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LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Cronistas gráficos

Los olvidados fotoperiodistas que ejercieron entre 1900 y 1939 en Barcelona ya tienen quien cuenta su intensa singladura en dos volúmenes

Gaspar, Pérez de Rozas y Brangulí, entre otros fotoperiodistas, en el combate Uzcudun-Carnera de 1930 en el Estadio de Montjuïc.
Gaspar, Pérez de Rozas y Brangulí, entre otros fotoperiodistas, en el combate Uzcudun-Carnera de 1930 en el Estadio de Montjuïc.PABLO LUIS TORRENTS

Esta es una historia escondida, injustamente olvidada durante décadas. Una historia que nos explica cómo y quién ha construido el relato gráfico de Barcelona, de los profesionales que fijaron las imágenes que constituyen nuestra memoria histórica y de un oficio comúnmente menospreciado que ahora sale a la luz. Me lo cuentan dos de los autores del libro Repòrters gràfics 1900-1939, el antropólogo Andrés Antebi y el historiador Pablo González, que junto a Teresa Ferré y Roger Adam firman esta obra monumental en dos volúmenes, que recoge una selección de fotografías y las biografías de 32 fotoperiodistas como Josep Gaspar, Gabriel Casas, Frederic Ballell, Ramón Claret, Carlos Pérez de Rozas o Josep Brangulí.

Este libro empezó como un efecto colateral de un trabajo anterior de los mismos autores, Cops de gent, libro que recogía un abundante fondo fotográfico dedicado a las diversas manifestaciones que ha vivido Barcelona durante el siglo XX, empezando en 1890 con el primer 1º de Mayo y terminando con la protesta multitudinaria contra la guerra de Irak. Recogiendo material para ese estudio se dieron cuenta de que se tropezaban regularmente con una serie de nombres que se repetían una y otra vez, nombres de personas sin rostro ni biografía.

Hasta día de hoy, apenas se había publicado nada sobre los fotógrafos de prensa que cubrieron la actualidad diaria en Barcelona, profesionales que no eran ni retratistas ni fotógrafos artísticos. Primero marginados de las revistas y exposiciones, al tratarse de trabajadores en precario que habitualmente compaginaban la prensa con la fotografía comercial. Luego mayoritariamente represaliados por el franquismo, sobre todo cuando las nuevas autoridades de la ciudad nombraron a Josep Compte Argimon para dirigir una oficina que requisó todos los negativos realizados durante los tres años de la guerra con finalidades represivas. Esta obligatoriedad para todo fotógrafo de entregar sus archivos produjo su dispersión y, en algunos casos, su desaparición física, aparte de dificultar todavía más la atribución correcta de los originales. Las cosas no mejoraron mucho con la llegada de la Transición, pues estos profesionales no se ajustaban a la lógica de las subastas y las salas de arte. En ellos se condensaba la vieja polémica sobre si una fotografía es un documento histórico o una obra artística. Y sobre el mismo concepto de autoría, en una profesión que muchas veces se ejercía de forma colectiva, en equipos o asociaciones que unían las imágenes tomadas con el único destino de venderlas a los medios de comunicación.

Por unas pocas semanas, los autores no pudieron salvar de la basura cajas de fotos y negativos de Joan Maymó, pionero de la instantánea deportiva y taurina

“Con muchas dificultades, pudimos contactar con las familias de estos profesionales”, me explican. “Muchas de ellas no sabían ni que su pariente había trabajado en prensa, para la inmensa mayoría era la primera vez que alguien se interesaba por su trabajo”. Reconocen que llegaron un poco tarde: contactaron a los nietos de esta generación prodigiosa de fotógrafos. Los archivos habían corrido suertes diversas, algunos perdidos en el exilio tras la Guerra Civil, otros tirados directamente a la basura. Me cuentan el caso de Joan Maymó, uno de los reporteros gráficos más prolijos de su época, pionero de muchas instantáneas deportivas y taurinas. Consiguieron su dirección junto al Palau de la Música y dieron con un vecino que se acordaba de aquel señor. Él mismo les dijo que hacía justo un mes habían tirado al contenedor cajas y más cajas de negativos y fotos porque estorbaban en casa. “Después de décadas acumulando polvo, no conseguimos salvar todo aquel material por unas pocas semanas”.

No obstante, a pesar de todo lo que se ha perdido, la labor de reconstrucción de la memoria, y la restitución de la dignidad a estos artesanos que han construido la historia con mayúsculas de este país ha sido ingente. “A lo largo de los últimos cinco años hemos recogido la trayectoria vital de una treintena de fotoperiodistas y por primera vez les hemos podido poner cara, pero quedan muchos más, y eso tan sólo por lo que respecta a los que cubrían noticias de Barcelona. Darse cuenta de ese inmenso vacío fue una pesadilla, y a la vez el sueño dorado de todo investigador: encontrar un terreno virgen del que no se hubiese escrito nada”. El libro se pone a la venta el 7 de octubre, y va camino de convertirse en una obra de referencia imprescindible. A la espera que llegue a las estanterías, Antebi y González ultiman una exposición sobre el patriarca de la estirpe Pérez de Rozas, que podrá verse a partir de noviembre en el Arxiu Fotogràfic de Barcelona. Este otoño viene cargado de fotografía.

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