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Espacios para disfrutar el arte

El Macba expone, a partir de la obra del escritor George Perec, las tipologías espaciales privadas y públicas por las que trascurre la vida

La obra 'Estratos de la Imagen', de Lois Patiño que puede verse en el Macba dentro de la exposición 'Especies de espacios'.
La obra 'Estratos de la Imagen', de Lois Patiño que puede verse en el Macba dentro de la exposición 'Especies de espacios'.

Quien conoce el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba) se asombrará al ver las salas diáfanas de techos altísimos convertidas en un ambiente claustrofóbico y laberintico, donde las obras se ofrecen a la mirada desde múltiples y a menudo atípicas perspectivas. Se trata del dispositivo espacial concebido por el estudio de arquitectura MAIO para la exposición Especies de espacios, que recrea los 13 espacios privados y públicos por donde transcurre la vida de un individuo, según el libro homónimo del francés Georges Perec, publicado en 1974. Escritor de culto y trapecista, Perec, abanderado de la literatura potencial, un intento de generar formas literarias novedosas e inesperadas, sigue siendo un desconocido para el gran público, aunque su recuperación ya lleva unos años en marcha. Su libro Especies de Espacios, que se tradujo al castellano sólo en 1999, se divide en capítulos sin numeración, que pueden leerse siguiendo cualquier orden y se caracteriza por utilizar diversas tipografías, textos breves y fragmentados y una distribución espacial particular de los textos y de las ausencias de texto. De la misma forma la exposición concebida por el historiador y crítico Frederic Montornés se reparte en los 13 espacios por donde transcurre la vida humana (el simulacro de casa creado por el estudio MAIO y una sala diáfana que representa el espacio público) y se puede visitar siguiendo el impulso personal sin necesidad de respetar un recorrido preestablecido. “He diseñado un recorrido sin jerarquías, sólo pensando en favorecer el goce de las obras por sí mismas y sus relaciones”, aseguró Montornés, quien destacó la importancia de los lugares de tránsito, como los pasillos donde se expone una aplicación de Serafín Álvarez que invita el visitante a explorar un escenario virtual.

La muestra reúne medio centenar de obras, el 40% de las cuales procede del fondo del museo, como las de Matta-Clark, Kuitca, Broodthaers y Laguillo, además de unas cortinas de Daniel Steegman que dan acceso a los dos espacios expositivos y una puerta de Stanley Brown. También hay una puerta de Dora García, pero no se puede abrir y enfrenta el visitante con las sorpresas y los miedos que podría encerrar.

La transformación del ámbito privado, no afecta al espacio público que Montornés sitúa en una única sala no intervenida del museo con obras de Aballí, Fontana, Hernández Pijuan y los emergentes Cerezo & Santamaria con un ensayo fílmico que se genera en tiempo real gracias a un sistema de 36 cámaras de vigilancia interconectadas a través de Internet. También se produjeron expresamente para la muestra una intervención de Luz Broto, que ha practicado un agujero en la pared de la escalera a través del cual es posible ver el exterior y un proyecto en proceso de Martí Anson, que se inaugurará en noviembre, en el exterior del museo. “Se trata de una tienda, La Botiga de l’Anson, donde se venderán los muebles que el artista ha realizado en el marco de un proyecto de homenaje a su padre carpintero y de reivindicación del movimiento cooperativista catalán, que en esta fase se propone revelar los mecanismos del mercado y la falsa reactivación empresarial”, explicaron comisario y artista.

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