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“La sobriedad del intérprete deja sentir mejor la emoción de la música”

El violonchelista Jean-Guihen Queyras abre la temporada del Palau de la Música con Beethoven

El violonchelista francés Jean-Guihen Queyras, durante un concierto.
El violonchelista francés Jean-Guihen Queyras, durante un concierto.

No existe la rutina en la carrera del violonchelista francés Jean-Guihen Queyras, músico de espíritu libre que frecuenta un amplísimo repertorio, desde el barroco a las nuevas partituras que él mismo encarga y estrena por todo el mundo. "Hay músicos tan disciplinados que tocan un único programa por temporada, pero yo no puedo tocar siempre las mismas obras. Soy curioso y me ilusiona descubrir nuevos repertorios". Enamorado de Barcelona, regresa hoy al Palau para abrir la temporada interpretando las sonatas de Beethoven junto al pianista Alexander Melnikov.

Queyras transmite buenas vibraciones dentro y fuera del escenario. Nacido en Montreal (Canadá) en 1967, pasó parte de su infancia en Argelia antes de instalarse con su familia en la Provenza francesa, donde sus padres, que vivían de hacer cerámica y venderla en mercadillos, fomentaron su creatividad y amplitud de miras. "Soy una persona vital y optimista por naturaleza que disfruta el privilegio de compartir la emoción de la música de la forma más natural posible, sin sobreactuar para impactar al público. La sobriedad del intérprete, sin sobrecarga del ego, deja sentir mejor la emoción de la música".

Desde 2013, cuando tocó las suites de Bach en el Palau en una memorable velada, su relación con Barcelona es idílica. "Hay escenarios habitados por la historia y en el Palau la huella espiritual de Pau Casals está viva. Fue uno de los conciertos más emocionantes de mi vida", afirma. Para su reencuentro con el público barcelonés, ha escogido la integral de las cinco Sonatas para violonchelo y piano de Beethoven.

"Es un programa largo pero fascinante que permite recorrer tres etapas increíbles en la vida de Beethoven: pasa del virtuosismo de las dos primeras sonatas, de máximo lucimiento para el piano, a la serenidad y el aliento romántico de la Tercera y en las dos últimas sonatas sorprende con un lenguaje moderno y radical que anticipa el futuro".

La claridad y la sobriedad hacen de Queyras un violonchelista de elegante sonoridad -—sitúa al gran Pierre Fournier entre sus intérpretes favoritos—, poco amigo de los ruidos de artificio. Cuanta mas claridad mejor, ésa es la regla de oro que aprendió de Pierre Boulez durante su fructifera etapa como solista del Ensemble Intercontemporain de París, grupo de referencia en la música contemporánea en el que permaneció 11 años. "Con ellos aprendí el valor extraordinario que supone trabajar con los propios compositores para buscar la mejor intepretación posible de sus partituras".

Tras cerrar su etapa en la órbita de Boulez, por quien siente auténtica devoción, alterna sus actuaciones como solista con proyectos en el ámbito de la música de cámara con el Cuarteto Arcanto y el trío que forma con Melnikov y la violinista Isabelle Faust.

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 Frente a quienes vaticinan tiempos funestos para la música clásica por el paulatino envejecimiento del público y la lenta incorporación de los más jóvenes, Queyras hace gala de su optimismo vital. "Cuando daba mis primeros conciertos, con 20 años, el público era viejo y ahora sigue pasando lo mismo, pero se renueva. La vida pasa por diversas fases y con la madurez se descubre el placer de escuchar música en silencio. No vas a estar con 70 años dando brincos en un concierto de rock"

Conoce bien Barcelona, donde actúa asiduamente desde hace tres años, y la acústica de sus salas, que defiende frente a las críticas de otros colegas. "Siendo diplomático, es cierto que el Palau no es la mejor sala del mundo para los pianistas, pero yo adoro su acústica, que no es muy resonante, y la proximidad con el público, que crea una amósfera única", comenta.

También en el Auditori ha conseguido éxitos, en recital y como solista del célebre concierto de Elgar con la OBC. "Me encontré muy cómodo en la sala de cámara, que tiene una acústica y unas dimensiones ideales para este repertorio, y tambien disfruté los conciertos en la sala grande”.

Volverá a Barcelona en 2016 con un proyecto Vivaldi. "Es una música ligada al recuerdo de mi madre, ya fallecida. Era pianista amateur y estando embarazada pasó varios meses ensayando las Trio-Sonatas de Vivaldi. Y me hace mucha ilusión montar una gira tocando la música que acompañó mi nacimiento".

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