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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

TV3, ‘la seva’, la suya

La característica diferencial de TV3 y Catalunya Ràdio respecto a las demás emisoras públicas es que son instrumentos para la construcción nacional

Francesc de Carreras

Durante muchos años, no sé si también ahora, uno de los lemas de TV3, la televisión pública de la Generalitat, fue que era la nostra, la de los catalanes. Implícitamente se estaba introduciendo en el subconsciente que Televisión Española era de España, es decir, de los otros, de aquellos que no son “de los nuestros”. El objetivo de siempre: contraponer dos naciones, distintas y separadas, confrontadas. El veneno, pues, viene de lejos, servido en cuentagotas.

La televisión de la Generalitat empezó a emitir en 1983, un 11 de septiembre, como no podía ser de otra manera. Entonces no existían en España televisiones privadas y las única emisoras eran TV1 y TV2. Ya en esta época inicial comenzó a utilizarse el lema de la nostra y también otro, muy significativo, en Catalunya Ràdio, denominada La radio nacional de Catalunya. Si España tenía Radio Nacional —creada por Franco con este nombre en enero de 1937, a los pocos meses de iniciarse la Guerra Civil— Cataluña no podía ser menos: los nacionalismos siempre se parecen.

La característica diferencial de TV3 y Catalalunya Ràdio respecto a las demás emisoras públicas es que son instrumentos para la construcción nacional. No se trata, como es tan frecuente, que los Gobiernos de turno influyan, o intenten influir, en las noticias de los telediarios, sino que todos sus programas, desde los infantiles a los concursos, desde los culebrones a los espacios deportivos, van dirigidos a establecer cuál es el modelo del buen catalán, en oposición a lo que llaman catalán españolista, unionista o, sencillamente, facha.

Mucho se ha hablado estos días de TV3. Cancelar unas horas antes de emitirla una entrevista con el exministro socialista Josep Borrell que, junto a Joan Llorach, acaba de publicar un excelente libro titulado nada menos que Las cuentas y los cuentos de la independencia, y cuyo contenido argumenta de forma impecable aquello que anuncia su título, es una muestra más de que el independentismo no quiere el debate, sabe que ante determinadas preguntas decisivas carece de respuestas.

Si España tenía Radio Nacional —creada por Franco  en enero de 1937, a los pocos meses de iniciarse la Guerra Civil— Cataluña no podía ser menos: los nacionalismos siempre se parecen

Pero TV3 es también muy sibilina. El pasado domingo día 13, a las cuatro de la tarde, estaba anunciada una película de sospechoso título: El patriota. Caramba, caramba, me dije, esto promete: dos días después del 11 de septiembre emiten una película con este nombre. Me la tragué entera, no porque fuera una buena película, que desde luego no lo es, sino porque refleja lo que es TV3 y el tipo de mensajes subliminales que va inoculando en la mentalidad de los catalanes.

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La trama se desarrolla en la colonia inglesa de Carolina del Sur, poco antes de obtener los colonos americanos su independencia. El protagonista, un colono moderado que, si bien quiere emanciparse, no es partidario de usar la violencia, se radicaliza cuando ve que, de forma arbitraria y cruel, ante sus propios ojos y delante de toda la familia, las tropas británicas matan a un joven hijo suyo y a continuación incendian bárbaramente su casa. A partir de ahí, naturalmente, se enrola en las filas que luchan por la independencia y se convierte en un héroe.

La película, muy belicista, con escenas de violencia lacerante, traza enseguida dos bandos irreconciliables: unos representan la maldad absoluta (los británicos) y otros la bondad angelical (los colonos). No hay matices, no hay grises, todo es meridianamente claro, el bien y el mal sin mezcla alguna. Los buenos quieren pactar, los malos no; el arma de los buenos es la astucia, la de los malos la violencia; unos son rudos agricultores, sencillos de trato y bondadosos con los demás, sus esclavos negros les quieren y admiran, son como de la familia y ayudan en todo a sus amos; los malos son elitistas, altivos, insensibles al sufrimiento de los demás, cursis aristócratas, pérfidos, crueles y despiadados. El destino de los colonos es, de forma ineluctable, la independencia, su guía es tan sólida como la estrella polar, la única que nunca se mueve en el firmamento. Los malos no tienen ideal alguno, sólo se mueven por venganza, odio y mezquinos intereses personales.

En definitiva, un film educativo, educativo en sembrar odio, protagonizado, naturalmente, dentro del imaginario de TV3, por españoles y catalanes, los malos y los buenos, una película ejemplar sobre cómo debemos comportarnos el 27-S. Así es TV3, ese modelo de televisión pública catalana, por supuesto no la nostra sino la seva, la suya.

Francesc de Carreras es profesor de Derecho Constitucional

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