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Societat Civil tacha de “fraude antidemocrático” el 27-S

El exconvergente Ignasi Guardans critica las caricaturas recíprocas entre Cataluña y el resto de España

Àngels Piñol

Societat Civil Catalana, la entidad contraria a la secesión, no organizará en esta Diada ninguna manifestación como hizo hace un año al sostener que “por elegancia” no quiere interferir en la campaña. Por ello, celebró ayer en La Pedrera dos mesas redondas en la que participaron historiadores en las que disertaron sobre 1714 y el papel de los políticos catalanes en la Transición. Joaquim Coll, vicepresidente de la entidad, dijo que del 27-S es un “fraude democrático” por estar concebido como un plebiscito: “Y eso pasa entre otras cosas por la manipulación de la historia. Los catalanes no sufrimos ninguna opresión”.

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La sesión, a la que asistieron 350 personas, tuvo, sin citarlo, la voluntad de replicar el simposio España contra Catalunya celeberado en 2013. Coll estableció un paralelismo entre el “vuelco oportunista” que a su juicio vivió Barcelona al abrazar la causa austracista tras haber jurado fidelidad a Felipe V y la “trampa” de Artur Mas. Ricardo García Cárcel y María Ángeles Pérez Samper, catedráticos de Historia (UAB), compartieron que la Guerra de Sucesión fue de carácter internacional. “Fue una guerra para lograr la monarquía española”, dijo Pérez. Henry Kamen, hispanista inglés, que habló en catalán, tachó de “engaño” el contenido de la página web de la Generalitat sobre 1714 que atribuye la caída de Barcelona al abandono de Inglaterra y José Enrique Ruiz Domènech, catedrático de Historia (UAB), lamentó que se deje la historia en “manos inexpertas”. Los ponentes disertaron sobre el tránsito de Barcelona al austracismo —era el motivo de la mesa redonda— pero no citaron las consecuencias del Decreto de Nueva Planta. Solo García Cárcel mencionó que hubo un drama bélico y que fue evitable.

La segunda parte del debate giró sobre cómo puede influir la Transición en desatascar el conflicto. El exeurodiputado y exconvergente Ignasi Guardans, que agradeció poder intervenir en el foro, señaló de, entrada, que tras el franquismo "todo demócrata español" sabía que se tenía que reconocer la identidad catalana. El origen de conflicto reside, en su opinión, a que el Estado, de carácter centralista, le ha costado reconocer la realidad autonómica  y que desde Cataluña cuesta aplicar el principio de lealtad. "Eso no ha pasado ni en Alemania ni en Escocia. Desde aquí también ha habido gente que ha intentado modernizar el Estado pero la tensión ha sido permanente", señaló. Y recordó una anécdota que siempre citaba Miquel Roca: "Cuando iba a pedir algo, le decían: 'Es que si se lo doy a usted se lo tendré que dar a La Rioja'. Él replicaba que La Rioja no lo había pedido y le insistían que se lo tendrían que dar".

Todo es una falsedad. Un vídeo-juego colectivo. Vamos a un callejón sin salida", avisa Guardans

Guardans describió esos desencuentros, ya alertados, recordó enérgicamente, por el expresidente José Montilla,  y apuntó que desde Madrid se ha creado una profunda caricatura de Cataluña que nada tiene que ver con la realidad. "Y, en paralelo, muchas veces con mala fe, con la complicidad y silencio de muchos, desde aquí, se ha dado una imagen deformada de lo que es España, de que es opresora ni demócrata. Y desde el resto de España hay quien cree que somos desalmados y que torturamos a los que se atreven a hablar en castellano", afirmó. “Vamos hacia un callejón sin salida. Tenemos que reconocernos sin esas caricaturas tal y como somos”, afirmó tras tachar la apuesta independentista de "falsedad. Es como un vídeo-juego colectivo".

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Santos Julià, catedrático de Pensamiento Político, puso en valor la contribución de los políticos catalanes en la Constitución y tildó la situación de “grave” tras agotarse la relación bilateral Estado-autonomía. Santiago Muñoz Casado, catedrático de Derecho Administrativo, que dijo que el soberanismo ha recuperado a dos figuras del Medievo como los cronistas y juristas de “cámara”, mostró su esperanza en el pacto tras la habilidad que mostraron los políticos cuando inventaron la “genialidad” del Estatut de Núria. Anna Caballé, profesora de la literatura (UB), lamentó que durante el franquismo no se pudiera aprender catalán -"El catalán es mi idioma y escribir a una amiga una carta en castellano era para mí algo impostado"- y lamentó que, en su opinión, ahora se ha dado con las dos lenguas un giro de 180 grados.  "Le pasa al castellano lo que le pasó al catalán en la dictadura", remachó. Y acabó recordando el arte negociador de Josep Tarradellas y, emocionada, dijo: "¡Cuánta falta nos hace el presidente Tarradellas”

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