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Un justiciero sin causa

Pere Puig, el ‘sheriff de Olot’, mató a sus jefes mientras desayunaban en un bar de la ciudad gerundense en 2010. Luego condujo hasta su banco y mató a dos empleados

Rebeca Carranco
Pere Puig reconstruye con los Mossos cómo mató a sus jefes y a dos empleados de su banco.
Pere Puig reconstruye con los Mossos cómo mató a sus jefes y a dos empleados de su banco. pere duran

En el plató, sentadas sobre unas sillas de piel negras con las patas metálicas, y sin soltarse de la mano, Joaquima y Meritxell esperan. La supuesta médium Anne Germain no se hace de rogar. Aparece vestida de blanco, las saluda y acto seguido empieza a contarles lo que, según ella, le dicen Joan y Àngel Tubert, padre y hermano de Meritxell, y marido e hijo de Joaquima. El programa se emitió el 5 de julio de 2012, dos años y medio después de que Pere Puig disparase con su escopeta de caza mayor y matase a los Tubert, para los que trabajó como albañil durante 13 años. Las mujeres querían saber que no sufrieron cuando el conocido como el sheriff de Olot, por su tendencia a disfrazarse con un sombrero, una chapa en el pecho y dos pistolas de plástico en el cinto, les asesinó.

Fue la mañana del 15 de diciembre de 2010. Pere Puig se presentó en La Cuina de l’Anna a las 7.45 horas. Sus jefes estaban sentados en una mesa alargada, al fondo del local, con más gente. Desayunaban bien, con plato, tenedor, cuchillo y porrón, cuando vieron entrar a su empleado, que acababa de aparcar en la puerta. Cargaba su rifle semi-automático Verney-Carron de cazador. Nadie se extrañó. Puig también era un habitual del bar, un hombre discreto que no había dado nunca un problema. Puig se colocó frente a Joan, muy cerca, le encañonó y le disparó en el pecho. A su hijo solo le dio tiempo a decir “¡qué hace este loco!”. Sin moverse del sitio, Puig giró el arma y descargó también contra él. Varios de los comensales lograron esconderse bajo la mesa.

Ficha técnica del asesino

Datos personales. Pere Puig Puntí, de 63 años. Nacido en Sant Esteve d'en Bas, un pueblo de 3000 habitantes, al lado de Olot.

Tipología. Mató a cuatro personas.

Víctimas. Sus jefes, Joan y Àngel Tubert, y dos empleados de su banco, Rafael Turró y Anna Pujol.

Perfil. Puig era un albañil discreto y en ocasiones excéntrico que se vestía de sheriff. Estaba soltero y vivía con su padre.

Móvil. Económico.

Su caída. Él mismo se entregó.

¿Qué fue de él? Cumple 60 años de prisión.

Con el rifle en la mano, salió del bar sin que nadie se atreviese a frenarlo, se subió de nuevo a su todoterreno Suzuki de color azul y condujo en línea recta hasta su banco, la Caja de Ahorros Mediterráneo, que acababa de abrir. Dejó el jeep en medio de la calle, que tiene un carril para cada sentido, con los cuatro intermitentes puestos y se bajó. Dentro del banco estaba el subdirector Rafael Turró, la cajera Anna Pujol y dos clientes. Puig disparó dos veces a Turró, que intentó incorporarse tras el segundo tiro. Luego cargó contra Anna, acertándole en la cabeza. En la calle, dos agentes de la Policía Local de Olot se habían acercado al coche de Puig para multarle cuando una mujer que trabajaba en la tienda de enfrente del banco, salió corriendo. “¡Rafa, ve dentro, que hay un hombre pegando tiros!”, le dijo al policía local. No le dio tiempo a hacerle caso. Puig salía ya caminando del banco, tranquilo, con la pistola apuntando al suelo. 

En ese mismo instante le detuvieron, sin que se resistiese. Contó a los policías que lo tenía planeado, que los Tubert le debían dinero y se había hartado. Y que en el banco, le habían enredado. Que tenía una deuda de 4.500 euros de una tarjeta de crédito y que era imposible que él se hubiese gastado ese dinero.

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“Dijo que no quería entregarse, que quería disparar para que le disparasen y lo matasen”, explica el inspector de los Mossos d’Esquadra Josep Monteys. Pero no lo hizo. “Quizá el hecho de que estuviesen los policías ya en la puerta le impidió reaccionar como había pensado”, conjetura el inspector. “Vi a la policía que venía, abrí la puerta, levanté los brazos y me entregué”, zanjó Puig durante el juicio.

Los psiquiatras concluyeron que el sheriff de Olot no sufría ninguna enfermedad mental. “Es un hombre desconfiado, con mucha autoestima, y seguridad y con un elevado concepto de sí mismo, que no siempre se comporta según la norma social”, afirmaron durante la vista. “Ni una explicación, ni una carta, ni un mensaje, ni nada... Ahora mismo ni me mira a la cara, que ya es lo suyo”, le reprochó Joaquima, que declaró ante el juez, con Puig, el que había sido el empleado de confianza de su marido, sentado a escasos metros, cabizbajo.

Luego subió al estrado Meritxell, que llorando admitió: “Me cuesta decirlo, pero de todos los trabajadores que tenían era del que mejor hablaban”. El sheriff fue condenado a 60 años de prisión.

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

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