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Peatones y bicis chocan en la Casa de Campo

Los ciclistas circulan por cualquier rincón del parque. Paseantes y corredores piden que se acoten los lugares por donde pueden transitar

Esther Sánchez
Un grupo de ciclistas se cruza con un corredor en la Casa de Campo.
Un grupo de ciclistas se cruza con un corredor en la Casa de Campo.JAIME VILLANUEVA

Los ciclistas han colonizado la Casa de Campo, desde las carreteras asfaltadas hasta los senderos más recónditos y angostos. En su camino, unas veces sosegado y otras a toda marcha, se cruzan con paseantes y corredores que se quejan de la agresividad de algunos ciclistas y piden medidas para poner coto a los amantes de las dos ruedas, tanto en la cuestión de la velocidad como en los espacios por los que se les permite transitar.

El Ayuntamiento de Madrid responde que el plan director del parque ya restringe los movimientos ciclistas: sólo se puede transitar en bicicleta por los circuitos establecidos, caminos asfaltados y vías de más de dos metros de ancho, y cortafuegos en todo el entorno. Nada de senderos.

“No obstante, esta infracción no esta tipificada con sanción”, añade el gobierno municipal. Y la mayor parte de los usuarios de la Casa de Campo, ya sean peatones o ciclistas, tampoco conocen esas limitaciones. “Ni siquiera existe un solo cartel que informe sobre la limitación”, comenta la Plataforma Salvemos la Casa de Campo. En cuanto a los kilómetros hora a los que habría que pedalear, ni se menciona.

Sin auriculares de música

“Es imposible escuchar música con cascos mientras corres por la Casa de Campo, no oyes venir a las bicicletas y seguro que tienes un susto”, describe Francisco Gil, que entrena a diario por el parque desde hace 30 años con el grupo Garabitas. Ahora, él y sus compañeros buscan lugares para correr donde suponen que no hay ciclistas. “Pero realmente están por todos los lados, y cada año que pasa es un boom superior, crecen de forma exponencial”, asegura. En su opinión, la solución pasa por modular y concienciar al ciclista de que se está moviendo por un parque donde hay peatones.

Adrenalina sobre las trincheras de la Guerra Civil

En internet se pueden encontrar rutas del tipo de un “circuito de las viejas tuberías del cerro Garabitas”, que incluye un “descenso desbocado sobre las viejas trincheras de la Guerra Civil”. Se advierte de la dificultad de la ruta: solo para ciclistas de montaña expertos y con buenas piernas. “No sé si alguien da más”, ironiza Luis de Vicente, experto en la Guerra Civil y miembro de la Plataforma Salvemos la Casa de Campo. “Cuando hablan de las viejas tuberías se refiere al antiguo sistema de riego de la Casa de Campo, que están ligadas a Alfonso XII”, explica. En cuanto a las trincheras, De Vicente aclara que se trata de los restos del frente que todavía perduran en la Casa de Campo y que son elementos incluidos dentro de la declaración de Bien de Interés Cultural del lugar. “Está claro que hay personas que consideran la zona como un lugar de entrenamiento, y eso hay que cambiarlo”, concluye.

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Al conflicto bici-peatón se suma la agresión para el medio ambiente que supone el paso continuado de las dos ruedas por vaguadas, caminos y montes.

El problema de erosión que se está produciendo en muchos lugares es bien conocido por los responsables locales del espacio público, que en ocasiones roturan los caminos con máquinas para hacer más complicado el paso.

Iñaki Díaz de Etura, portavoz de Pedalibre y Conbici, indica que una posible solución sería la restricción del uso de la bicicleta por caminos no adecuados.

Aunque recuerda, al mismo tiempo, que cualquier norma tiene que ser consensuada y conocida. “De otra forma, no sirve de nada”, asegura. Díaz de Etura opina que, en cualquier caso, el problema de la Casa de Campo se repite en los lugares libres de tráfico de motor. “Los usuarios no motorizados se concentran y hay conflictos por exceso de gente”, explica.

José Luis Moreno, Alfonso Areces y Carmen Cachán son tres de los usuarios “de toda la vida” de este espacio público. Antiguos maratonianos, conocen todos los recovecos de la Casa de Campo y han sido testigos de la llegada masiva de la bicicleta. “Hoy, por ejemplo, es un día muy malo (domingo) porque está todo lleno”, comentan. Quieren dejar claro que no todos los ciclistas son iguales. “Algunos te avisan y te dan las gracias por dejarles pasar, pero también están los que llegan gritando paso, paso, casi echándote del camino, y encima te insultan”, aseguran. Ninguno de ellos conocía la existencia de la normativa municipal.

 A tumba abierta

Díaz de Etura apela a la precaución. “No te puedes tirar a tumba abierta por sitios sin visibilidad y en los que además te puedes encontrar a otras personas. Hay que circular en consecuencia”, sostiene. Añade que el problema de fondo es la falta de espacios sin coches y la gente se repartiría más. “No voy a decir como la Casa de Campo, que es un espacio único”, concluye.

El Ayuntamiento asegura realizar las actuaciones puntuales necesarias para la regulación del tráfico de bicicletas en el parque. Por ejemplo, destacan fuentes municipales, reforzando la señalización existente en los carriles bici y viales, lo que posibilita su utilización con total seguridad. Al mismo tiempo, se ejerce “una continua vigilancia ante la construcción de cualquier circuito artificial, que se procede a desmontar con brevedad”. Algo complicado en un área de 1.700 hectáreas.

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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