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La cuadratura del Real Círculo Artístico

La entidad cultural se reforma para modernizarse y abrirse a Barcelona con la intención de volver a ser un referente en la ciudad

José Ángel Montañés
Patio interior del Real Círculo Artístico de Barcelona.
Patio interior del Real Círculo Artístico de Barcelona.carles ribas

Durante décadas los bailes de carnaval organizados por el Real Círculo Artístico en el Liceo —donde se retiraban por una noche todas las butacas de la platea— eran los más famosos de Barcelona; un acontecimiento que nadie quería perderse en la ciudad. Los coloristas carteles que los anunciaban cuelgan en las paredes del Palau Pignatelli y la vecina Casa Bassols, sedes de la entidad desde 1959; unos edificios con elementos góticos situados al final del Portal del Àngel de Barcelona y por lo tanto un lugar privilegiado: Está situado en el centro histórico de la ciudad y, además, es la zona que ostenta el record de precio más alto por metro cuadrado de toda España. Los carteles evocan un pasado de esplendor de la entidad fundada en 1881 que a sus responsables actuales les gustaría recuperar. “Por eso hemos puesto en marcha un plan director con la intención de renovar la institución, difundir el patrimonio artístico y documental, con obras de Josep Clarà, Ramon Casas o Fortuny, y volver a situarlo en el centro de la vida cultural de la ciudad”, explica Josep Felix Bentz, su presidente desde 2009. Porque pese a su centralidad y a que cada día pasan por su puerta cientos de personas son muy pocas las que cruzan la puerta gótica. “Muchos barceloneses, personas del mundo de la cultura y de las administraciones nunca nos han visitado”, se lamenta Bentz.

 Con más de 120 actividades programadas al año, el círculo no es una escuela, ni una galería, ni un museo, pese al gran patrimonio que atesora fruto de los artistas que han pasado por sus talleres. Pero sus más de 500 socios pueden realizar todo tipo de actividades relacionadas con el arte, sobre todo acudir a talleres de escultura, pintura, grabado o fotografía. “No hay profesores, sino que unos aprenden de otros, por el intercambio y contacto de unos con otros en el trabajo. Cada semana hay un responsable que organiza las sesiones y escoge qué y cómo se trabaja. Es algo que ha funcionado así desde hace tres siglos y que cuando lo explicas maravilla a todo el mundo”, explica Bentz, que mantiene que otro de los objetivos de su mandato que concluye en 2017 es conseguir llegar a los 1.500 socios.

La exposición de Dalí dejará el local en 2017

Ni la construcción de una escalera interior cuando La Caixa deje su local, ni poner en marcha el Instituto Barcelonés de Arte. Lo que más ilusión le hace al presidente Bentz es el hecho de que en 2017 acaba el contrato de alquiler que tiene con Faber Gotic, S.L., dirigida por Juan Javier Bofill, y que ocupa la parte inferior del Palau Pignatelli; una empresa que fue condenada en 2012 a retirar el nombre Dalí y sus fotos por competencia desleal. "Ocupan una sala gótica de unos 600 metros cuadrados y toda la segunda planta del edificio. Cuando la recuperemos instalaremos nuestra sala de exposiciones y en el segundo piso la biblioteca, el archivo y la sala de consulta para investigadores", explica Bentz que ya piensa en una tercera fase de remodelación en la que el patio se cubrirá para poder darle un uso más allá de simple recepción.

 “Durante sus tres siglos de vida, el Círculo las ha visto de todos los colores. Ha tenido épocas que ha sido un referente y otras más delicadas con muchos problemas. Desde que la entidad se instaló aquí en 1959 empezó a encerrarse en sí misma y convertirse en algo privado. Cuando llegué a la presidencia mi primera intención fue abrirlo a la ciudad y sanear su situación económica muy delicada”, explica Bentz. Una situación que llevó a que hasta en dos ocasiones se subastaran parte del patrimonio artístico, la última en 1995 cuando varios socios demandaron a la junta por vender obras de exsocios como Casas, Rusiñol o Nonell.

En la actualidad el centro cuenta con diversas fuentes de financiación: las cuotas de los socios (que pagan 36 euros como máximo), el alquiler de los bajos del edificio donde hay ubicados varios establecimientos comerciales y el alquiler de espacios como la impresionante sala neoclásica de los Atlantes, que incomprensiblemente estaba tapiada y oculta tras una pared cuando el círculo compró el edificio en 1959, y que se utiliza para conciertos (como en el reciente Festival Mas y Mas) o actos académicos. Desde hace poco más de un año otra fuente de ingresos es la explotación del restaurante El Cercle que ocupa parte de la planta noble, como la conocida como sala de Las cuatro estaciones por las esculturas que adornan las esquinas; la zona de la antigua biblioteca y, sobre todo, la magnífica terraza que, a tres vientos, domina esta zona de la ciudad. 

Cuando el restaurante abrió sus puertas el Círculo volvió a salir en los medios de comunicación ya que tuvo que construirse una escalera de emergencia de mecanotubo de fuerte impacto visual en la calle de Cucurulla, junto a una de las fuentes más antiguas de la ciudad. “Con el andamio que cubrió durante años la fachada de la catedral nadie se quejó, pero aquí hubo un fuerte rechazo”, comenta. Sin embargo, el presidente de la entidad anuncia que la escalera tiene los días contados. “La entidad financiera que tiene alquilados el local bajo la terraza del restaurante los dejará en unas semanas y aprovecharemos para hacer una escalera interior de seguridad antes de que el nuevo operador [una marca internacional de complementos de moda] la ocupe. Ya tenemos los permisos de obra. Desmontar la escalera será cuestión de dos días. Los primeros interesados en quitarla somos nosotros, porque hemos pagado 20.000 euros al año por ocupación de la vía pública”, explica Bentz.

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Otro de los grandes proyectos de la junta directiva, es poner en marcha el Instituto Barcelonés de Arte. “Se creó en los años 50 pero nunca se activó. En 2016 comenzaremos a impartir cursos son profesores en nuestros talleres de grabado, pintura, escultura y fotografía para todos aquellos que quieran aprender, tanto de iniciación como de perfeccionamiento”, remacha Bentz.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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