía, después de que el Ayuntamiento mediase para revisar su caso, pero, al menos de momento, no hay ninguna novedad.

Después de que el piso cayese, la correspondencia siguió llegando a un edificio que ya no existía, y los vecinos tuvieron que ir a buscar sus cartas acumuladas en una oficina de Correos situada enfrente del solar que un día fue su casa.

Sánchez y sus hijos se acercaron en agosto a la calle de Duquesa de Tamames, en Carabanchel, para apoyar a los afectados por el desplome de su edificio. Sánchez, cuenta, sentía que tenía que echar una mano después de que nadie se la echase a ella durante su calvario: “Ojalá el Ayuntamiento se hubiera preocupado así por nosotros”.

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Sobre la firma

Diego Fonseca Rodríguez
Es redactor en la sección de Deportes de EL PAÍS, en donde ha estado en otras secciones. Antes trabajó en Efe, Cadena SER, ABC y Faro de Vigo. Es licenciado en Periodismo por la USC, Máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense y Máster de Periodismo EL PAÍS. En 2021 obtuvo el Premio Lilí Álvarez de Periodismo.

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