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SOUL Leon Bridges
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una voz privilegiada

A la nueva sensación del ‘retro soul’ aún le falta desparpajo en escena, pero las comparaciones con Sam Cooke son comprensibles

Cuesta recordar tanta respiración contenida ante el debut español de un artista estadounidense. Leon Bridges llegaba el sábado a La Riviera bajo la recurrente vitola de “el nuevo Sam Cooke” y bastaron los dos versos inaugurales de River para desatar los primeros aullidos voluptuosos entre los 1.100 espectadores. Este vecino de Fort Worth, la ciudad más vaquera de Texas, es dueño de una voz absolutamente privilegiada que emite sin un atisbo de esfuerzo, plétorica de grano, calor y carnalidad. Y ello propicia situaciones impensables en nuestra ciudad: Leon interpretaba Dorisen medio de un silencio reverencial y, cuando el tonto de turno se puso a parlotear, fue reprendido a la voz de “¡Cállate, gilipollas!”.

 Con un álbum de 10 canciones como único bagaje discográfico, el joven Bridges atesora ya las suficientes piezas inéditas como para aguantar 75 minutos sin recurrir a las consabidas versiones. El material añadido corrobora la impresión de que este muchacho aporta un generoso torrente de sangre nueva para alimentar este inopinado auge del retro soul. Let You Down asemeja la segunda parte de Better Man e incluso In My Arms aviva el recuerdo de You Send Me, por si las conexiones con Cooke no estuvieran lo bastante claras.

En escena aún se le intuye algo huidizo y envarado a Leon, plano en las presentaciones, incapaz de desprender una sola vez el micrófono del pie. Pero sus bailecitos cómicos, tan clásicos como los primeros discos de Marvin Gaye, contribuyen a romper el hielo. Coming Home y Better Man son dos temas enormes. En directo, sin embargo, nada tan arrebatador como Smooth sailin’. Solo a partir de ahí pasó la velada de correcta a excitante.

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